Un “estallido de desesperación”, como Gustav Mahler definió al Último movimiento de su Sinfonía 1 en re menor Titán, retumbó en el Teatro Juárez gracias al genio de Gustavo Dudamel.
El reconocido director de orquesta venezolano invocó al compositor austro-bohemio para su presentación en la edición 50 del Festival Internacional Cervantino, que fue un vaivén de sentimientos.
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Pero antes de dirigir los 4 movimientos de la Sinfonía 1 de Mahler, Dudamel abrió la noche en el recinto cultural más representativo de Guanajuato con Altar de cuerda, de la compositora mexicana Gabriela Ortíz, que estuvo presente en el Teatro.
Para esta pieza, el director contó con la presencia de la violinista española María Dueñas, que demostró por qué es considerada, a sus 19 años, una prodigio de su instrumento.
Desde sus primeras notas, María, que portó un vestido verde que la hizo resaltar entre los atuendos negros de los integrantes de la Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil), asombró al público con el vigor de su ejecución.
La pasión y el talento de la alumna de Boris Kuschnir se notó en el arco de su violín, que terminó con varias hebras al aire por su desgaste.
Finalizados los tres movimientos que constituyen Altar de cuerda (Morisco chilango, Canto abierto, y Maya déco), Gustavo fue el primero que aplaudió la maestría de la española, que el año pasado obtuvo el primer lugar del Concurso Internacional Yehudi Menuhin para Jóvenes Violinistas, y requirió la presencia de Gabriela Ortiz en el escenario, donde los espectadores le brindaron abundantes aplausos.
Tras un intermedio de 15 minutos, el también director musical de la Ópera Nacional de París reapareció en la tarima con su impecable traje negro y no tardó mucho en comenzar con el Primer movimiento (Langsam schleppend) de la obra que significó el debut de Mahler en el terreno de las composiciones en 1888.
Repleta de crestas y valles, la Sinfonía 1 gustó a los asistentes, que llenaron las butacas del recinto inaugurado en 1903 por Porfirio Díaz y no perdieron detalle de los gestos bravíos, pero precisos, de Dudamel.
De la pieza de Mahler, se sabe que el compositor la concluyó cuando tenía 28 años; que la estrenó en Budapest en 1889; que con su primera presentación generó rechazo por parte de los intelectuales y la prensa; que el compositor la modificó para volverla a presentar en 1893 en Hamburgo, bajo el nombre de Titán; y que es posible que esté inspirada en su relación con la soprano Johanna Richter.
Después de dirigir los 4 movimientos de la Sinfonía 1, el director venezolano recibió el respeto y cariño del Teatro a través de aplausos y bullas, que no dejaron de sonar por casi 10 minutos.
Ante este ambiente festivo, Dudamel, aún más contento, decidió dar un extra: se colocó frente a LA Phil y coordinó otro fragmento para extender el goce musical en el Cervantino.
Al final, el director, que ostenta múltiples premios Grammy en su vitrina y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, agradeció a sus músicos y, sobre todo, al público cervantino, que lo arropó en la que seguramente recordará como una noche inolvidable. El Cervantino abrazó a Dudamel, y él correspondió con su genio y su cariño.
amt