Hans Zimmer, uno de los compositores de bandas sonoras más reconocidos y prolíficos de la actualidad, está convencido de que "las bandas sonoras son las nuevas óperas del siglo XXI".
El músico habló a propósito del show The world of Hans Zimmer, que inaugurará la cuarta edición del Universal Music Festival en el Teatro Real de Madrid.
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Con ese espectáculo ha recorrido grandes recintos deportivos europeos desde abril de este año y ésta será su primera visita a España. Sonarán los temas de películas como The Dark Knight, The Prince of Egypt o Mission Impossible 2 bajo la directa supervisión de su autor.
No estará él, sin embargo, al frente de la orquesta, sino uno de sus amigos y más directos colaboradores, Gavin Greenaway.
"Cada joven artista necesita un mentor; cuando yo era un artista que pasaba bastante hambre, el padre de Gavin me invitaba cada domingo a comer, así que nos conocemos desde niños. Ha sido director de muchas de mis bandas sonoras, si no de casi todas, por lo que si alguien puede hacerlo mejor incluso que yo es él", dijo Zimmer.
En la selección final no faltará un guiño a The Lion King, obra por la que recibió un Oscar de la Academia de Hollywood y en cuyo remake volverá a sumergirse después de este proyecto.
"El Oscar no tuvo ninguna repercusión especial más allá de pasarme hasta las 4 de la mañana bebiendo con Claudia Schiffer, pero The Lion King sí que marcó una diferencia", subrayó.
Según contó, una de las razones que le impulsó a aceptar la oferta de Disney fue que, tras años trabajando en películas de Ridley Scott, nunca había podido llevar a un estreno a su hija mayor, que en aquel momento tenía 6 años.
"Además, su contenido me tocaba mucho el alma, porque mi padre falleció cuando yo tenía 6 años, como en la película. Recuerdo que en aquel momento aún había apartheid y que tenía un amigo refugiado de Sudáfrica que trabajaba en un lavacoches. Es a él a quien se escucha en primer lugar en la grabación".
Como curiosidad, este compositor alemán que ha puesto música a filmes como Inception, Pearl Harbor o Dunkirk, por la que recibió su última nominación al Oscar, reveló que en su carrera se arrepiente de haber dicho que no a Léon, de Luc Besson, por falta de tiempo.
"Pero luego pienso que las películas que no he hecho y que me gustan, me gustan precisamente porque no las hice yo, como las de Ennio Morricone", afirmó antes de declararse también muy fan del español Alberto Iglesias.
"El mundo va cada vez más deprisa, pero lo que nunca perderemos es que nos gusta que nos cuenten historias", dijo, antes de defender su vigencia frente a las críticas más conservadoras de ciertos sectores de la música clásica.
En este sentido, destacó que "había un problema en esos conciertos". "La música clásica corría el peligro de matar a la música porque nadie quisiera verla nunca más. No es que fuese mala. Lo malo era la actitud, porque se hizo elitista", denunció.
"Yo no soy ese tipo de hombre; yo hago música que la gente pueda disfrutar".
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