Hockney, de visita en el Museo Van Gogh

“Hay parecidos fuertes en cuanto a colores, tiene contrastes de morado y amarillo, recorta los árboles, permite hacer zoom de vez en cuando en un simple camino”, dice Edwin Becker sobre la obra del pintor británico.

La alegría de la naturaleza exhibe 60 obras, incluidos bocetos, acuarelas y dibujos. Robin Utrecht/EFE
Editorial Milenio
Ámsterdam /

Los separa un siglo de vida, pero los paisajes coloridos retratados en la actualidad por David Hockney y en el siglo XIX por Vincent van Gogh, expuestos cara a cara en Ámsterdam, brillan de la misma manera, hablan el mismo lenguaje e inspiran similar alegría.

El humor y la actitud de pintor inglés Hockney gana respecto a Van Gogh, pero la influencia del artista holandés en su forma de mirar el paisaje es inconfundible: “Si nos fijamos en los cuadernos de dibujos, se puede ver la misma línea energética y giratoria, los puntos, las mismas curvas”, explica el curador Edwin Becker.

El uso salvaje del color abruma al caminar por esta exposición del Museo de Van Gogh de Ámsterdam, donde se exhiben desde este fin de semana y hasta el 26 de mayo un total de 60 obras de Hockney, incluidos libros de bocetos y dos series de acuarelas y dibujos de carbón.

Presencia de Yorkshire

La exposición se centra en los cuadros pintados por Hockney ante su abducción por los paisajes de su Yorkshire natal, donde regresó en los noventa después de haber vivido varios años en California.

La obra monumental de Hockney, La llegada de la primavera en Woldgate (East Yorkshire, 2011) es una de las muestras más impresionantes. Consta de 32 partes y en total mide 10 metros de ancho por cuatro de alto y está colocada en el centro de la exposición, para “no dejar indiferente a nadie”.

“Cuando miras esta obra sientes una colisión con las pinturas de Van Gogh, y entonces miras para arriba, hacia la gran llegada de la primavera como un escenario. Hemos hecho una especie de interacción dramática entre Van Gogh y Hockney”, explica Becker sobre la muestra titulada La alegría de la naturaleza.

Becker cree que en caso de la naturaleza, ambos artistas muestran una actitud semejante, porque seguramente vieron paisajes impresionantes antes pero no fue hasta que se cambiaron de lugar cuando se les abrieron los ojos, lo cual es “algo que te hace darte cuenta de que debes mirar la naturaleza con cuidado”.

Los cuadros pintados por Hockney en torno al 1978, son los que más “traicionan” al británico en su inspiración en Van Gogh porque es cuando “se ve la clara similitud en el estilo de pintura” entre los dos artistas.

“Hay parecidos fuertes en cuanto a colores, tiene contrastes de morado y amarillo, recorta los árboles, permite hacer zoom de vez en cuando en un simple camino”, concluye Becker, la mano que organizó está exhibición.

Un artista vivo

Es la primera vez que el museo sienta a su artista frente a un pintor vivo, pero es que David Hockney, de 81 años, es considerado uno de los artistas “más inspiradores de nuestro tiempo”, en palabras del director, Axel Rüger, y hace unos meses, subastó uno de sus cuadros en Nueva York por un récord de 90.3 millones de dólares, la cantidad más alta cobrada, en vida, por una obra de arte.


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