Guillermo Arriaga trae a la Unidad Modelo en el pecho… y de forma literal: le diseñaron una serie de playeras que usa prácticamente todos los días con el nombre del barrio de la actual alcaldía de Iztapalapa que le formó no solo el carácter, sino contribuyó en la conformación de su mirada creativa.
“Tuve la enorme fortuna de crecer en el Retorno 201, de la colonia Unidad Modelo. Fui un privilegiado al haber crecido allí, porque el barrio me dio muchas historias, me permitió conocer gente muy interesante. Tuve posibilidad de tratar a gente de la más rancia ultraderecha y a los pandilleros más famosos de la época, o a intelectuales de gran peso y todos en el mismo paquete, que era la Unidad Modelo”.
- Te recomendamos ¿Recuerdas a 'Paco el Chato'? Así puedes leer todos los cuentos de los libros de texto gratuitos Cultura
Por ello, se dice convencido que allí empezó a gestarse todo lo que es en la actualidad, como se refleja en el libro de cuentos Retorno 201 (Alfaguara, 2021), historias de hace 40 años, pero que pareciera haberlas escritor apenas la semana pasada: en términos de temas, de búsquedas estilísticas, de encontrar las estructuras adecuadas, “creo que están vinculadas con el trabajo que estoy haciendo ahora”.
“La raíz de estos cuentos tienen más que ver con autores como Faulkner o Rulfo, nunca quise hacer nada cinematográfico, no era mi intención, al contrario, quería hacer algo muy literario, experimentaciones literarias, tratar de descubrir las estructuras pululantes dentro de una historia y cómo pide la historia ser contada”.
Los relatos fueron escritos entre 1983 y 1988, Guillermo Arriaga rondaba los 25 años de edad: estaba interesado en el cine, más como espectador, y había tomado la decisión de hacer carrera como escritor, quería vivir de la escritura –afortunadamente pude hacerlo-- y el cine llegó de manera colateral; “están aparejados el cine y la literatura, pero en ese momento quería hacer una obra literaria lo más sólida posible para poder vivir luego de la literatura”.
“Desde chico quise ser escritor, también cineasta y deportista profesional, pero la tuve clara desde entonces. De hecho, de mis primeros sueldos lo obtuve como escritor: es algo que está dentro de mi organismo y tienen la necesidad de expresarse”, asegura Guillermo Arriaga a MILENIO.
Todo un mundo
En la Unidad Modelo se podía encontrar a todo tipo de personajes: hace medio siglo había una pandilla que se llamaba Los Nazis, muy famosa y aguerrida, y era de la Unidad Modelo. También allí vivía el doctor José Luis Ceceña, en ese entonces director de la Escuela de Economía de la UNAM: “recuerdo que una tarde lo interceptaron varios tipos de ultraderecha y quisieron pegarle por sus ideas de izquierda”.
“Tuve la suerte de crecer en un hogar donde los libros y las películas eran importantes, los museos, los conciertos, lo que contrastaba con este otro mundo. Lo interesante de un barrio es que no sólo ves la superficie de quienes lo habitan”.
El objetivo del autor de obras como Un dulce olor a muerte, El búfalo de la noche, El salvaje o Salvar el fuego, con la que obtuvo el Premio Alfaguara de Novela, siempre ha sido el de escudriñar en el alma de los seres humanos. Es cierto que la materia con la que se trabaja es el lenguaje, pero “un lenguaje que no está al servicio de la exploración humana, se convierte en un lenguaje vago”.
Foto: Cuartoscuro
“La literatura debe de ser confrontación, debe de ser la exploración de las diferentes capas que tenemos los seres humanos y no quedarse en la superficie. Dicho esto, no creo que se pueda hacer una profundidad a voluntad. Alguna vez le dije a mis alumnos no traten de ser profundos, cuenten la historia: si ustedes son profundos, la historia será profunda. Si ustedes son superficiales, la historia así será”.
En la historia de lo que unos adolescentes le hacen a una prima con problemas de retraso mental o la de una joven que cuida a su marido enfermo, mucho mayor que ella, en los códigos de barrio que pueden llegar a ser crueles o hasta en la violencia sobre un hombre que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado, se refleja la pasión de Guillermo Arriaga por contar historias de los seres humanos. “Dentro de mi naturaleza hay una necesidad de hurgar en la vida de los seres humanos”.
“Los escritores no podemos explicar las razones por las que hacemos este trabajo: llevo dos años escribiendo mi nueva novela y es sentarme horas y horas, hasta que te preguntas por qué le dedicas tanto tiempo a contar una historia que no existe, de personas que no existen. Pero es una pasión, es una obsesión y no se puede luchar en contra de eso”.
Guillermo Arriaga recuerda haber escrito cuatro libros de cuento en aquella época, aun cuando después fue la novela la que domine su bibliografía: su respeto hacia los géneros literarios parte del convencimiento de ponerle la misma profundidad de trabajo y de rigor a un cuento o a una novela.
“El cuento me da la posibilidad de buscar, a través de diversas historias, la unidad. La novela siempre es la gran unidad, pero también un libro de cuentos puede ser la gran unidad cuando tienen vasos comunicantes, los personajes y los espacios se empiezan a repetir”.
hc