Jorge Aviña, de hacer portadas en ‘El libro vaquero’ a un encuentro con Stan Lee

El artista mexicano cuenta a MILENIO retazos de su historia: desde cómo empezó su fascinación por el dibujo, hasta aquella charla amena que tuvo con José Luis Cuevas.

El reconocido ilustrador mexicano. (Cortesía)
Ciudad de México /

Para Jorge Aviña todo comenzó en su infancia, con esas aventuras de Tarzán, El halcón negro y Almas de niños que devoraba con fervor y lo trasladaban a mundos imaginarios; en el transitar de una página a otra, de una viñeta de acción a una viñeta de romance, desarrolló la atracción por los trazos.

Tras ser consciente de su gusto por el dibujo, tuvo la fortuna de tener a un familiar dentro del mundo de las historietas en fotomontaje. “Lo iba a ver ahí, me gustaba tanto dibujar que desde los 12 años estaba con él en el estudio y copiaba lo que hacían”, recuerda el artista en entrevista con MILENIO.

A los 15, con una mejor técnica en las manos, Jorge empezó formalmente su carrera en los tebeos montando escenografías. “Luego ya no pude seguir estudiando – deseaba entrar a la Academia de San Carlos – y tuve que seguir trabajando, pero lo hice con mucho gusto, me encanta el dibujo”.

El Libro Vaquero

Pronto le llegó la oportunidad de sumarse al equipo de trabajo del dibujante Antonio Gutiérrez en Lágrimas y risas, publicación que con narraciones como El Pecado de Oyukí, María Isabel y Rubí marcó un antes y después en la historia del cómic en México. Ahí, conviviendo con los argumentos de Yolanda Vargas Dulché y Guillermo de la Parra, tuvo una gran escuela.

Pero su graduación ocurrió en El Libro Vaquero, al que llegó por invitación del mandamás de Novedades Editores: Rafael Márquez.

“Un día pasé a visitarlo y me invitó a trabajar con ellos, pero empecé haciendo otra historieta hasta que di el brinco a El Libro Vaquero, eso fue hace 35 años… Fueron 22 años de trabajar en El Libro, no tenía ni idea que se iba a convertir en un referente cultural”, cuenta el creativo.

Jorge dimensionó el impacto de la historieta sobre el Salvaje Oeste en un viaje a Nueva York: “Ahí se vendía El Libro Vaquero y me decía un amigo que en España también”.

“Mis compañeros hacían los dibujos (del cuerpo de la historieta), la editorial me los pasaba para que viera y resultaba que siempre los muchachos buenos eran güeros, los malos eran de pelo negro. Eso salía de mis compañeros, no salía del director, pero él los dejaba hacer lo que ellos pensaban. Yo sufría porque la muchacha rubia siempre se parecía a la de la semana anterior”.

El dibujante explica que el éxito que la publicación tuvo entre 1960 y 1990 respondió a que “la dirección era la acertada, sin salirnos de la línea. También que optamos por dibujar a la mujer voluptuosa, llamaba mucho la atención”.


Portada de 'El Libro Vaquero' , Jorge Aviña.

Aquí especifica que si bien El Libro Vaquero exaltaba la fisonomía femenina, nunca cayó en ser una publicación pornográfica, como las que comenzaron a abundar en los noventa y provocaron una época oscura en la historieta mexicana: “Restringieron mucho todas las revistas familiares –las que se podían llevar a casa–, se hicieron a un lado para dar paso a esa tendencia. Fue una época difícil para todos los grandes moneros y caricaturistas”, indica Aviña en su sitio web.

En 1997, Jorge decidió concluir su etapa como portadista y abrirse paso en el mundo de la caricatura política. “Un día un conocido me dijo que si no quería trabajar haciendo caricatura. Y así llegué a la Revista Siempre: me dijeron que hiciera unas muestras, las llevé, les gustaron y empecé a hacer cositas ahí. Con el tiempo la primera página ya era para mí y después fue la portada”.

