Incomoda a la gente que una mujer se empodere: Hustvedt

La autora explica que “el cuerpo siempre se ha asociado con la mujer, la emoción, la naturaleza, y el intelecto con la masculinidad”.

La ensayista y novelista estadunidense.
Carlos Rubio Rosell
Madrid /

En la cultura tenemos una tendencia a establecer líneas muy fuertes entre el entorno, la mente y el cuerpo. Sin embargo, dice la escritora estadunidense Siri Hustvedt, no lo son tanto, porque el entorno se convierte en parte de nosotros. Por ejemplo, señala la autora, el desarrollo y la experiencia con la familia se convierte en parte de la plasticidad de lo que es el cerebro. “Así que imaginemos”, dice, “que en nuestra infancia hay un tipo de shock en esas relaciones en las que pensamos a la hora de crecer con nuestros padres, nuestros hermanos o nuestro entorno, pues eso altera la realidad física del cerebro, porque la división entre la naturaleza y la crianza es puramente artificial”.

Hustvedt (Minnesota, 1955) ha analizado las lagunas provocadas por esa división y ha llegado a la conclusión de que se deben “a que nadie se pone de acuerdo respecto a cuál es el modelo correcto para comprender lo que llamamos cerebro-mente, y la forma en que esos dos elementos se unen aún está a debate”.

En su libro de ensayos La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres, que Seix Barral acaba de publicar en nuestro idioma, la autora explora una serie de asuntos vinculados con la filosofía, la literatura, la psicología y la ciencia.

Considera que en la literatura hay una división tajante: “La idea es que se considera que la masculinidad es dura y la feminidad blanda. Las matemáticas, la física, las ciencias, son inevitablemente vistas como masculinas, y, básicamente desde el romanticismo, tendemos a considerar todas las artes como femeninas, de modo que un novelista masculino subraya la feminidad de su trabajo solo por el mero hecho de ser un hombre. Por otra parte, una mujer que se dedica a la física suele aparecer masculinizada por su trabajo. Yo he tratado de poner sobre la mesa la evidencia de que dentro de la mente de la cultura esto es lo que ocurre. Y la cuestión nos remonta de nuevo al tema cuerpo-mente. El cuerpo siempre se ha asociado con la mujer, la emoción, la naturaleza, y el intelecto con la masculinidad. Ya en Aristóteles la materia inerte era femenina y la forma masculina. Y ese es el principio animador de la vida. Así que esta división lleva dentro de la psique occidental muchísimo tiempo”.

Machismo y racismo

Generalmente, agrega, ponemos énfasis en la diferencia sexual desde el nacimiento, y existe una resistencia tremenda en la cultura a que sea de otra forma. Sostiene que “si muestras a la mujer como autoridad, los hombres se sienten castrados, y harán cualquier cosa para resistirse, aunque es cierto que también las mujeres viven bajo esa perspectiva. Constantemente veo en conferencias académicas que las mujeres están bastante satisfechas de escuchar a autoridades masculinas, y se ponen rebeldes a la hora de escuchar a una mujer. Esta política se da constantemente. Y creo que en el fondo se trata de la cuestión de que una mujer se haga cargo de su poder, de que se empodere; eso incomoda mucho a la gente. Y de un modo u otro a las mujeres se les castiga por esto”.

Para la escritora —autora de una decena de libros, los cuales le han valido premios como el Femina Étranger, de narrativa, y el Gabarron International Award, de pensamiento y humanidades—, esa es una de las razones por las que Hillary Clinton perdió las elecciones: “Creo que existen dos fuerzas muy poderosas que estuvieron trabajando en estas elecciones: el odio a las mujeres y el racismo. Los blancos votaron a Donald Trump en números significativos, porque ellos sienten que han perdido el privilegio que creían debían tener solo por el hecho de nacer blancos. Y sentir que a ellos les habían robado algo que merecían solo por el color de su piel influyó mucho. Se trata de una historia muy antigua y terrible en EU: la esclavitud, el racismo institucional. A pesar de esto, la gente de otras razas ha estado ganando cada vez más terreno, por lo que el resentimiento ha salido a relucir, sobre todo después de haber tenido ocho años a un presidente negro, extremadamente elegante e inteligente”.

Hustvedt también insiste en que es muy necesario eliminar prejuicios. “Cuando un hombre escribe una novela femenina, se dice que es muy sensible y maravilloso; pero cuando lo hace una mujer, a la gente le da un poco de asco, y se dice que es demasiado emocional”.

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