Hace algunos años, Carlos Pérez Sámano leyó Los ingrávidos, de Valeria Luiselli, en el que la autora relata que una joven es perseguida por el fantasma de Gilberto Owen (1904-1952). Esto lo impactó y decidió ir en busca de la tumba del poeta.
Después de seis años y por azares del destino, la encontró abandonada en Filadelfia. No era su proyecto de vida, de hecho, Pérez Sámano explica que se encontraba por otros temas en Estados Unidos, pero entrevista con MILENIO aceptó que se sintió conectado con el escritor y, tal vez, “el mismo Owen quería que no lo olvidáramos”.
El hallazgo se viralizó en redes sociales, uno de los hijos agradeció la noticia y algunas autoridades quieren intervenir en el rescate de los restos de Owen, quien perteneció Los contemporáneos junto a Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, José Gorostiza y Jaime Torres Bodet.
¿Iniciaste buscando la tumba como fan?
Por razones personales me fui a Filadelfia y tenía ganas de visitar la tumba. Entonces descubrí que nadie me podía decir dónde estaba. Busqué en internet y en varios lugares pero no encontré nada y comencé una búsqueda muy personal, no era un proyecto ni nada.
¿Cómo te enteraste que Owen murió en Filadelfia?
Por Wikipedia. Me metí a la página en inglés y ahí decía que había muerto en Filadelfia. Busqué en varios panteones y nada. Cuando ya iba a regresar, la compañera con la que vivía me dijo: “¿Te vas a ir y no encontraste nunca la tumba?”. Ella se metió en Find a Grave y salió que estaba en Holy Cross Cemetery pero no tenía la ubicación exacta. Fuimos a la oficina donde guardan los archivos y ahí estaba: Sección 57, campo 13, lote 29, pero no tenía nombre, una lápida, nada más.
¿Sabes cómo murió?
No, he leído que murió de alcoholismo, de cirrosis o algo así, pero no lo sé. Creo que es como el misterio del cuerpo de Federico García Lorca, nadie sabe lo que pasó, igual pasa con Owen, es un misterio.
El descubrimiento de la tumba del poeta sucedió en marzo de 2022, pero en semanas recientes, Pérez Sámano decidió poner un tuit con una foto revelando la noticia y nunca imaginó que su descubrimiento causaría revuelo.
¿Es como si el propio Owen te hubiera dicho dónde estaba su tumba?
Te puedo decir que ha sido una relación fuerte sin entrar en temas metafísicos o esotéricos. Pero sí hay coincidencias extrañas, lo encontré a 70 años de su muerte y en marzo, mes de su fallecimiento. A partir de ahora, es ver cómo él solito va buscando su camino. Creo que haberlo encontrado lo regresó a la vida, en el sentido de que no lo olvidemos.
¿Consideras que hay algunas coincidencias entre él y tú?
Yo llegué a él a través el libro Los ingrávidos, en el que lo mencionan, y después a partir de su obra, que es muy interesante porque habla mucho de la muerte. Me sentía de alguna manera conectado con él porque decía: yo estoy en Filadelfia, él estuvo aquí también. Yo escribo poesía, él también. Estudió en el Instituto de Literatura que ahora es la Universidad del Estado de México y yo crecí en Toluca, él creció en la misma ciudad. Sentía que de alguna manera nos parecíamos un poco o compartimos algunas cosas. Creo que él se va ir revelando solito; en el libro de Valeria Luiselli aparece como un fantasma.
¿Qué es lo más importante para ti?
Recuperar su memoria, había gente que no sabía quién era y me da gusto porque va a empezar a leerlo. Pensar que alguien que ya murió pueda seguir siendo leído, apreciado, valorado y que la gente se identifique con su poesía, es lo que me gustaría que me pasara a mí en algún momento. Owen se va ir revelando poco a poco.
¿Te han contactado los familiares del poeta?
