“Por machismo, no ven la belleza de los contratenores”: Gamaliel Reynoso

Gamaliel Reynoso (Toluca, 1989) tuvo su primera figura musical en San Pedro Totoltepec en el tenor Rubén Cosme, fallecido el año pasado por covid-19, quien le inculcó el amor por Händel y, sobre todo, María Callas, la Divina.

Gamaliel Reynoso. (Especial)
Ciudad de México /
“Yo soy Gamaliel Reynoso, protagonista de Ascanio in Alba, estoy a punto de revivir a uno de los héroes de Wolfgang Amadeus Mozart; yo, una persona de ascendencia indígena, sin historial de músicos en su familia, de bajos recursos, vengo a tumbar prejuicios", dice el primer contratenor que va a debutar en el Palacio de Bellas Artes con la primera puesta en escena en México de esa ópera escrita hace 250 años.

La conversación con el joven cantante ocurre justo el día en que se conmemora el estreno en Milán de Ascanio in Alba en 1771. Él está consciente y emocionado por semejante responsabilidad, inédita hasta ahora para un contratenor en México, porque, a su juicio, el machismo y la ignorancia en el país provoca que la gente no vea la belleza que crean con sus voces los contratenores.

Convencido de la responsabilidad que asumió cuando el año pasado lo invitaron a interpretar al hijo de Venus y Eneas en la ópera barroca en dos actos de Mozart, reconoce que tuvo un poco de nervios por trabajar con el director y contratenor Iván López Reynoso, un año menor que él.


“Es mucha responsabilidad porque son muchos hechos históricos a la vez con esta puesta en escena, además de que es la primera vez que un contratenor y mexicano hace un protagónico en una ópera escenificada en Palacio de Bellas Artes. Incluso que otro de los grandes contratenores de este país, el maestro Iván, esté dirigiendo la Orquesta del Teatro de Bellas Artes”, dice Reynoso, de apenas 31 años.

Con puesta en escena de Miguel Santa Rita, que también debuta con la compañía, Ascanio in Alba tendrá otra peculiaridad: el director concertador también es cantante, contratenor: Iván López Reynoso. Por primera vez se presenta en México escenificada, a cargo de la Compañía Nacional de Ópera, en tres funciones más en Bellas Artes: el 24, 26 y 28 de octubre.

“Tenemos un equipo de ocho figurantes, todos maravillosos, bajo la dirección de Miguel Santa Rita, un tipazo, talentosísimo. Estoy muy contento de que Alonso Escalante (director de la Ópera de Bellas Artes) me haya seleccionado para trabajar con un equipo de este nivel. Ni hablar de Anabel de la Mora, no me cuesta nada entrar en la situación de que Ascanio esté enamorado de Silvia, porque la voz de Anabel enamora. Y Agnieszka Sławińska (Venus) es una diva, buenísima a nivel musical y humano.
Diana Rojas será una sorpresa grandísima para el público escuchar a esta soprano tan joven, bellísima por fuera y por dentro, y Édgar Villalva, un tenor, magnifico. Yo no me puedo sentir más arropado, contento, lleno de gozo. No tengo ninguna duda de que van a disfrutar esta producción, hay mucho amor y cariño, hay un gran trabajo profesional, un entendimiento del libreto, de la música”, agrega.

Gamaliel Reynoso (Toluca, 1989) tuvo su primera figura musical en San Pedro Totoltepec en el tenor Rubén Cosme, fallecido el año pasado por Covid-19, que le inculcó el amor por Händel y, sobre todo, María Callas, la Divina. Hoy, su máximo ídolo desde 2011 es el contratenor argentino Franco Fagioli.

¿Cómo influye que el director concertador y artístico sea también contratenor?

"Sí impone el maestro López Reynoso, todos lo conocemos, le hemos escuchado. Aunque somos ambos contratenores, nuestras voces son distintas. Sí me puso un poquito nerviosito, era como cuando las sopranos cantaban para Mariella Devia o para Montserrat Caballé y se quedaban heladas. El maestro Iván, no obstante todas sus virtudes, talento y trayectoria, es una persona humildísima y súper abierta, no he recibido más que apoyo de él, ha sido genial, me siento que trabajo con un colega".

¿Qué fue lo más fácil y más difícil de este primer protagónico?

"Lo más fácil fue enamorarme de esta ópera. Conocía un par de arias, pero no la trama ni el libreto. Lo más difícil fue pensar en el reto; usualmente a los contratenores se nos tacha de ser desafinados, de no tener una voz que llene un teatro, incluso se nos juzga por nuestras preferencias sexuales. Estoy listo, me siento listo. El director de escena y yo hicimos una fusión bellísima para el personaje, que ustedes van a ver y seguro a disfrutar".


