Si tuviéramos que describir a Irene Azuela con una palabra, tendría que ser “reinvención”. Su multifacética y dinámica vida la ha llevado a desarrollar un equilibrio en la vorágine de la actuación. El teatro, como un universo pasional, define a cada obra como una experiencia única que demanda no solo habilidades artísticas, sino también un compromiso total de tiempo y energía.
Cuando este se entrelaza con la maternidad, el compromiso adquiere una dimensión aún más profunda, en la que el equilibrio entre lo personal y lo profesional encuentran una cohesión particular que rompe cualquiera de los modelos preconcebidos.
En una íntima conversación, M Revista de MILENIO se sumerge en el universo de Irene Azuela, explorando la mirada disciplinada de la actriz mexicana.
- Te recomendamos Desde los senos cónicos de Madonna hasta el vestuario de Taylor Swift: la lucrativa alianza de las superestrellas del pop y la moda Estilo
¿Qué te atrajo de la interpretación teatral frente a otras formas de vivir la actuación?
Fue lo primero que conocí. De niña mis padres me llevaban al teatro, ahí vi muchos musicales y luego tuve la fortuna de que mi abuelo paterno me presentara el teatro dramático. Entonces, me acerqué de manera natural. Me parece que el espacio teatral es muy poderoso, y en una época en la que la inteligencia artificial nos amenaza a todos, creo que estos espacios de experiencia presencial van a ser vitales.
En comparación con la pantalla, ¿cómo te preparas para una obra de teatro?
Es un acercamiento distinto. Se necesita tiempo, sobre todo en el caso de una obra musical, porque hay que montar las coreografías y las canciones; por otro lado, ir descubriendo las escenas en los ensayos del día a día. En el caso del Emcee de Cabaret, fue un proceso que tuvo como punto de partida el enigma. Teníamos ciertas ideas de lo que queríamos hacer con el personaje, y lo fuimos descubriendo durante el proceso de ensayos. El Emcee funciona como una especie de testigo, como un viajero en el tiempo que conoce lo que va a pasar, no solo en esta historia, sino también en la trayectoria de la humanidad. Debía ser un personaje que estuviera observando constantemente la escena y comentando con un tercero, el público, lo que sucede dentro de la historia.
¿Cómo llegó Cabaret a México? ¿Por qué es importante tener este tipo de obras en el país?
Cabaret es una de las obras favoritas de Claudio Carrera, el productor, y Tina Galindo, en paz descanse. Ellos tenían los derechos desde hace muchos años. Claudio cuenta que Tina no quería dejar ir nunca los derechos de la obra porque sabía que iba a encontrar el momento perfecto para que se volviera a montar en México.
Esta puesta en escena tiene una relación directa con el mundo. Es decir, cuando se monta en escena, siempre coincide con que se está en un periodo políticamente complicado que prácticamente está jodiendo a la humanidad. En este caso, coincide con el conflicto entre Israel y Hamás, y en general todo lo que está sucediendo en el mundo. La historia sucede en los años 30, acaban de salir de la Primera Guerra Mundial y las condiciones de miseria son durísimas. Es increíble pensar que sigue existiendo un discurso parecido tantos años después. Cabaret subraya esto.
Es un poco apabullante interpretar esta obra que demuestra que el mundo puede estar muy jodido, pero siempre hay que recordar que la vida es un cabaret. Es muy atractivo porque tiene que ver con vivir el presente, con abrazar tu propia identidad, con ser uno mismo; pienso que eso siempre va a ser importante decirse y recordarse.
Ciudad de México es una incubadora de teatro y jóvenes dramaturgos emergentes, ¿por qué ocurre esto?
Es una ciudad vibrante, moderna, que todo el tiempo se está reinventando. Somos felices los que vivimos aquí, aunque lo odiemos al mismo tiempo. Hay una serie de contradicciones que ofrece la ciudad que creo le vienen muy bien al arte y a la creatividad. Es una de las cunas de la cultura más importantes nacional e internacionalmente; el teatro por supuesto que se alimenta de todo esto. Queremos más de la iniciativa privada, queremos más apoyo del Estado y creemos que siempre va a valer la pena apostar por una agenda cultural robusta, porque habla de quiénes somos como individuos.
Sobre la IA
“En una época en donde la inteligencia artificial nos amenaza a todos, creo que estos espacios teatrales de experiencia presencial van a ser vitales”.
¿Tienes algún proyecto a futuro?
Hice la primera temporada de una serie, una adaptación de la novela Como agua para chocolate, la filmamos el año pasado y está muy próxima a estrenarse en HBO Max.
¿Qué significa para ti pensar fuera de la caja?
Si pienso en la caja, pienso en convenciones, en formas estrictas de ser. Creo que la invitación a estar fuera de la caja tiene que ver con dejar de seguir esas reglas; y cuando te sales, dejas a un lado el límite y le das paso a la creatividad. Me considero una persona que piensa fuera de la caja. Creo que para dedicarse a la ficción tienes que pensar de manera libre, para observar el comportamiento humano y después retratarlo; no pensar que hay una sola posibilidad, sino miles de formas de acercarte a una idea.
evt