En 2019, con el proyecto Las Sor Juanas, la artista visual mexicana Indra Arrez fue una de las finalistas del concurso internacional de fotografía PHOTO IILA, por lo que recibió una invitación para viajar a Italia: su trabajo se expondría en el Museo di Roma in Trastevere.
Entonces, con mucho empeño, la joven comenzó a buscar recursos para el viaje: “Le escribí a quienes no tienes idea, era buscar ayuda”, recuerda en entrevista con MILENIO.
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Por momentos pensó que no lo iba a conseguir, pero afortunadamente lo logró.
Tras esta experiencia donde no pocas veces la asaltó la desesperación, la creativa se dio cuenta de lo importante que es, como artistas, “saber vender lo que hacemos, pero más allá de vender, comunicarlo”. Por eso, al poco tiempo comenzó el proyecto con el que busca “impulsar el talento en México desde la comunicación y la estrategia”: El arte de ser.
El arte de ser
“Quiero que otras personas tengan la oportunidad de contactar gente, de estar en redes sociales, de compartir lo que más les gusta y de eso lograr posicionar su proyecto artístico”, señala la artista de 25 años.
Indra empezó a tomar fotos a los 11 gracias a una cámara que le regaló su papá. Luego, en la secundaria, su dominio de la plataforma Picnik la convirtió en la editora de fotos de sus amigos. Por ende, al llegar al nivel de educación superior, se inclinó por la Facultad de Fotografía de la Universidad Veracruzana, “y no fui admitida”.
Este rechazo pudo haberla hecho revirar, pero insistió en su pasión y se matriculó en la carrera de Publicidad y relaciones públicas, en la misma institución de Veracruz. “Obviamente son carreras muy diferentes, pero tienen en común la parte de comunicación; actualmente no hay artista que no tenga que comunicar lo que hace, esa parte de las colaboraciones, el networking”, apunta.
En 2019, año en que se aventuró a presentar su trabajo en convocatorias nacionales e internacionales, ser seleccionada en PHOTO IILA le cambió la vida. El escudriñar y perseguir recursos la hizo ver la necesidad de los artistas mexicanos por entender y sacarle jugo a las herramientas de comunicación y de marketing que existen.
“Uno de los problemas principales que tiene el artista es que desconoce conceptos básicos como economía naranja, qué es marketing cultural, marketing artístico, qué es una estrategia, un objetivo, porque tienen solo la visión artística – comenta Indra –. Y está bien, porque el artista tiene que tener el objetivo de crear, y actualmente eso se ve un poco nublado porque tenemos que saber de todo: de finanzas, ser tu contador, de social media, saber escribir. Entonces, ese es nuestro objetivo: lograr posicionar ese conocimiento en diversas formas que lleguen a los artistas”.
El arte de ser tiene como eje un sitio web donde los interesados puede enterarse rápidamente de los servicios que brinda la plataforma: desde diseño de contenido para redes sociales hasta la elaboración de una estrategia de lanzamiento para algún proyecto.
“Cualquier artista nos puede escribir, algo que me gusta exaltar mucho de la plataforma es que es totalmente personalizada. Me gusta ver cómo se empieza a difundir y compartir la información”, resalta.
Asimismo, la impulsora de las industrias culturales reconoce que “ahorita se habla mucho de la parte negativa de las plataformas digitales, de que ‘Hay mucha competencia’”, pero ella prefiere darle la vuelta a esto y verlas como “un puente para conectar con más personas”.
“El arte es un vehículo para todo el cambio social, sigue siendo algo muy importante; aunque no sea una necesidad, los artistas podemos ser estos agentes de cambio desde lo que hacemos”, afirma.
Indra está convencida que con El arte de ser se puede generar un panorama artístico más sólido y empático, pues “no es de que encontré la información y es para mí, sino que otros a mi alrededor también la usen, que inspire a otros, que se pueda formar una red más fuerte”.
Los sueños
Indra, que ha expuesto sus obras en países como España y Suiza, y ha sido ponente en evento como el Festival Internacional de la Imagen de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y el Congreso Internacional de las Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Querétaro, apunta a Queen como su primera experiencia artística.
“Mis papás me impulsaron a consumir arte que a ellos les gusta desde la parte musical y visual; me acuerdo estar chiquita y ver conciertos de Queen, a partir de eso me despertó ese brillo que todos tenemos de decir ‘Quiero llegar a hacer eso’. Me gustó ver cómo compartían su arte con otras personas”.
Clases de ballet, jazz y flamenco fueron lo siguiente en el camino creativo de la artista, hasta que descubrió la fotografía.
“Mi esencia tiene que ver con el renacimiento, con toda esta parte de los sueños; de hecho, algo que me llama la atención es todo lo que tiene que ver con el subconsciente, entender la mente, entender por qué soñamos”, comenta sobre el alma de sus obras.
La creativa confiesa que “la magia” de su arte ocurre no al hacer click en la cámara, sino “cuando me siento en una computadora y empiezo a editar una foto, porque es hasta ese punto que puedo enseñarles a las personas lo que estoy pensando”.
“De eso se trata mi arte: que sea una ventana hacia que no hay nada imposible”, concluye.
hc