Cuando visitamos un museo, pocas veces reparamos en conocer al personal que hace posible el funcionamiento de estos espacios.
Los guardias de seguridad desempeñan, discretamente, un papel fundamental al ser los vigilantes de las obras de arte aunque también se desempeñan como guías, asesores y, en algunos casos, hasta creadores de arte.
En el marco del Día Internacional de los Museos, celebrado ayer, MILENIO Monterrey conversó con elementos de seguridad en sala del Museo de Arte Contemporáneo (Marco) y del complejo 3 Museos, quienes detallaron cómo es su trabajo más allá de la vigilancia en sala.
José de Jesús Hernández y Arturo Sosa Segovia, con 10 y 4 años de servicio, respectivamente, en el Museo de Historia Mexicana, relatan sus experiencias como protectores del arte e incluso coinciden que el trabajo es pesado, pero una de sus tareas principales es explicar a los visitantes el reglamento interno del espacio museístico.
Por otra parte, José Gutiérrez Ornelas , con más de 20 años de servicio, y Arturo Rodríguez, con 16 años, custodian las obras de arte exhibidas en el Museo de Arte Contemporáneo (Marco).
Ellos, por su parte, relataron sus rutinas, como también algunas de sus anécdotas en el espacio.
Cabe señalar que ayer se celebró el Día Internacional de los Museos con diversas actividades, entre las que destacaron conferencias, entrada libre a los sitios, entre otras.
MUSEO DE HISTORIA MEXICANA
“Es un trabajo reconfortante”
Una de las intenciones de José de Jesús Hernández era conocer cómo funcionaba un museo. El nacido en Veracruz cuenta con 10 años de experiencia en la seguridad, tanto de personas como inmuebles.
Pero cuando el tema de la violencia e inseguridad apretaba en la ciudad, José de Jesús recibió la invitación a trabajar en 3 Museos gracias a un conocido.
“Una de las cosas que me llamaban la atención era ver cómo era un museo adentro, no lo conocía”, explica el elemento que custodia el interior del MHM.
Es sincero al explicar que el trabajo es pesado. Son rutinas de hasta 11 horas de pie, en las cuales hay que estar pendiente de las obras y de la atención al público al interior de las salas. Si bien su trabajo es la salvaguarda del patrimonio, también hay que estar al pendiente de los visitantes.
Por ello, señala que busca siempre tratar de explicar las razones por qué los asistentes al museo deben respetar el reglamento interno del museo.
“Buscamos la forma de hacerlos entender del reglamento que hay adentro del museo, de lo que no se debe de hacer para protección de las mismas piezas.
Se les pide de favor y la gente sí coopera, te agradecen incluso cuando les explicamos”, comenta.
En el año que lleva como guardia al interior MHM, José de Jesús recuerda con especial agrado la exposición Maximiliano y Carlota. La ilusión de un imperio, presente en el verano del 2017.
Si bien el trabajo al interior de un museo es cansado, existen muchas satisfacciones como el llevarse el saludo de los niños al finalizar su recorrido, o bien, la sensación de estar aprendiendo gracias a las exposiciones que le toca custodiar.
“Para mí es algo reconfortante y de orgullo porque aprendemos. Es mi primer trabajo en un museo y siempre había tenido la curiosidad de cómo se limpian las piezas en colecciones, ahora que ya lo sé es reconfortante”, señala.
“Me sirve para apoyar a mis nietos en las tareas”
La experiencia de Arturo Sosa Segovia como miembro de un equipo de seguridad está ligada a los espacios recreativos y culturales del Estado.
Durante algunos meses estuvo en el Parque Niños Héroes pero casi de inmediato recibió la invitación para formar parte del equipo en 3 Museos, institución que solo conocía de nombre.
“Sabía que existía el museo pero nunca lo había visitado. Entonces me llamaron (del trabajo) y acepté”, relata Sosa Segovia, nacido en Parras de la Fuente Coahuila aunque desde los 6 años radica en Monterrey.
Con cuatro años de servicio en MHM y Museo del Noreste, a Arturo le han sorprendido diversas exposiciones aunque la primera que le viene en mente es Miguel Ángel, El Divino
Estar al pendiente de los visitantes es una actividad que requiere mayor esfuerzo. Aunque señala que “hay de todo”, hace hincapié en aquellos pocos visitantes que no se conforman con una llamada de atención.
“Lo que nos preguntan es el por qué de las reglas, ‘¿por qué no el flash, por qué no líquidos?’ les decimos que los fluidos o la luz degradan los colores, las pinturas. Es explicar las cosas y ya respetan un poco más”, refiere.
La posibilidad de estar antes que nadie en el montaje de una exposición es algo que valora de su trabajo pues tienen la oportunidad de escuchar de primera voz a los responsables de las exhibiciones, menciona el empleado
Además de la custodia de las obras, Arturo Sosa menciona que su trabajo le ha ayudado para apoyar a sus nietos con las tareas escolares. Cuando le piden una explicación sobre Historia de México, acude a alguna de las salas para corroborar la información, relata.