Momentos únicos con Stan Lee y José Luis Cuevas

Carteles para películas, portadas de discos y diseños para relojes son otros trabajos en los que Jorge ha desahogado su ingenio. “Me emociona estar metido en un proyecto. Son horas de trabajo, pero a mí se me va rápido el tiempo, de repente me pierdo en él y me doy cuenta que ya es hora de dormir. Parecen sacrificios, pero para mí son momentos en los que me evado, los vivo intensamente”, reflexiona.

Esta pasión, aunada a su inmensa curiosidad, lo han llevado a vivir momentos únicos, siendo uno muy especial el viaje a Nueva York donde conoció al emblema de Marvel, Stan Lee, y al pintor que cambió la estética de los cómics, Frank Frazetta.

“A finales de los 70 era presidente de una asociación de dibujantes. No había internet ni nada, entonces les dije a mis compañeros que iba a ir a Nueva York para llevar cosas de ellos y mías. Lo mío no era tan bueno en ese tiempo, pero algunos compañeros hicieron contacto con Marvel y se quedaron un tiempo. Yo quería trabajar, aunque a mí no me dieron (trabajo), pero Stan Lee me recibió, tenía pelo café, de eso me acuerdo”, rememora.
“Luego fui a la editorial donde hacían Vampirella, que era muy popular en esa época, y ahí un pintor hacia las portadas, Frank Frazetta… ¡Qué maravilla! Era una obra de arte todo lo que hacía”.


El artista en su juventud. (Cortesía)

Y de sus andanzas por México, la memoria del día que conoció al pintor José Luis Cuevas en una reunión de periodistas le genera una gran sonrisa.

“Me lo presentó René Avilés Fabila. Llegué a su mesa y se puso a platicar sobre las portadas de El Libro Vaquero; no platicamos de su obra, pero me hizo sentir muy bien que alguien con ese nombre se fijara en lo que yo hacía. ¡Hasta historias de El Libro Vaquero se sabía!”.

Una reliquia

Por el estilo que ha desarrollado todos estos años, Jorge goza de gran reconocimiento no solo en el terreno de la ilustración, sino también en las convenciones de cómics que se desarrollan en Latinoamérica. “Me toman como reliquia. Mucha gente va y me pide autógrafos, y yo trato de conseguir revista de El Libro Vaquero para toda esa gente. Me da gusto que me inviten”, comenta.

En estos coloridos encuentros, el artista ha notado el panorama actual de los dibujantes de historietas mexicanos: “Están haciendo trabajos muy bonitos, muy buenos a nivel internacional. Fácil conozco como 20 que están trabajando en Estados Unidos, pero van a salir más porque hay muchos buenos artistas en México”.

Para estos nuevos gestores de trazos, sus recomendaciones más puntuales son ser disciplinados, “tener un horario para trabajar”, y no cerrarse a un solo formato de trabajo, pues solo diversificando enfoques uno se puede dar cuenta que “en una portada de historieta se puede contar casi la historia completa, pero en el cartel de una película solo puedes dar imágenes que llamen la atención”.

También pide cuidar el estado de ánimo al dibujar, pues lo que uno siente se refleja a través del lápiz: “En una temporada me decían ‘Te están saliendo grises’ y me enojé, pero vi que sí y tuve que ir con el doctor y me dieron unas pastillas. Andaba deprimido. Entonces, en los dibujos uno proyecta su estado de ánimo, refleja muchas cosas”.


Portada de 'El Libro Vaquero' , Jorge Aviña.

En lo inmediato, Jorge Aviña planea seguir ampliando su relación con los trazos y la tinta, aunque cuando su casa se llena de dibujos "no sé qué hacer con ellos, hay cosas que guardo, pero me cuesta trabajo deshacerme de mi trabajo, lo quiero". Y es que el gran ilustrador mexicano está seguro que aún le quedan aventuras por vivir, "oportunidades que le da a uno la vida que hacen que la edad no pese para trabajar".

Redes de Jorge Aviña

hc

  • Yair Hernández
  • juan.hernandez@milenio.com
  • Es periodista especializado en temas de cultura y entretenimiento. Actualmente trabaja como reportero para Milenio.

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