La escritora Gabriela Jauregui confesó el trabajo y dolor que le provocó Feral (Sexto Piso), su primera novela, en la que superó un duelo, una separación sentimental y se embarcó en un largo proceso de casi nueve años.
“Me pasó de todo. Hay momentos en los que la escritura puede volverse liberadora y sanadora, pero también era una herida supurante y dolorosa. Además, creo que cuando hablamos y trabajamos estos temas, yo al menos, queremos una gran responsabilidad ante la historia”.
“En la realidad, ojalá la violencia se acabara cuando terminamos de leer un libro pero no, sigue en nuestras vidas, en los cuerpos de las mujeres y en un montón de personas que sufren cada día de la inequidad y la violencia en este país”, continuó la escritora, quien presentó su novela acompañada de Dahlia de la Cerda y Lía García.
Ficción y reflexión
¿Qué le sucedía mientras escribía el libro? Jauregui (CdMx, 1979) respondió que se convirtió en una herida que la confrontaba.
“Cuando comencé fue como un faro, un ancla, porque yo estaba pasando un proceso de pareja muy violento y me decía: ‘tenemos que salir de este hoyo’ y fue una especie de terapia. Todo eso me frenó mucho tiempo, me quedé, literal, como sin voz, ni tiempo, porque había un proceso legal. La violencia no solo tiene efectos físicos y psicológicos también son laborales, profesionales y económicos”.
La escritora charló con sus lectoras sobre Feral en la librería U-Tópicas en Coyoacán, donde convocó a mucha gente que le aplaudió y se conmovió con su exitosa primera novela, que ya agotó su primer tiraje, por lo que la editorial Sexto Piso tuvo que lanzar una reimpresión.
La poeta reveló que la escritura de Feral también fue una reflexión política pues comenzaron a suceder muchas cosas en México con los feminismos “y eso me hizo darle otra reflexión, se abrieron otras heridas y también otros vínculos amorosos de encontrarnos a través de redes sociales. Entonces se empiezan a abrir otras posibilidades y otras formas, que también me vuelven a dar ánimo y ganas de pensar y escribir esta historia”.
Pero fueron sus dos hijas otro motivo por los que decidió seguir con la escritura:
“No son solo ellas sino que son todas las infancias y jóvenes del mundo en las que está ardiendo la violencia de género y recrudeciéndose. ¿Qué mundo les estamos dejando? Por eso, el principio de Feral es una especie de madre que le habla a su cachorra, una carta al futuro con la esperanza de que esto ya no siga así”.
Feral es una tragedia griega traída al presente feminicida en México y es también la historia de cuatro amigas que se descubren, enfiestan, politizan, organizan y comparten.
En la presentación, la escritora Dahlia de la Cerda le pidió a Jáuregui que explicara cómo surgió la idea y sus motivos para escribir sobre la violencia que nos atraviesa, en particular a las mujeres.
“Cuando yo empecé, prácticamente no había ningún libro de ficción escrito por una mujer sobre el tema del feminicidio. Estaba 2666 de Roberto Bolaño con todas las bellezas y todos los defectos que ya podemos ver con los años a ese libro, sobre toda la sección de las muertes de Juárez. Claro, estaban textos muy importantes como La violencia escrita en los cuerpos de las mujeres de Ciudad Juárez, de Rita Cegato, y de muchas mujeres que habían trabajado el tema de feminicidio desde lo legal, lo sociológico y desde la academia, pero en la ficción no había”.
Entonces, la escritora dijo que comenzó a narrar desde las amigas, desde la amistad “que no es no es exactamente el mismo lugar que, por ejemplo, el de las personas que tienen un caso de feminicidio, son familiares, o libros como el de Cristina Rivera Garza. Yo quería contarlo desde la ficción, sacar un poco la cabecita de todo y ver más allá así nació Feral”.
Gabriela Jauregui recomendó a las asistentes no dejar de escribir en blogs, internet, en hojas de papel y donde puedan.
“Lo que le diría a las jóvenes es que usen las redes sociales. Como editora sí las leo, veo post de Twitter, Instagram, TikTok, de todo y con mucha avidez. Silencien esas voces que les dicen que su voz no vale la pena, que no saben o no estudiaron o la ortografía ¡eso vale madres! Lo que importa es tener algo que decir y sé que muchas mujeres jóvenes tienen mucho qué decir ”.
DAG