De Francisco González Bocanegra se decía que era un poeta tan brillante como tímido. Curioso adjetivo para el hombre que nos hizo entonar “que retiemble en sus centros la tierra”.
Curioso también porque él mismo se consideraba un poeta romántico, de emociones íntimas y versos de amor. Resulta irónico que haya grabado su nombre en la posteridad por escribir bélicas líneas que honran la defensa de la patria.
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Cuenta la leyenda que en noviembre de 1853, ante la resistencia de Bocanegra, Guadalupe González del Pino Villalpando —novia del vate— lo encerró en un cuarto de su casa de Santa Clara (lo que hoy es Tacuba 48, entre Allende y República de Chile) para forzarlo a componer las estrofas que concursarían en la convocatoria lanzada por el entonces mandatario Antonio López de Santa Anna.
Meses después, el 3 de febrero de 1854, las palabras de González Bocanegra triunfaron sobre otras 24 propuestas gracias a la decisión de un jurado conformado por el escritor y diplomático José Bernardo Couto, el poeta y médico Manuel Carpio y el periodista y político José Joaquín Pesado.
Quizá a ese encierro se deba la furia de esas diez estrofas en octavas italianas y la cuarteta del coro que resuenan en miles y miles de gargantas henchidas de ardor en las ceremonias oficiales y eventos deportivos.
En corto.Francisco González Bocanegra
González Bocanegra nació en San Luis Potosí el 8 de enero de 1824. De su infancia se sabe que vivió ocho años en España por el destierro al que fue orillado su padre, de origen ibérico, consecuencia de la ley de expulsión del territorio patrio a los españoles. A los 12 años de edad volvió a su patria, donde se encaminó a la administración pública y la creación literaria. Murió joven, a los 37 años, tras contraer fiebre tifoidea, el 11 de abril de 1861.
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