Hay experiencias que son un llamado irresistible para el destino. Así le ocurrió a Steve Turre a los nueve o diez años, cuando sus padres lo llevaron a escuchar a la orquesta de Duke Ellington en el Auditorio Oakland, en San Francisco. Ese día decidió su futuro.
El músico, que el 29 de octubre presentará en Jazzatlán Capital dos espectáculos la misma noche y uno el 30 en el Zinco Jazz Club, recuerda en entrevista telefónica que “los solistas invitados eran Ella Fitzgerald y Coleman Hawkins. En la banda estaban Clark Terry, Johnny Hodges y todos ellos. Fue tan hermoso que nunca lo olvidaré. Eso me hizo tocar jazz”.
Al preguntarle por qué eligió el trombón, dice que realmente no sabe la razón. “Fue por el sonido… No sé, simplemente me atrajo el instrumento. Ahora me doy cuenta que el saxofón y la trompeta son mucho más fáciles de tocar. El trombón es un instrumento difícil, además de que no se le promueve tanto como a otros instrumentos”.
Con un apetito musical omnívoro, Turre se ha decantado por diversos estilos de jazz y otros géneros, algo que aprendió de primera mano con sus grandes maestros. La lista sería demasiado larga para citarla aquí, pero incluye a creadores que cambiaron el rumbo de esta música.
Entre ellos empieza por “Rahsaan Roland Kirk, mi primero mentor. Luego vino Woody Shaw y también aprendí mucho de Dizzy Gillespie, McCoy Tyner, Ray Charles, músicos con los que he tocado en varias épocas. La vida es un viaje y te lleva a diferentes lugares y te sigues moviendo”.
ESPÍRITU LIBRE
Al preguntarle sobre la situación del jazz en nuestros días, el trombonista de ascendencia mexicana dice que existen “diferentes tipos. Hay gente que quiere tocar funk y lo llama jazz porque se improvisa con los metales, pero realmente no es jazz. Mucho del jazz que se está tocando es como jazz con R&B o funk instrumental, pero realmente no es jazz. También tienes el jazz institucional, como el de Jazz at Lincoln Center, donde es como música clásica, no es un espíritu libre, está muy controlado: practican la magia”.
Steve Turre es practicante de lo que denomina “la música del momento”, pues para él, “la magia verdadera viene de no saber lo que va a ocurrir. Es algo que sucede solo en ese momento y no volverá a ocurrir nunca. Eso es lo que conmueve a la gente”.
Sin embargo, el trombonista escucha muchas cosas hechas solo para el mercado. “Siempre hay música de calidad, pero no siempre es promovida, especialmente en mi país. Estados Unidos no rinde culto a la calidad, Estados Unidos rinde culto al dinero, es una vergüenza”.
Y ADEMÁS
SONORIDAD DE LAS CARACOLAS MARINAS
Turre descubrió la musicalidad de las caracolas marinas, que suele incluir en sus conciertos. Dice que Roland Kirk “tenía una caracola con la que tocaba una sola nota y y yo me conseguí una. Descubrí que si ponía mi mano dentro podía producir notas diferentes. Así fue como ocurrió. Se trata de instrumentos sagrados, que provienen de las raíces".