“Me sirve para apoyar a mis nietos, a veces me piden ayuda por la tarea y les ayudo. Entonces mi hija me dice ‘apá, yo no sabía eso’ y pues le contesto que hay que ir a los museos, ahí se aprende mucho”.
MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO
Le quedan grandes anécdotas de su trabajo
Aunque ha salido en algunos periodos, José Gutiérrez Ornelas ha estado en Marco prácticamente desde su apertura en 1991.
Nacido en Monterrey, decidió hacer un cambio en su vida de su anterior trabajo en atención al público en una cadena de cines. Optar por la seguridad privada en Monterrey, a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, no era tan arriesgado como sería hoy en día.
“Cuando me involucré en la seguridad pues eran tiempos en que la delincuencia era algo de bajo riesgo, si lo comparamos a los índices delictivos de hoy. Si hoy tuviera que tomar la decisión, no lo haría”, opina José Gutiérrez Ornelas.
En Marco hacen mancuerna los elementos de seguridad interna del museo junto con elementos de compañías externas. Con jornadas de 11 horas, o más, cuentan con cambios periódicos de áreas para mejorar la rutina.
Menciona que “es un estereotipo” el que tiene la gente al calificarlos de serios o malas personas, no obstante, la importancia de su trabajo es “que la obra salga del museo tal cual llegó”.
“Somos flexibles, vemos la situación de cada persona, pero también hay muchos que se quieren pasar de listos para tomar una foto o hacer otra cosa”, detalla entre risas.
Como anécdota, relata la vez que tuvo que salvar al Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez de un tumulto de periodistas y admiradores, en una de las visitas al museo.
“Lo rodearon los periodistas y la gente por un autógrafo, entonces el equipo de seguridad tuvo que intervenir para liberarlo, aunque siempre se buscó que fuera de la mejor manera”, sostiene.
Con sus años en el museo ha sido testigo de la visita de personales como Mijaíl Gorbachov, jefe de Estado de la Unión Soviética; el ex presidente de Estados Unidos George Bush, o los escritores Carlos Monsiváis, Tomás Eloy Martínez, Sergio Ramírez y, su preferido, José Saramago. “Cuando vino le hablé a mi esposa y le dije ‘tráete los libros para que me los firme’ y vino de volada. Cuando Saramago iba subiendo al carro le ‘dije traigo cinco libros suyos que he leído’, y me los firmó”, cuenta orgulloso.
“En las noches es cuando más disfruto la obra de arte”
El mundo laboral de Arturo Rodríguez García era uno muy distinto hasta 2002. Hijo de una familia de petroleros en Pánuco, Veracruz, durante años se desarrolló en la rehabilitación de pozos y mangueras en la unidad Azcapotzalco.
Su experiencia lo llevaría a contar una de las anécdotas que más le han marcado en la vida, según relata.
“Cuando era trabajador de Pemex me tocó apoyar en las labores de rescate en el terremoto de 1985 en la zona rosa en la calle de Liverpool, manejando con una grúa”.
El paso de los años y una lesión en la espalda lo llevan a cambiar de horizontes. Los hijos crecieron y la demanda de estudios profesionales los llevan a mudarse de Vallarta a Monterrey, a comienzos del nuevo milenio.
Aunque al principio no aceptó la oferta de trabajar en la seguridad de un museo “porque pensé que andaría empistolado”, al conocer las funciones del espacio decidió cambiar de opinión.
“Fue un cambio bastante positivo para mí, porque ya lo necesitaba. Hemos tenido infinidad de experiencias bonitas detalles de todo tipo y el roce con personal de la farándula y artistas”, dice.
Las exposiciones de Pixar, Dreamworks, o la visita de la obra de Frida Kahlo durante el Fórum Universal de las Culturas, son algunas que han marcado su experiencia laboral.
“A mí me encanta hacer los recorridos nocturnos porque es cuando uno disfruta más la obra de arte”, asevera.
Custodiar las obras de arte es el principal objetivo de su trabajo, asegura, y no importa que un presidente de México recorra las salas pues si infringen el reglamento hay que hacérselo saber.
“Un guardia de Felipe Calderón rozó con su mochila una obra de Julio Galán y le llamé la atención. Me miró mal pero le dije: ‘usted cuide al presidente, yo cuido las obras”, recuerda.
Aprender de los compañeros de trabajo y de los jefes de Marco, menciona Arturo Rodríguez, es una de las mejores experiencias que se llevará tras su paso por el museo.
“Estaré agradecido por el compañerismo, apoyo de mis compañeros, a Javier Arévalo y Gerardo Guerrero, junto con Marco, por brindarme la oportunidad”.