Henry Miller y su particular deseo por dar un gran rodeo

Miller va de la literatura a la vida y de la vida a la literatura.

Expone algunos de sus pensamientos más libres. Especial
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Henry Valentine Miller suele ser definido como un escritor crítico no solo de la vida social o política, sino incluso del puritanismo que definía (¿define?) a una parte de la sociedad estadunidense, sobre todo luego de la reacción que se dio en ese país frente a las experiencias sexuales que describe en su literatura con el tono más crudo que el lenguaje puede ofrecer.

Incluso, uno de sus títulos clave, Trópico de cáncer, publicado en 1934 en París, fue prohibido en Inglaterra y Estados Unidos al declararlo un libro pornográfico. La censura, al menos en Estados Unidos, se mantuvo hasta los primeros años de la década de los 60, cuando ya pudo circular sin ningún problema.

Si bien toda su obra se concibió como una especie de autobiografía, el rescate propuesto por Malpaso Ediciones de uno de sus libros prácticamente desconocidos permite tener una mirada un tanto más amplia a quien Juan García Ponce consideró como “uno de los puntos clave de la literatura norteamericana contemporánea”.

Se trata de Quisiera dar un gran rodeo. Epistolario, que surge de una correspondencia que sostuvo con Michael Fraenkel, entre 1835 y 1938, donde la figura de Hamlet –que fue su título original– se convierte en un pretexto para reflexionar sobre muchos otros asuntos, tanto de la vida como de la creación en sus diferentes formas.

Uno de los principales impulsores para lograr la publicación del libro, a fin de los años 90 del siglo XX, Michael Hargraves, se vio en la necesidad de recortar el volumen y dejar solo las cartas de Henri Miller, convencido de que “la belleza del libro no radica en el examen de Hamlet (si bien estoy seguro de que un erudito shakespeareano podría disfrutar enormemente con el libro), sino en la forma como los autores se van por las ramas para revelarse”.

En Quisiera dar un gran rodeo, Miller va de la literatura a la vida y de la vida a la literatura. Hargraves encuentra en estas páginas a un ser “que disfrutaba de la vida a borbotones”, pero también algunos de sus pensamientos más libres y, por supuesto, llenos del estilo sarcástico que definió no solo a su literatura, sino a su vida misma. 

Veredicto

9.0

Portada        9.5

Edición        8.0

Contenido  9.5

TOP 3. La trilogía del autor

Sexus

Se centra en las experiencias sexuales del narrador, y se comparten con absoluta carencia de perjuicios.

Plexus

Volumen central de la trilogía, en la que se recrea, mediante flashbacks la infancia del escritor.

Nexus

Refleja su relación con Mona, su segunda esposa, y a comprender que sus raíces están en Europa.


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