Aunque ya no está presente en el plano físico, Jorge Luis Borges sigue vivo debido a su trascendencia literaria. Además, continúan apareciendo aportaciones inéditas del autor argentino, como la página que María Kodama, su viuda, encontró hace unos días mientras ordenaba algunos papeles.
"Lo interesante es la sensibilidad de sentirse culpable por algo que no ha hecho. Muestra una sensibilidad extrema", dijo este jueves la también escritora sobre este texto que Borges dictó en 1985 para dar a conocer que su abuelo militar, Francisco Borges, había ordenado fusilar al desertor Silvano Acosta.
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"Desde el momento de nacer contraje una deuda, asaz misteriosa, con un desconocido que había muerto en la mañana de tal día de tal mes de 1871. Esa deuda me fue revelada hace poco, en un papel firmado por mi abuelo, que se vendió en subasta pública. Hoy quiero saldar esa deuda. Nada me costaría fantasear rasgos circunstanciales, pero lo que me ha tocado es lo tenue del hilo que me ata a un hombre sin cara, de quien nada sé salvo el nombre, casi anónimo ahora, y la perdida muerte", dictó Borges.
Siete meses antes de morir
Para Kodama, muestra a "una persona que se siente culpable por algo que sucedió antes de que naciera. Y quiere que todo el mundo sepa sobre ese muchacho que fuera ejecutado. Eso para Borges era terrible. Se sentía culpable".
Sin embargo, el escritor respetaba a los militares y a sus antepasados. "Una cosa es que tengas empatía por algo y otra que reconozcas los errores que comete", explicó Kodama.
Borges dictó el texto siete meses antes de su fallecimiento (1986) para que se diera a conocer. "Si Borges quería que se conociera el nombre de ese muchacho, me pareció mejor que se publicara", dijo Kodama.
El dato había llegado en 1979 a Borges, a través del coleccionista brasileño Pedro Corrêa do Lago, quien visitó al escritor en Buenos Aires. Había encontrado y comprado en Casa Pardo una carta en la que el coronel Francisco Borges consignaba que había sido "pasado por armas el desertor Silvano Acosta". Borges sabía por su abuela inglesa, Fanny, que su abuelo había hecho fusilar a un desertor, pero no conocía su nombre.
"Era un desertor y un traidor. El coronel Francisco Borges, mi abuelo, firmó la sentencia de muerte con la buena caligrafía de la época. Cuatro tiradores la ejecutaron. Yo nací treinta años después. Un vago sentimiento de culpa me ata a ese muerto. Sé que le debo una reparación, que no le llegará. Dicto esta inútil página el diecinueve de noviembre de 1985", finalizó Borges, en Buenos Aires.
35 años oculto
Kodama, de 83 años, encontró el texto de casualidad hace unas dos semanas. "Mi casa es un caos, llena de papeles, y eso quedó entre la cantidad de papeles. Mi vida es viajar, vengo y voy. Trabajo 24 horas. Gracias a la pandemia, decidí que iba a arreglar estos papeles".
"Me sentí culpabilísima. Porque estaba destinada a que la conociera todo el mundo y había quedado guardada. Estoy muy contenta. Cumplí mi deber", agregó.
El texto, escrito de puño y letra de Kodama, fue dado a conocer el domingo pasado en el diario La Nación (aquí puedes leerlo), porque el escritor colaboraba en ese medio, junto con un video con la lectura hecha por la viuda.
"Todo el mundo llamó. Gustó mucho la nota y el artículo mío, tuve muchas felicitaciones por eso", dijo Kodama.
El texto va a quedar guardado en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. "Es una página dictada y nada más. Es una página literaria. Es muy hermosa porque sabía cómo escribir todo. Forma parte de la obra él", dijo Kodama.
yhc