Jhostin Jiménez, el bailarín que desea triunfar en el Bolshói de Rusia

A sus 19 años fue invitado a Moscú para hacer un curso vinculado a una de las compañías más prestigiadas del mundo y pide apoyo para cumplir su sueño.

“El ser un bailarín para mi es ser todo, realmente el arte, el bailar es encontrar algo, me encuentro a mí mismo". (Especial)
Toluca /

Jhostin Jiménez Castillo encontró en el arte una forma de expresar sus ideas y sentimientos; la inquietud por el baile la halló desde pequeño al darse cuenta que su cuerpo era la herramienta principal para hacer sentir sus ideas. La música es su catalizador y sus piernas el motor, sus brazos se deslizan en el aire y se impulsan para perfeccionar el “relevé”, uno de sus movimientos favoritos para calentar antes de entrar a clases con uno de los bailarines rusos más reconocidos en México, Serguei Vladimirovich Sokolov, quien tiene su academia en el Pueblo Mágico de Metepec.

A sus 19 años Jhostin, de Toluca, sabe a qué se va a dedicar de por vida: la danza clásica. Desde que se graduó de la preparatoria dedica más de 14 horas diarias a su estudio para alcanzar la perfección; hoy se le brinda una oportunidad única y envidiable no solo para los que se dedican a esta actividad en México sino en el mundo, ya que tiene una carta de invitación para hacer un casting en la compañía de ballet insignia de Rusia y cuya sede es el Teatro, en Moscú.

“El ser un bailarín para mi es ser todo, realmente el arte, el bailar es encontrar algo, me encuentro a mí mismo, hay días en los que estoy triste o estresado y el baile para mi es una espacie de liberación, no solamente lo uso para una manera de escapar, también lo veo de alguna manera de lo que amo y lo que hace mi cuerpo, el cómo se une la emoción y el cuerpo mismo con el baile, es tan increíble cómo pude llegar a hacer una sola cosa.”

De acuerdo con su mentor, la fineza de su danza embona perfectamente con su personalidad; es un joven que busca alcanzar los escenarios más grandes del mundo a través de la dedicación y el esfuerzo, pero siempre enarbolando el amor a este arte y con la característica especial de tener un talento incomparable, casi virtuoso; requisitos que sin duda son los que busca el teatro ruso.

“Esto lo fui descubriendo cuando era más chico, además de que el baile se me daba, dije órale, está súper padre. Empecé desde muy pequeño a bailar, que las cumbias, que Michael Jackson, después crecí en la secundaria, las típicas invitaciones para quinceañeras y se me daba muy fácil, toda mi vida fue una danza, fue lo que me encantó ser un bailarín.

El mayor obstáculo son los recursos, Jhostin pide a la sociedad, a los gobiernos, a las asociaciones civiles, a la iniciativa privada o a las personas solidarias apoyarle con el viaje a Moscú para probar su suerte; el casting en Rusia se retrasó por la pandemia del coronavirus, sin embargo, ahora que el mundo regresa a la vorágine social es momento de que pueda demostrar ante la crema y nata de la danza rusa, que tiene lo necesario para triunfar.

“No hay nada alrededor, es increíble solo estás tú, la música y tu cuerpo, es un momento de tranquilidad pero lo es todo, es decir, es mi momento ahora y me gusta, me encanta hacerlo porque no solamente me sale bien porque me salga bien o me sal, soy yo expresándome.”

Momentos a solas

La inspiración atraviesa las cuatro paredes de su habitación; la pasión por las bellas artes también se refleja en el sonido del piano cuando toca; en el carbón del lápiz con el que dibuja o en los dinosaurios de juguete que alguna vez le hicieron soñar con ser arqueólogo y que hoy, atrincherados, velan sus noches en la repisa que vigila la cama.

Aquí es donde empieza la magia; el sonido que emana del teclado impulsado por sus dedos invade cada rincón del cuarto y le incita a dormir; después, en el somnífero viaje de Morfeo, los aplausos del Bolshói son el pretexto perfecto para que la emoción, envuelta en lágrimas, rueda en sus mejillas, pero con la esperanza de que alguien le proporcione las condiciones económicas para convertir este sueño en realidad.

MMCF

  • Fabián Rodríguez

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