John Waters narra la aventura de viajar de aventón por EU

El director de cine de culto es también un literato consumado, como lo demuestra su reciente libro ‘Carsick’, donde sin corrección política alguna revela los entretelones del ámbito gay en su país

'Polyester'
'Pink Flamingos'
'Trouble female'
John Waters
'Carsick' de John Waters
Alejandro Acevedo
Ciudad de México /

El hombre que creó al actor Divine para asustar a los hippies, también escribe. A la fecha, cuenta con un puñado de libros, todos excelentes. Hace seis años —por ejemplo— publicó Modelos de conducta, el cual estuvo varias semanas en la lista de los más vendidos que publica The New York Times.

Nos referimos, claro, a John Waters, quien escribe bastante bien porque además de haber realizado los guiones de prácticamente toda su filmografía, devora libros. En su casa de Baltimore tiene una biblioteca perfectamente catalogada conformada por alrededor de 9 mil volúmenes.

En la juventud está el placer (1945), de Denton Welch, es uno de sus favoritos. “Admito que Denton no es para cualquiera pero Tenemos que hablar de Kevin ciertamente lo es”. De memoria, Waters cita partes del libro con el que Lionel Shriver obtuvo un Orange Prize en 2005. El cineasta cita, por ejemplo, ese espeluznante pasaje donde la madre del joven criminal le dice que si tanto la odia ¿por qué no la mató? Kevin responde: “porque cuando estás montando un espectáculo, no matas al público”.

El cineasta confirma su pasión por la literatura con esta cita: “Bailé con Richard Serra; cené con Lana Turner el Día de Acción de Gracias (...) Salí de copas con Clint Eastwood (...) pero lo que más me gusta en el mundo es quedarme en casa y leer”.

Waters también escribió la introducción de las Memorias de Tennessee Williams, uno de sus “pecaminosos aliados” que incluye en Role models (2010). Es colaborador de Playboy, Rolling Stone y otras revistas. En suma, a Waters le encanta escribir, actividad que realiza de ocho de la mañana a tres de la tarde.

‘El sultán de lo sórdido’

Pero regresemos a Modelos de conducta, un libro conformado por las semblanzas de aquellas personas que a Waters le infundieron el coraje para ser quien es. Personas que tuvieron una vida más extrema que la de él y a las que con un efectivo estilo narrativo El sultán de lo sórdido les rinde homenaje.

Digamos, para empezar, que uno no puede soltar ni por un momento el capítulo llamado “Porno outsider”, dedicado al México-estadunidense Bobby García, quien desde siempre ha vivido obsesionado con la verga de los marines a quienes filmó hasta que, en los años 90, la policía descubrió un arsenal de cintas donde se mostraban la infinidad de felaciones que García les había propinado a —entre otros— los marines de Pendleton, base ubicada en Oceanside, California.

En “Porno outsider”, Waters también se refiere a David Hurles, que en los años 70 y 80, desnudó, fotografió, filmó y grabó los insultos verbales más aberrantes de los criminales más peligrosos que encontró a su paso.

Agradabilísima sorpresa. Tanto Bobby como David se declararon fans de la obra de Waters. “Bien podríamos formar los tres al SAAM (Sociedad de Anormales de Admiración Mutua)”, comenta el ingenioso hombre de maneras delicadas que ve en García y Hurles dos pilares del arte homoerótico. El escritor advierte sobre el descarnado fotógrafo del homoerotismo: “(Robert) Mapplethorpe es una nena de pecho. David es lo auténtico”.

Road-book

La diseñadora Rei Kawakubo, el rocanrolero Little Richard (en quien Waters se inspiró para recortarse el bigotito que lo caracteriza), la chica Manson Leslie Van Houten (“cuyo honesto arrepentimiento la redime”), el baladista Johnny Mathis (“dueño de una voz que todavía hace que los estadunidenses se quieran besar”)... Ellos son algunos de los personajes de los Modelos de conducta de un John Waters que en 2012 se embarcó en otro gran proyecto literario, donde el riesgo de pedir aventón en las carreteras de Estados Unidos es el tema.

Este glamoroso vagabundo tituló Carsick a su proyecto y allí ya se columbra el gran novelista que —de proponérselo— Waters podría ser Carsick, es un road-book que inicia en Baltimore y concluye en el departamento que tiene en San Francisco. El protagonista viaja de aventón y es levantado por una veintena de conductores... “Claro que no es lo mismo subir a tu auto a alguien de 20 años, que a un anciano de 66 con el que ya nadie se atreve a fantasear sexualmente”.

Carsick se divide en tres partes: “Lo mejor que podría suceder”, “Lo peor que podría suceder” y “Lo que realmente sucedió”. Las dos primeras partes pertenecen al territorio de la ficción.

En la mitad del libro se encuentra “lo peor” que le podría suceder al hombre del bigotito, y “lo peor” son las pesadillas que solo el gran director de las minorías neodadaístas podría imaginar.

Ejemplo, un conductor que levanta al creador de Pink Flamingos resulta ser un loco obsesionado con degollar, machacarle la cabeza, aniquilar, a todo director de culto con el que se tope. Cronenberg, Lynch, Almodóvar… “¿Conoces a Tarantino?”, le pregunta este singular asesino a John Waters.

Todo este infierno brota de la imaginación de John Waters al igual que “lo mejor que le podría suceder en su viaje de aventones”. Ese viaje ideal se encuentra en la primera parte de Carsick que, por cierto, tiene el estilo más novelado que se le conoce al escritor.

Una orgía de camioneros (homo, hetero y/o bisexuales) en la que Waters se encuentra siempre acompañado por un guardia celestial que no es otro que el conductor del camión que lo acaba de levantar. Un “ángel”, pese a sus apreciaciones homofóbicas.

El capítulo más delirante de “lo mejor” es aquel en el que —involuntariamente— Waters entra a una nave espacial donde es sodomizado por un tierno extraterrestre.

‘People who needs people’

El viaje real “de aventón” está por comenzar. Es 14 de mayo de 2012 y para evitar confusiones, Waters se coloca un letrero que reza: “No soy un psicópata”.

Sus tres asistentes están tan preocupadas como todas las amistades de John. Sus camaradas criminales le recomiendan que porte un arma: “Al menos un spray con gas pimienta”, le ruegan. Waters se arma, sí, con dos tarjetas de crédito, una de débito y una bolsa imitación de piel de cocodrilo llena de ropa de sus marcas favoritas: Gap, Levi's, Comme des Garçons, etcétera.

Aunque fueron muchos días de andar pidiendo aventón bajo la lluvia y bajo el inclemente sol, Waters sólo encontró en su peregrinar Walmarts, McDonald’s, hoteles de paso y gente común, “people who need people” cantaría una Barbra Streisand con la mágica voz que naturalmente le sale —claro— por la boca.

‘Mondo Trasho’

En 1969 Waters filmó Mondo Trasho y hace 35 años escribió Shock value: A tasteful book about bad taste. Su libro más reciente (Carsick) fue dado a conocer en castellano por la editorial Caja Negra en 2014. Y John Waters —reiteramos— escribe divertidamente.

Después de habernos deleitado con las perversiones color pastel de Modelos de conducta y Carsick, solo nos resta pedirles a los lectores que antes de deprimirse o suicidarse recuerden que el Papa de la literatura basura (así lo bautizó William Burroughs) se atrevió a cruzar “de aventón” Estados Unido a los 66 años conservando el mejor de los ánimos.

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