“Latinoamérica es territorio experimental para las utopías”: Federico Guzmán Rubio

El escritor y periodista presentará el libro ‘Sí hay tal lugar’ el 12 de marzo en la librería Mauricio Achar.

Federico Guzmán Rubio fue inspirado por la Utopía de Henry Ford | María Gabriela Mazzuchino
Ciudad de México /

Impactado por la historia de Fordlandia, una utopía industrial creada por el empresario Henry Ford en 1928, Federico Guzmán Rubio (Ciudad de México, 1977) decidió escribir Sí hay tal lugar. Viaje a las ruinas de las utopías latinoamericanas, publicado por Taurus.

En entrevista con MILENIO, el autor cuenta de sus viajes al Amazonas o a Pátzcuaro, donde Vasco de Quiroga creó hospitales-pueblo; también fue a Nueva Germania, una colonia aria en la selva paraguaya y habla de Santa Fe, en Ciudad de México, como otra utopía.


¿Cómo elegiste estos lugares?

Siempre me había llamado la atención el término de utopía y estos experimentos que se han hecho muchas veces a un nivel enorme. De ahí comencé a buscar otros casos que hubieran surgido así, con diferentes ideas y aproximaciones. Finalmente son las siete que encontré y un par se quedaron en el tintero, ciudades que fueron hechas por locos o visionarios, como lo queramos ver, para demostrar que era posible construir el mundo perfecto y de pasada avisarle a la humanidad que así debía ser ella.

¿Cuál fue la utopía que provocó la idea de hacer el libro?

Fordlandia fue la primera que escuché y me fascinó porque tiene una historia particular: finalmente, un millonario fabricante de autos estaba convencido de que el mundo debía ser como él creía que debía ser. Es decir, exactamente lo que está pasando hoy con un millonario fabricante de autos que quiere imponer su visión del mundo a todos los países. Entonces es curioso que un siglo después se esté repitiendo exactamente la misma historia.

El proyecto de este viaje geográfico fue posible gracias a que Guzmán Rubio ganó la Beca Michael Jacobs de crónica viajera 2022, que otorgan Fundación Gabo, Hay Festival y The Michael Jacobs Foundation for Travel Writing.

“La beca fue un gran apoyo. Gracias a ellos tuve los fondos para viajar y sí, algunos fueron casi una expedición, como el de Fordlandia en el Amazonas o el de Nueva Germania en la selva paraguaya. Pero también fue un viaje muy divertido porque era como ir saltando de idea en idea, más que de lugar en lugar. Y algo que me gusta es este proceso de que toda utopía empieza con un texto que se convierte en una ciudad que yo visito y vuelvo a convertir en un texto, un poco un camino de ida y vuelta”.

El autor quedó impresionado con la historia de Fordlandia, la ciudad utópica del empresarioHenry Ford en pleno Amazonas. (Especial)


¿Por qué te centraste en utopías latinoamericanas?

Porque Latinoamérica parece condenada a ser un territorio de experimento de utopías. Muchas de esas las hicieron viajeros, locos, artistas, intelectuales europeos que ven a América Latina como el territorio donde pueden emprender sus utopías. Y esto es fascinante, pero también es una condena. A lo mejor nosotros ya no queremos que nadie venga aquí a enseñarnos cómo debe ser el mundo perfecto, sino imaginar el mundo latinoamericano como nos gusta a nosotros. Finalmente, las repúblicas latinoamericanas también surgieron con un ánimo utópico: “Vamos a ser independientes y vamos a formar nuestras naciones según nuestro criterio, lo mejor que podamos”. Y si salió bien o salió mal, pues cada quien lo juzgará saliendo a la calle y dándose un paseo por Latinoamérica.

¿Hay algo que una a estos lugares?

Este hecho de que a partir de una idea que nos puede parecer tremendamente absurda, descabellada, irrealizable, que se le pasa por la mente a alguien, se lleva a la realidad, salga bien o mal. Todas salieron mal, pero finalmente se llevó a la realidad como un texto, porque las utopías surgen siempre de un escrito que puede ser leído como literatura fantástica, a alguien se le ocurre aplicarla en la realidad. Y esa es la fascinación del libro, ver cómo esto que sabemos que existe en el mundo, que todo el mundo está basado en las ideas, como en el caso de estas ciudades utópicas. Una idea convertida en una ciudad.

Portada del libro de Federico Guzmán Rubio


¿Cuáles son las que más te impresionaron?

Las dos selváticas, Fordlandia en pleno Amazonas, con ruinas de todos los cachivaches de la compañía Ford, que no tienen nada que hacer ahí, casi como si hubieran caído del espacio exterior; y la peor de las utopías es Nueva Germania, en Paraguay.

