En los tiempos en los que no existía el concepto libertad de expresión, existió una institución religiosa que, con el argumento de combatir la herejía y preservar las buenas costumbres, castigó a miles de personas de formas insólitas: la Santa Inquisición, también llamada Santo Oficio.
Esta organización, que para algunos se originó formalmente en el Concilio de Toulouse, una reunión de los jerarcas de la Iglesia católica que aconteció en 1229, mientras otros señalan que existió desde 1184, con el mandato del pontífice Lucio III a los obispos para inspeccionar las diócesis,se estableció formalmente en la Nueva España el 4 de noviembre de 1571.
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Aunque años antes, en 1535, Alfonso Manrique, inquisidor general de España, nombró inquisidor a Juan de Zumárraga, primer obispo de México, lo que no resultó tan bien, pues este religioso mandó a quemar a un nieto de Netzahualcóyotl tras acusarlo de seguir realizando ofrendas a sus dioses. Por esta acción, que marcó a la primera víctima de la Inquisición en el entonces nuevo territorio, Zumárraga fue reprendido, pues se estableció que la institución no podía proceder contra los nuevos católicos indígenas.
Qué castigaba la Inquisición
Durante la conferencia El pecado y las tentaciones en la Nueva España, realizada hace unos años en el Museo Franz Mayer, Consuelo Maquívar, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH, afirmó que la Inquisición sólo juzgaba a españoles, criollos, mestizos y castas (mulatos y negros), luego de recibir denuncias de sus informantes, que provenían tanto de la nobleza como de estratos populares.
“Ningún indígena fue sujeto a proceso inquisitorial, ellos estaban exentos de estos juicios”, señaló la historiadora.
Herejía, que consistía en negar dogmas de fe; culto a otras religiones, la solicitación (pedir favores sexuales durante la confesión), la hechicería, la blasfemia y proferir públicamente improperios sexuales, eran las prácticas y actitudes que juzgaba el Santo Oficio.
“De 1570 a 1739 hubo 230 prohibiciones sobre circulación de obras, pero entre 1740 y 1819 hubo 1788 prohibiciones que tenían que ver con la lectura”, señala un artículo de la revista digital de la UNAM sobre la prohibición y quema de libros; un aspecto que se difundía a través de índices (index, en latín).
Ante este aspecto, Maquívar declaró que “ las ideas siguieron circulando gracias al contrabando de libros que venían de Europa, escondidos entre las telas y otros productos. El cura Miguel Hidalgo llegó a tener muchas obras de la Ilustración que fueron prohibidas”.
Cómo eran los castigos de la Inquisición
José María Morelos y Miguel Hidalgo fueron personajes que tuvieron juicios ante la Inquisición y luego “fueron enjuiciados y ejecutados por los tribunales militares, debido a sus actividades políticas y no por sus faltas religiosas”, reveló Consuelo Maquívar.
La experta también compartió que, en la Nueva España, la Inquisición juzgó a aproximadamente a 300 personas y de ese total sólo 43 recibieron el castigo de la muerte en la hoguera, algo que llevaban a cabo las autoridades civiles porque “la Iglesia católica no podía matar”.
Vergüenza pública o sambenito (que consistía en llevar una túnica burda con una cruz de San Andrés y un gorro llamado capirote), destierro (temporal o perpetuo), multas, condena a trabajar los galeones de la flota española e incautación de bienes, eran otros castigos que aplicó la institución religiosa en ese entonces.
Asimismo, la absolución o suspensión del proceso era algo posible durante los juicios, pero ocurría en pocas ocasiones.
yhc