No, solo leí que el hijo supo que su padre murió en Filadelfia pero nunca le dieron seguimiento, él no sabía dónde estaba enterrado. Tal vez sea muy aventurado decirlo pero puede ser que lo enterraron en unas condiciones no muy solemnes.
¿Las autoridades han dicho algo?
Me acerqué al consulado de México en Filadelfia para decirles que había encontrado la tumba de Gilberto Owen. Ellos incluso me contaron que había sido cónsul y me dijeron: “Avísanos”, ya lo saben. Pero insisto, no hay lápida ni ninguna identificación, pero lo que sí está es el registro en el cementerio. Claro, tendrían que exhumar el cuerpo para saber si es o no el poeta pero no me dijeron nada concreto.
¿Qué sigue?
Yo encontré la tumba, no sé qué van hacer. No quiero que siga ahí, quedándose sin que se sepa dónde está. Por eso lo publiqué, con la intención de que alguien me pusiera en contacto con los parientes, la gente comenzó a compartirlo y llegó a manos de muchos intelectuales, escritores, escritoras e incluso de políticos. Se creó un comité en Sinaloa para recuperar los restos, y me están llamando de varios medios, incluso de Filadelfia. La verdad no imaginé que fuera hacer algo tan relevante y lo importante es que al menos le pusieran una lápida, una tumba decente.
De reciente creación, el Comité pro rescate de la obra literaria y los restos de Gilberto Owen se pronunció por trasladar los restos del poeta a Sinaloa, su tierra natal, un proceso largo que tendría que comenzar con estudios para saber si en realidad los restos del poeta están en Filadelfia desde hace 70 años, por lo que está misteriosa historia apenas comienza.
Un escritor desterrado
Cecilia Kühne Peimbert, escritora y especialista en historia y literatura mexicana, dijo en entrevista con MILENIO que la figura de Gilberto Owen está rodeada de leyendas no precisamente gozosas.
“Fue nieto de un minero irlandés. Gilberto Owen formó parte del grupo Contemporáneos, estuvo muy cerca de Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, poetas también maravillosos, cuyos insoportables tormentos los llevaron a quitarse la vida”.
Owen nació en El Rosario, Sinaloa, en 1905, y falleció en Filadelfia, Estados Unidos, en 1952. Diplomático de amplia y rigurosa cultura, vivió gran parte de su vida en el extranjero, primero en Estados Unidos, después en Ecuador, Perú y Colombia hasta que fue destinado al Consulado de México en Filadelfia.
“Ahí comenzó a presentar misteriosos problemas de salud que lo dejaron ciego desde 1950. Algunos se arriesgaron a decir que estaba tocado por la cirrosis; otros, que tal vez había adquirido una enfermedad extranjera, misteriosa e incurable. Sin embargo, todos coincidían en decir que Owen nunca estuvo mucho tiempo en ninguna parte y que tal vez aquella condición de desterrado fue la que impidió que trajeran sus restos mortales a la antes llamada Rotonda de los Hombres Ilustres. La soledad y el viaje interior fueron los temas predominantes de su poesía”, explicó.
Poemas en solitario
Simbad el varado, de 1948, se convirtió en su obra más característica y ambiciosa porque relata un viaje, calificado de esotérico y personal, “en busca de la recuperación”.“Siempre solitario, sus poemas se abren a un aliento mítico cuya vastedad y contenido no se parecen a los otros poetas de la época. Algunos definen a Owen como el más vanguardista de los Contemporáneos, mas para verificarlo no hay mejor estrategia que leerlo”, finalizó Cecilia Kühne Peimbert.Otros libros de poesía como Desvelo (1925), Línea (1930), El libro de Ruth (1944) y Perseo Vencido (1948) demuestran su gran genio, pero también un ánimo más nublado que luminoso. Publicó también la recopilación de relatos La llama fría (1925) y una narración extensa titulada Novela como nube (1928), una prosa, por supuesto, cargada de poesía.
yhc