¿Por qué lo dices?

Es la que fundó Elisabeth Nietzsche, la hermana del filósofo, y fue la primera comunidad nazi. Ella quería fundar una ciudad sin judíos y lo hizo en Paraguay, es una utopía maligna, racista, que representa lo peor del ser humano y obviamente fracasó, y sin embargo con los años, Nueva Germania acabó representando todo lo que ella odiaba, porque se fusionaron culturalmente con sus diferencias y sus problemas.

Los descendientes alemanes que llegaron en el siglo XIX, la población guaraní, la hispanohablante, y es un pueblito en medio de la selva paraguaya que es trilingüe, en las escuelas se enseña alemán, guaraní y español. Me parece fascinante cómo una utopía que fue levantada desde una ideología tremendamente racista, acabó representando un ejemplo, por supuesto mejorable, pero un ejemplo de integración.

¿Y Michoacán?

Yo admiro tremendamente a Tata Vasco, quien se basó explícitamente en la utopía de Tomás Moro para hacer sus hospitales-pueblo; él quería formar ahí la utopía cristiana, y creo que el México moderno existe en buena medida gracias a él, frente al modelo colonizador de Cortés o de Pizarro que arrasaba el territorio y exterminaba las poblaciones. El modelo de Tata Vasco, por más que fuera también un modelo colonizador, es un modelo armónico en comparación al genocidio de los otros conquistadores. De las utopías que menciono, creo que la más exitosa fue esta.

¿Por qué incluiste Santa Fe?

Es un poco una provocación, casi una broma, pero creo que si toda ideología tiene su ciudad utópica, Santa Fe es la ciudad utópica del neoliberalismo mexicano, y todas las ciudades latinoamericanas tienen su pequeña ciudad neoliberal aunque, obviamente, eso es un poco una broma frente a las otras, o no, quién sabe, frente a las otras utopías que sí fueron levantadas como tal y de las que ahora solo quedan ruinas. Ya veremos qué queda de Santa Fe en algunas décadas.

Como aventurero, ¿encontraste lo que querías?

Sí, con mucha imaginación, por supuesto, hay algunos lugares como Nueva Germania o Fordlandia, de los que hablamos, que sí existen como tal y quedan pueblos fruto de esas ideas, mientras que de una de mis favoritas, Santa Cecilia, en Brasil, no queda absolutamente nada. Esa fue una utopía de anarquistas que querían mostrar que se podía vivir en el amor libre; entonces era el poliamor en el siglo XIX en un pueblito y todo salió mal. Sin embargo, gracias a esos experimentos del amor libre es que empezó a haber cierta libertad sexual y mayor igualdad entre los géneros. Fue maravilloso hacer este paseo; yo lo veía como ir caminando no por ciudades sino por ideas.

¿Crees que el lector se va a sentir parte de tus viajes?

Me encanta escuchar eso. Sí, el tono, quiero creer que es un poco relajado, que tiene un poco de humor y también responde a un problema: cómo escribir crónica de viajes ahora que es tan fácil viajar, en una época de turismo masivo. Yo creo que puede viajar buscando ideas, quizás no buscar grandes descubrimientos geográficos; uno puede inventarse sus propios viajes, y yo en este caso me inventé un viaje a las ideas.

¿En tus crónicas hay cierta crítica social también?

Sí, aunque es un poco diferente, a veces a mí me satura un poco de la crónica contemporánea es que esté tan casada con el presente, que busque violencia, historias un tanto amarillistas, y está bien, no digo que ese periodismo no sea imprescindible, pero creo que también se puede escribir una crónica más orientada a las ideas. Yo digo que en realidad soy un periodista que llega dos siglos tarde al lugar de los hechos. Normalmente viajo a un lugar donde ocurrieron cosas y también es un rasgo un poco lúdico establecer una metodología de la crónica periodística, de ir a un lugar, averiguar qué pasó, con la salvedad de que los hechos que estás averiguando sucedieron hace dos siglos. Vamos, es un poco un juego y un poco no, porque de lo que escribo, que tiene también mucho ensayístico, realmente creo que es necesario investigar cómo esas ideas, ese imaginario utópico, forjó el siglo XX y todavía sigue forjando la realidad, más que nunca hoy en día.


  • Vicente Gutiérrez
  • vicente.gutierrez@milenio.com
  • Periodista desde hace 25 años y especialista en temas culturales, la industria del entretenimiento y cinematográfica. Por su experiencia y conocimiento, también ha participado en temas de política y de negocios. Es reportero de cultura en Milenio y locutor en “La Taquilla”, programa de Radio Fórmula 104.1 FM.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.