El poeta Jaime Augusto Shelley, miembro del grupo denominado como "La espiga amotinada", falleció la madrugada de este martes a la edad de 82 años (7 de agosto de 1937).
Poeta, dramaturgo, editor y guionista, entre sus obras se encuentran Patria prometida, La edad de los silencios, Estaba escrito, Concierto para un hombre sólo y Patria prometida 1984-1995, por mencionar sólo a algunos de los títulos que conforman su bibliografía.
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Shelley estudió Filosofía y Letras en la UNAM y Antropología en la Universidad Veracruzana (UV); fue coordinador del Departamento de Artes Plásticas del INBA y coordinador de eventos literarios de la Casa del Lago de la UNAM; asesor literario del FCE, inspector de la Dirección General de Cinematografía; jefe de redacción de la Villa Olímpica durante los XIX Juegos Olímpicos; jefe de la Oficina de Corresponsalía de la Agencia Mexicana de Noticias de Ottawa.
Dentro de su labor también destacó la vena de traductor, con la obra de autores como Wallace Stevens, Robert Frost, T.S. Eliot, William Carlos Williams, Dylan Thomas, H.G. Wells.
Juan Bañuelos, Óscar Oliva, Eraclio Zepeda, Jaime Labastida y Jaime Augusto Shelley publicaron, en 1960, La espiga amotinada; de acuerdo con el ensayista Iván Cruz Osorio, dos vertientes rigieron la trayectoria poética de Shelley: la crítica política y social, y la música.
“Shelley es un melómano y lo ha dejado explícito en poemas en que ambas vertientes confluyen, por ejemplo en ‘Reino en la montaña’ y ‘Baile de máscaras’”, aseguró en un texto publicado por la revista Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, en donde recupera el hecho de que la crítica veía en su poesía “el modelo de improvisación, del vértigo, de la llegada a la página de formatos similares al papel pautado, en pocas palabras, veían la llegada a nuestra lírica de la poesía inspirada en la libre creación de la música jazz y en sus poemas de denuncia un acercamiento frontal al lamento del blues”.
La muerte de Jaime Augusto Shelley fue lamentada en la cuenta oficial de Twitter de la Coordinación Nacional de Literatura del INBAL, al recordarlo como un “generador de conocimiento a través de la palabra”.
PCL