Entre 2002 y 2007 el artista interdisciplinario Emilio García Wehbi desarrolló Proyecto Filoctetes, una intervención urbana que surgió como respuesta a la “crisis económica, política y social que estaba atravesando Argentina entre los años 2000-2001, producto de una de las políticas neoliberales que fueron destruyendo la trama social al nivel de dejar a muchas personas expulsadas del sistema y expuestas a vivir en las calles”, explica Maricel Álvarez.
Ver cómo Buenos Aires se iba poblando cada vez más de personas en situación de calle, así como la indiferencia que los transeúntes tenían hacia éstas, hizo que García Wehbi diseñara una intervención artística que consistió en colocar 25 muñecos hiperrealistas de látex en puntos estratégicos del espacio público, simulando “posiciones de abandono, accidente o necesidad”.
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Las diversas reacciones que se generaron a partir de este ejercicio artístico fueron documentadas y más adelante —en 2020— la curadora Maricel Álvarez recuperó el registro para catalogarlo y conservarlo en lo que hoy conforma el Archivo Filoctetes, a partir del cual se han realizado activaciones multiformato; como parte de éstas se presentará una instalación en el Museo Universitario del Chopo del 2 al 20 de agosto, integrada por fotografías, videos, audios, documentos y dos de los muñecos utilizados en las intervenciones urbanas.
En entrevista, la curadora habla sobre el impacto del proyecto y cómo fue recibido en las cuatro ciudades en las que se llevó a cabo: Viena y Buenos Aires, en 2002; Berlín, en 2004, y Cracovia, en 2007.
—¿Cuál fue la razón por la que el Proyecto Filoctetes se llevó a cabo primero en una ciudad europea?
La idea era iniciar en Buenos Aires pero en aquel entonces los recursos para proyectos culturales eran mínimos. Emilio García Wehbi era un artista independiente que no estaba amparado en el marco de ninguna institución, sin embargo, al ser un artista de renombre internacional —director y fundador de El Periférico de Objetos, un grupo emblemático de teatro argentino—, consigue el financiamiento a través del Wiener Festwochen, un festival de teatro en Viena, y realiza así la primera acción del proyecto en mayo de 2002. Con este aval regresa a Argentina y en colaboración con la Universidad de Buenos Aires y el Centro Cultural Ricardo Rojas lleva a cabo la acción en noviembre del mismo año en la capital del país.
—¿Cómo fue la diversidad de reacciones que se desataron a partir del Proyecto Filoctetes, tomando en cuenta que se realizó en lugares y contextos diferentes?
En las cuatro ciudades hubo reacciones muy diversas entre sí, a la vez que hubo muchas otras idénticas: primó la indiferencia, el temor por acercarse al otro; en algunos casos también prevaleció el enojo ante la confusión, ante el aparente engaño; pero en muchos otros hubo reacciones de profunda empatía, de interés, de acercarse no solamente para entender cuál era la estrategia del artista, sino con una enorme necesidad de dar inicio a una conversación sobre el estado de las cosas, sobre la situación y el rumbo del mundo, sobre un sistema despiadado, sobre las enormes y brutales diferencias de los individuos que habitamos esta tierra.
En los países latinoamericanos, las reacciones diferentes básicamente tienen que ver con cuestiones culturales o idiosincráticas, en donde las respuestas eran, si se quiere (ver así), más intempestivas, más pasionales, mientras que en los países europeos la distancia social se imponía. Pero fue un proyecto que causó una profunda conmoción con reacciones tanto a favor como en contra.
—Muchas de estas reflexiones, imagino, surgen a partir de la observación del Archivo Filoctetes, ¿pero cuál fue la necesidad inicial de crearlo?
Absolutamente. Primero el corpus documental era de una riqueza que ameritaba ser exhibido, ser compartido con otros. Durante más de 20 años más de mil 800 fotografías, 40 horas de material audiovisual sin editar, infinitos papers académicos, notas de prensa, entrevistas, escritos de testimonios orales, todo eso estuvo guardado en cajas, entonces hay algo ahí que habla no solamente de nuestra historia como artistas sino también de la historia de los contextos sociales en los que nos ha tocado vivir. Es un documento histórico-artístico.
Se hizo una pequeña labor de restauración, ya que se encontraba muy bien conservado, pero hubo más bien un trabajo de clasificación que invita a una nueva lectura del material. Por ejemplo, las fotografías tienen un valor artístico y no solamente un valor documental: la gran colección de gestos que registran dan cuenta de las reacciones que provocó la obra en los diferentes espectadores. Es un proyecto que tiene muchos soportes y por eso el archivo es tan nutritivo.
Me interesa profundamente cómo archivar las artes vivas siendo éstas básicamente un arte de duración efímera e inmaterial. El Archivo Filoctetes irrumpe como un proyecto autónomo del proyecto inicial del artista y aspira a ser otra cosa e ir evolucionando a medida que vayan incorporándose nuevos materiales a su acervo documental.
—Tomando en cuenta la situación actual que se vive en Argentina y viendo en retrospectiva, ¿qué cosas han cambiado y qué cosas siguen ahí desde que se realizó la intervención?
En términos de situación social lamentablemente el escenario se ha agravado. Hoy la situación no es solo tan dramática como entonces, quizá podría decir que es más. Hay más problemas sociales y más pobreza, más personas en situación de calle. Imagínate que además este archivo se crea en el año 2020, cuando atravesamos otra gran crisis mundial —en ese caso, sanitaria— que también dejó un tendal de muertos y de excluidos, porque todas las economías se vieron profundamente afectadas.
Son tiempos difíciles, son tiempos oscuros. Quizá entonces el gesto archivístico más político, más profundo, es aquel que apunta a seguir pensándonos en términos éticos, estéticos, políticos, no solamente como artistas, sino también como individuos comprometidos con nuestro entorno social y los tiempos que nos toca vivir, siempre desde los lugares desde los cuales tenemos cierta potencia y capacidad de acción. Nos dedicamos al arte, entonces es desde nuestra plataforma desde donde pretendemos activar o agitar un poco el pensamiento y la reflexión.
—¿Crees que habrá resonancias en el contexto de Ciudad de México?
Vamos a ver cuáles son las reacciones y qué tipo de interacción mantenemos con el público asistente. Emilio y yo estaremos presentes. Vamos a participar de una serie de conversatorios, vamos a llevar adelante algunas visitas guiadas y todo esto es muy rico para quienes se acerquen y para nosotros mismos, porque precisamente esto habilita la posibilidad de poder intercambiar opiniones según nuestras diferentes realidades, contextos, coyunturas y territorios.
Este proyecto se puede situar fácilmente en una ciudad como esta que es una gran metrópolis, en donde también podemos ver todas las diferencias que el sistema ha impuesto a nivel social, según las diferentes posibilidades de los individuos que componen esta trama.
Es una gran interrogante y es un poco también el motivo por el cual viajamos y acompañamos al archivo siempre que podemos, precisamente para ver de qué manera esto impacta en los lugares a los que llevamos el proyecto, para encontrar puntos en común y diferencias si las hubiera.
Para consultar las fechas y los horarios del conversatorio y las visitas guiadas puedes ingresar a este enlace.
PCL