El municipio de El Oro, ubicado al norte del Estado de México, históricamente se dedicó a la extracción de minerales. Cuenta con una amplia influencia extranjera, es una de las joyas de la entidad mexiquense y cuenta con un pasado que lo hace un lugar de estudio. De acuerdo con los archivos históricos, el 15 de diciembre de 1890 fue inaugurado el primer ferrocarril de Tultenango, El Oro, San Onofre y Yondejé, lo que permitió mejorar la comunicación entre una empresa minera y la red ferroviaria nacional.
La historia minera de este municipio pareciera ser fortuita, ya que los primeros indicios señalan que, en la década de 1780, un niño que se dedicaba al pastoreo descubrió rocas brillantes una vez que cayó un aguacero en el municipio. Desde ese momento comenzaron las investigaciones y se darían cuenta que había un posibilidad de explotar minerales.
Al tratarse de un fenómeno único, fueron necesarios estudios y tecnologías extranjeras que permitieron descubrir la vocación del municipio a través de la explotación de material precioso, por ello, llegó en la década de 1820 la primera compañía inglesa de nombre “United Mexican Mining”.
Del agrado de Porfirio Díaz
El ex presidente de México tuvo una gran influencia extranjera durante su gobierno y en algunas de sus decisiones, al grado que varias calles y edificios de distintas partes del país tienen rasgos de otras naciones. Esto se debe a que disfrutaba de viajar y traer algunos elementos que pudiera adecuar al contexto mexicano, principalmente en la arquitectura.
En este sentido, el municipio de El Oro fue fuertemente impulsado por él, lo que provocó que fuera conocido internacionalmente por la explotación de oro y plata. Para el ex presidente era fundamental contar con elementos que sobresalieran, en especial por su actividad minera.
Las principales tiendas comerciales de marca y de lujo de la época fueron instaladas y, aunado a ello, creó una obra que continúa vigente y se trata del “Teatro Juárez”, el cual fue un espacio empleado por la aristocracia de la época. En términos generales El Oro se convirtió en un espacio cosmopolita, pero sobre todo de orden extranjero.
El teatro no fue la única construcción de la época, también lo es el Palacio Municipal, ya que ambos tienen toques de la arquitectura neoclásica francesa y de 'art nouveau', una corriente que fue muy popular a principios del siglo XX. Al percatarse de todo el potencial que había en la región, la autoridad impulsó en 1877 la construcción de su primer ferrocarril, símbolo de progreso de ese tiempo.
Aspecto de época
Uno de los elementos que más sobresale es precisamente la estación del ferrocarril, que es de color verde y está ubicada en el primer cuadro de la ciudad. Fue explotada por la empresa “El Oro Mining and Railway” durante varias décadas y conectaba con Tultenango, El Oro, San Onofre, La Trinidad, Yondejé, Providencia y Palizada, todas haciendas. Actualmente está Odón, ubicado en la avenida “Del Ferrocarril” y sus ciudadanos han utilizado el pasado histórico para crear atractivos turísticos.
Este es el caso de Vanessa Alcántara, chef de “El Vagón de El Oro”, un restaurante montado en una estructura ferroviaria. “Se ha convertido en un punto de encuentro de los turistas que llegan y muchas veces se quedan aquí para distribuirse a otros lugares y pues el vagón es muy importante en este punto, porque el ferrocarril tuvo mucha importancia minera ya que por este medio transportaban el mineral”.
La historia de este vagón data de hace varias décadas, cuando el tren llegó a Tultenango. Estuvo abandonado algunos años y se vio afectado; sin embargo, lo rescataron, restauraron y dejaron algunos elementos intactos como la cocina y el techo, los cuales dan la sensación de haber comprado un ticket con rumbo a la historia.
“Afortunadamente hemos tenido mucha respuesta por parte del turista, siento que el ferrocarril es como un lugar en donde hay recuerdos, donde la gente adulta recuerda a dónde viajaba en el tren, los niños se asombran porque dicen ahorita ‘ya viaje en tren’ pero se asombran cuando están dentro”.
Además el Pueblo Mágico adoptó una vocación turística y en los últimos años ha posicionado ciertos atractivos para los ciudadanos, entre ellos la Presa Brockman, un vaso artificial que actualmente es destinado para la distribución del recurso hídrico, pero sobre todo, para la recreación.
La Secretaría de Turismo mexiquense destaca que este lago artificial cuenta con una serie de senderos, vida silvestre y panoramas naturales que permiten que los visitantes disfruten de bellos paseos. La invitación de los lugareños es que visiten este municipio que también cuenta con recorridos históricos y otros atractivos que están disponibles casi toda la semana.
KVS