'Ascanio in Alba' es una ópera poco montada. En México, Brian Asawa la estrenó en concierto hasta 2006. ¿Quiénes fueron tus modelos, los antecedentes que buscaste para interpretar tu papel?

"Mis maestros me han enseñado a evitar escuchar versiones porque es muy fácil que te puedas orejear las cosas, como se dice. Justo la poca frecuencia con que se lleva a escena me ayudó a no envolverme, no pude guiarme con nada. El año pasado, el maestro Héctor Sosa me ayudó con los recitativos, fui a su estudio un par de veces. Pero, todo el trabajo musical que oirán será de mi creación".

¿Qué tanto te han ayudado los estudios con Xavier Sabata en España?

"En el Conservatorio empecé como tenor, y cuando comuniqué a mi maestro Arturo Nieto que cambiaba de tesitura a contratenor, me felicitó, y me pidió que buscara a alguien más que me pudiera dar clase porque él no me podía ayudar. Mucha gente dice: 'Qué honesto el maestro'. Con los años yo he cambiado de opinión, porque eso es perder la oportunidad como maestro, de aprender un poco del aparato fonador, que al final de cuentas es el mismo que todos tenemos".
"En cambio, cuando trabajé en Europa con Xavier Sabata o el contratenor inglés Christopher Robson, fueron epifanías, nos encontramos en la misma página de inmediato, me entendieron perfecto. Mis cursos en Madrid me ayudaron a crecer un montón, dejé de querer hacer cosas como cantar a full voice, que parece que uno está gritando, lo que pasa mucho en México; los maestros en Europa me enseñaron a manejar esta parte más delicada del canto, a ir más hacia las palabras, a respetar lo que está escrito, y pues eso ha sido el parteaguas de mi ascenso en este mundito de la ópera. Son maestros con los que tengo contacto permanente, trato de seguir sus enseñanzas, aplicarlas y transmitirlas a mis alumnos".

Después de esa experiencia en Europa, quizás inédita para un contratenor mexicano, ¿a qué atribuyes que en México no se desarrollen o impulsen las carreras de contratenor?

"Honestamente, y sin afán de ofender o aburrir: es el machismo el que no nos deja. Así, ignorancia y machismo. Cuando estudiaba con Nieto, no había una pedagogía como tal, me ponían en primer año a vocalizar con los chicos de sexto ¡Pues jamás iba yo a tener los agudos de mis compañeros tenores de sexto! Y la única respuesta era: 'Canta como machirrín'. Hay una gran pelea social en nuestro país acerca de lo femenino, cuán satanizado está. Cuántas veces escuchamos: 'No camines así, pareces vieja, no seas chillón, no seas vieja'. Esas cosas. Y, pues claro, yo canto con una voz de tipo femenino, pero no puede ser femenina porque es mía, y yo soy hombre".
"Tengo dos alumnos contratenores, uno casi de mi edad, 30 años, y el otro 24. El de 30, Gabriel Vargas, que ha sido sido seleccionado para las audiciones de la MetOpera en el distrito de México, está mucho más resuelto a todo. El más joven, Ángel Gómez, tiene muchos problemas para encontrar un sustento, para hallar un trabajo; a la gente se le hace simplemente raro, no ve la belleza que crean con sus voces los contratenores, sino solo ven los prejuicios de por qué cantan como mujer, por qué cantan así. Siempre quieren entender el por qué de algo que no les debe importar".

Fanático de la escena Drag Queen internacional, de bailar salsa, cumbia, guaracha, Reynoso fantasea ya con un montaje en México de La Traviata, en el que él interprete a Flora Bervoix. “Me va muy bien el papel vocalmente. Si Violetta es una chica de la vida galante, ¿por qué su mejor amiga no podría ser un travesti”, dice el ganador de dos reconocimientos en el XXXV concurso Carlo Morelli en 2020.

Cuenta su propia experiencia como víctima del racismo, el clasismo, la homofobia y los prejuicios hacia los contratenores en México.

