García Márquez, un árbol que sigue dando frutos

El Centro Gabo, un proyecto para impulsar la memoria del Nobel de Literatura, está dividido en cinco ramas de estudio.

García Márquez (AP).
Jesús Alejo Santiago
Cartagena de Indias /

La figura de Gabriel García Márquez trasciende lo literario. En Cartagena de Indias, ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, suelen seguirse los pasos del escritor a la caza lo mismo de edificios físicos que de estructuras simbólicas para acercarse a su figura. Es ya un fenómeno turístico, más allá de que se hubiese leído, o no, su obra literaria.

En ese sentido, desde la Fundación Gabo se insiste en la necesidad de contar con un lugar que permita cuidar el crecimiento de lo que se ha dado en llamar el Árbol Gabo, integrado por al menos cinco ramas que contribuyen a reconocer sus aportaciones no solo a la vida cartagenera o colombiana, sino a las letras universales, en palabras de Jaime Abello, el presidente de la fundación que lleva el nombre del Premio Nobel de Literatura.

Las ramas

“El Árbol Gabo tiene cinco ramas: un artefacto conceptual que puede servir como agenda o como instrumento de catalogación y que desarrolla al detalle, en la primera rama, la historia personal de García Márquez; la segunda es el Gabo investigador y contador de historias, haciendo referencia a su obra literaria, periodística y cinematográfica.
“La tercera rama es la de Gabo educador, que nos concierne mucho, porque al crear esta fundación, lo hizo el mismo García Márquez con la intención de contribuir y dejar huella en estos aspectos. La cuarta es el Gabo emprendedor, un hombre de iniciativas, de actuaciones, que están llenas de historia. Finalmente, la quinta se refiere al ciudadano: los temas que le preocupaban, su visión de la sociedad, donde podrían estar los aspectos más polémicos”, enlista Abello Banfi en entrevista con MILENIO.

El proyecto tiene una existencia virtual, porque lo primero que se desarrolló dentro del equipo fue una recopilación exhaustiva de todas las entrevistas del colombiano, con la idea de tener acceso a su voz; a partir de ello se hizo una catalogación, que tiene como referencia los textos periodísticos y su obra literaria.

Uno de los objetivos primordiales es especializarse en la figura del autor, no solo como una especie de apropiación colectiva de esa memoria y de ese legado, no para exaltar a Gabo, “sino para comprenderlo mejor y para volverlo útil para el futuro”.

El territorio Gabo

El esfuerzo de la Fundación Gabo ha sido largo: el trabajo se inició en 2015, tras la muerte del escritor, con el propósito de construir lo que se definió como “una estrategia de apropiación colectiva de la memoria y el legado de García Márquez”, puesto en marcha a partir de la Ley de honores que expidió el Estado colombiano en 2014, aprobada por unanimidad en las dos cámaras y que dispone que en Cartagena se establezca el centro internacional para el legado de García Márquez.

“Creo que estamos ante la idea de hacer un gran experimento, de convertir una herencia simbólica, como la de García Márquez, en un instrumento social y cultural, no para hacerle propaganda a Gabo, que no lo necesita, sino para usar el potencial inspirador del proyecto para impulsar nuevas generaciones de creativos y ciudadanos activos”, cuenta Jaime Abello.

Es por ello que se generó un movimiento “de producción de contenidos, de trabajos, muchos de los cuales se encuentran publicados en el sitio CentroGabo.org”, siendo uno de los públicos objetivos el de los niños y los jóvenes, aunque la apuesta es integral, para llegar “a un buen equilibrio entre lo sofisticado y lo especializado, y lo popular, abierto y democrático”.

“Hemos tenido experiencias piloto para extender toda esa investigación a distintos públicos, como los niños y los jóvenes, bajo la forma de acciones educativas alrededor de la idea de un uso ético y creativo del poder investigar y contar historias, lo que García Márquez hacía tanto en el periodismo, como en el cine o en la literatura. Lo hacía con la convicción no soólo desde la creatividad, sino con el deseo de que fuera una obra que contribuyera a que la humanidad fuera mejor. Él tenía una preocupación por lo ético muy insistente”.

Todo este trabajo se desarrolla no solo pensando en un territorio, Cartagena y Colombia, sino todo el mundo de García Márquez, que incluye México, de ahí que en la definición de todo el proyecto no solo participen Rodrigo y Gonzalo García Barcha, sus hijos, sino también “amigos y colaboradores, como la Fundación para las Letras Mexicanas y el proyecto liderado por Juan Villoro, la Casa Estudio Cien años de soledad”.

En busca de un espacio físico

Si bien el Centro Gabo cuenta con una página electrónica propia (centrogabo.org), Jaime Abello sigue interesado en un espacio físico, lo que no ha dejado de plantear dificultades “porque necesitamos hacer algo a la altura de García Márquez; estamos en eso con el gobierno colombiano, la alcaldía de Cartagena y la familia de Gabo: estamos mirando las alternativas. Sin embargo, se trata de un proyecto para dos o tres años más”, dice.

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