Para acercarse al espíritu de Juan José Arreola, Fernando Rivera Calderón y JIS emprendieron un viaje a Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán.
Allá se tropezaron con infinidad de imágenes, algunas de ellas absurdas, que les permitieron construir el Arreolario. Instrucciones para leer a Juan José Arreola, un libro para redescubrir la obra del narrador jalisciense.
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"Somos un poco raros, no somos cómodos ni dentro de la ilustración, ni dentro de la literatura —cuenta Rivera Calderón— porque nos movemos en terrenos algo extraños, siempre cercanos al humor o al absurdo, y creo que el espíritu de Arreola está muy en eso; incluso, esa fue la razón del viaje a Zapotlán, para facilitarnos la historia, para tener experiencias o aventuras que fueran parte de la narración, a fin de que, al final, el acercamiento fuera como una especie de cuento arreolesco".
La aventura implicó circunstancias incluso graciosas, como que JIS, colaborador de MILENIO, no hubiera leído mucho a Juan José —dice que no lo leyó para no contaminarse con su obra a la hora de hacer sus dibujos—, pero “siempre me ha parecido que es alguien que conecta mucho con esa manera sorpresiva de narrar las historias”.
“Creo que Arreola conecta con un espíritu literario que está en autores como Borges, Cortázar o Calvino: esos escritores tienen muchos lectores en México y, curiosamente, pocos de ellos leen a Arreola, lo que me parece una verdadera tragedia dentro de la literatura nacional y parte del esfuerzo del libro era intentar que las nuevas generaciones conecten con este Arreola loco, delirante, siempre rayando en el absurdo y llevando la imaginación a niveles extremos”, especifica Rivera Calderón.
Arreola para viajados
Una de las consignas del Arreolario —que homenajea al escritor en el centenario de su nacimiento— fue construir un libro dirigido, sobre todo, a los jóvenes, pero “la verdad es que nos quedó un volumen como para gente un poco viajada de su cabeza”, narra el músico y escritor, convencido de que no se está leyendo como se debería al autor de Confabulario.
“Cuando iba en la secundaria, los fragmentos que siempre nos daban a leer de él son de La feria y me parece que no es el texto ideal para aproximarse a los jóvenes, teniendo otros textos delirantes o deliciosamente kafkianos, como ‘El guardagujas’, o cuentos de terror psicológico, por lo que me sorprende que en la escuela se les siga dando a leer esa obra, donde se retrata a un mundo que un niño de la ciudad ya no reconoce”.
Como lector de Arreola, explica Fernando, siempre se descubre a un escritor más grande, más poderoso, imaginativo y sorpresivo: “cada vez escribe mejor, sus libros resuenan de una manera más profunda, están llenos de misterios, secretos, claves, guiños… es un autor que, a diferencia de lo que me ha pasado con el mismo Cortázar, cada día me resulta más explosivo: su prosa poética es más peligrosa. Es un regalo literario para las nuevas generaciones”.
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