“Cuando yo estudiaba en el Conservatorio, había compañeros que se reían de mí en mi cara: ‘¿Qué es eso, esa voz no existe, es fingida, solo lo haces porque eres homosexual’, me decían así, y homosexual de forma peyorativa. ¿Y si sí qué? Lo importante es la belleza y el arte. Yo soy un intérprete y estoy al servicio de los maestros que tuvieron la delicadeza, la buenaventura de escribir para mi tipo de voz. Mozart está muerto hace muchos años y yo estoy a punto de revivir a uno de sus héroes, a Ascanio in Alba. Yo soy una persona de ascendencia indígena, sin historial de músicos en su familia, de bajos recursos, ignorantes también. Debemos ir tumbando esos prejuicios, y yo para eso estoy aquí en esta producción. Además de presentar mi trabajo y ofrecerlo a todos los que quieran verlo y escucharlo en Bellas Artes, también quiero hacer una declaración: los contratenores estamos aquí, no nos vamos a ir, estamos haciendo las cosas bien. Y quiero que los chicos que vienen detrás de mí, los más jovencitos, vean que sí hay una oportunidad, que sí hay un trabajo en México y sí se va a poder”.

¿A qué atribuyes que las dos veces que vino Philippe Jaroussky a Bellas Artes fue un éxito?

"A la idiosincrasia, es francés, desde ahí ya tenemos un prejuicio. Yo no me siento ni más ni menos capaz que el maestro Jaroussky, somos iguales. Lo fui a ver a Bellas Artes. Me sorprendió que la voz fuera tan chiquita, pero me encantó la forma en que interpretó las canciones de su álbum Green basadas en poemas de Paul Verlaine. Es exquisito escuchar a alguien en su lengua materna, siempre va a ser una delicia, y qué decir de la musicalidad y elegancia con la que canta el maestro, no hay comparación".

¿Pensaste que alguna vez estarías  ahí, en el mismo escenario que Jaroussky?

"No, ni como fantasía, lo deseché hace mucho. En nuestro país existe un clasismo alrededor de las artes y, en particular, en la ópera. Empecé a cantar a los siete años en los Niños cantores de Toluca, con el maestro Emilio Hernández que dirige el coro, por invitación de su esposa. Estaba muy emocionado, nunca había escuchado cantar a otros niños, pero lo primero que recibí de mis compañeritos, que se supone que eran niños de buenas familias, muy blanquitos, con ropita de marca, fue insultos por mi aspecto indígena, mi ropa que compraba mi mamá en el mercado; los niños se burlaron de mí hasta que empecé a cantar. Así que desde temprana edad supe que iba a pasar eso siempre, me sigue pasando. La gente no concibe que cierto tipo racial pueda ser talentoso en el arte o tener virtudes".

¿Qué te aportó haber llegado dos veces a la semifinal regional en Nueva Orleans de las audiciones de la MetOpera, que por cierto en 2020 ganó una mexicana por primera vez, Denis Vélez?

"Me dieron mucha seguridad, una validación que nadie me puede quitar. Que una casa como esa te apruebe y diga que estás apto para concursar en algo que organiza te tira muchas cosas en la cabeza, inseguridades. Empecé a cantar a los siete años, tengo 31, y es muy difícil crecer sano cuando parece que todo está en tu contra; solo queda estudiar y estudiar. Y llegas a un punto en que no hay otra opción que ir a concursos, y al ver que funciona, no lo puedes creer. Cuando fui a la primera audición, no lo podía creer, y cuando pasé a la final regional, menos".

Operalia ha impulsado muchas carreras, ¿por qué no has participado en ese concurso de Plácido Domingo?

"En los dos últimos años se me pasó la convocatoria. Este 2021, la verdad, ¡qué bueno! Porque está un contratenor afroamericano increíble, Keymon Murrah, así que estoy muy contento de no haberme inscrito porque es un monstruo, y yo no habría tenido ninguna oportunidad. Ya el año que viene será".

Reynoso dice que el único deporte que practica es jugar con sus perritas rescatadas Pucky y Tomasa y que ama bailar música bien hecha, por lo que está feliz de que en Ascanio in Alba haya danza.

Tomó un curso en Alemania con la musicóloga belga Sigrid T’Hooft sobre la teoría de los afectos en la época barroca y está incorporando gestos de entonces en Ascanio in Alba, “clandestinamente”.

“En algún punto hago las poses del amor, hay formas de poner las manos en las que concedes o pides ayuda, este tipo de cosas yo las estoy integrando en Ascanio, porque me parece que van perfectamente bien, sin embargo hay un gran trabajo por parte de la figuración y de las indicaciones de dirección de escena y todo ha sido bueno, nos han hecho entrar a los solistas en esta atmósfera de movimientos. Es decir, hemos creado un lenguaje de movimientos para expresar qué es Ascanio in Alba o su historia”.

YHC

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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