Durante años se ha narrado que los antiguos mexicas fundaron la ciudad de México-Tenochtitlan gracias a que encontraron un águila sobre un nopal mientras devoraba una serpiente, un mensaje del dios Huitzilopochtli. Una escena que sintetiza el mito en el Escudo Nacional Mexicano pero ¿y si esto no fuera verdad?
El investigador Guillermo Correa Lonche cuestiona la verdad histórica en su libro El águila y la serpiente. El problema del origen prehispánico del Escudo Nacional Mexicano (INAH, 2023), en el que examina con detalle las descripciones textuales e iconográficas del emblema.
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—¿No es verdad lo que nos han contado?
Todo mundo seguía esa versión oficial. Yo quise indagar y fui fuente por fuente, investigué los acervos documentales durante seis años, archivos, documentos, traducciones del náhuatl al español, y me di cuenta de que había muchas versiones distintas acerca del escudo fundacional de Tenochtitlan y que no eran como oficialmente se divulgó. Por ejemplo, Enrique Florescano (1937-2023) decía que cuando había algún acontecimiento importante del imperio mexica subían y ondeaban el estandarte del águila devorando la serpiente, pero después de revisar todas las fuentes, puedo decir que no hay una sola mención de esa magnitud.
—¿Qué más encontraste en la investigación?
La mayor parte de los historiadores seguían esa versión oficialista. Yo me di a la tarea de ofrecer una nueva versión en la que muestro fuentes y datos. En el libro hay muchas preguntas sin respuesta y son para que el lector encuentre sus propias conclusiones de lo que va a leer.
—Dices que la fundación de Tenochtitlan se encuentra en 52 fuentes históricas.
Sí y nadie lo había contabilizado, tenemos fuentes hechas en la transcripción de manuscritos pictográficos desaparecidos, es decir, momentos antes de que se destruyera un códice, los frailes, muy atentos, le decían a los escribas que los tradujeran. Y están las crónicas de los conquistadores, de los religiosos y la historiografía de los indígenas, pero también está la crónica de los extranjeros, que no son ni españoles ni mexicanos, sino alemanes como Enrico Martínez, quien castellanizó su nombre. Él traía algo muy novedoso que era su imprenta que había comprado a otros impresores a mediados del siglo XVI y, casualmente, esas imprentas tenían un sello y era de un ave devorando una serpiente. Ese sello se reprodujo en la colonia y nosotros no tenemos en el México prehispánico, en las fuentes, un vestigio que nos diga que había un águila devorando una serpiente.
—¿Los antiguos mexicas llegaron a un lugar elegido por los dioses?
Las fuentes más tempranas dicen que decidieron construir su imperio en el único lugar que encontraron, no les quedó más que habitar un lago putrefacto, lleno de algas, de tunares, el que no quería nadie, pero hábilmente reestructuraron su historia y cuando fueron líderes, lo primero que hizo el emperador fue quemar las bibliotecas para reescribir la historia y eliminar esas versiones que los pintaban como los de menos suerte.
—¿En qué momento apareció la imagen que está en el Escudo Nacional?
Uno de los primeros documentos donde aparece un águila es el Códice o Atlas de Durán, que es de fines del siglo XVII pero su obra se publica hasta el siglo XIX. Ahí sí hay dos versiones, en su obra incluye un atlas de puros dibujos con la fundación de Tenochtitlan: una donde el águila está devorando a un pajarito y otra a una serpiente, es la primera representación y estamos hablando del año 1680 aproximadamente, pero el mundo no va a tener conocimiento de ello hasta el siglo XIX.
En el libro, El águila y la serpiente. El problema del origen prehispánico del Escudo Nacional Mexicano, el autor revela que en las obras de los religiosos nunca se menciona un águila devorando una serpiente.
—¿No existe registro alguno tampoco?
Nunca. En ninguna obra religiosa se destaca esa simbología, pero da la casualidad que sí se destaca en la historiografía indígena: en Chimalpain, Tezozomoc, Ixtlixochitl, y otros más. Chimalpain es un historiador muy interesante y va a rescatar historias de la tradición chalca, texcocana y mexicana. Lo que yo planteo es que, posiblemente, si existía la relación águila serpiente en el México prehispánico pero era ajeno al mundo mexica y no era el emblema fundacional de Tenochtitlan.
—El águila y la serpiente, como emblema nacional. ¿Cuándo lo registras?
Desde la colonia vamos a tenerlo como el emblema no oficial, pero sí el emblema que va caracterizar al México criollo, ya aparece en sellos de documentos oficiales, pero no se acredita como tal. Se oficializa en el siglo XIX, entre las luchas de liberales y conservadores y sobre todo con el impulso de Maximiliano. De hecho, debe de haber algún vínculo entre ambos, porque en su casa de campo en Trieste, Italia, las figuras de las torres son águilas devorando la serpiente.
—Entonces, puede ser un símbolo universal
Es mi planteamiento. El águila devorando a una serpiente es un símbolo que se dio en todas las culturas del mundo y en Mesoamérica, pero insisto, en el mundo mexica nunca se dio, es ajeno y no puede ser el antecedente fundacional antiguo de nuestra nación. En la actualidad es muy heroico aceptarlo y es parte de nuestra identidad, pero en realidad, en los orígenes de nuestros mitos, de nuestra fundación, nunca estuvo.
PCL