En el homenaje a José de la Colina en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Paulina Lavista mencionó, al comenzar su intervención, que parecía muy pronto para la evocación, pero por ser tan reciente, las emociones y los recuerdos estaban más a la mano.
- Te recomendamos Los fantasmas de José de la Colina y José Emilio Pacheco Laberinto
Organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), la sesión se convirtió en una verdadera tertulia alrededor de diversas características que definieron la vida y la obra del escritor y periodista, quien murió el lunes 4 de noviembre, mientras "veía la película Los cañones de Navarone".
“José de la Colina fue un amante del cine y lo fue, literalmente, hasta el último momento de su vida: murió alrededor de las 12:50 horas, y murió viendo Los cañones de Navarone. Estaban pasando la película cuando él falleció. Durante sus estancias en el hospital, comentaba su hermano Toño, lo que más peleaba era no tener su televisión para ver sus películas”.
El encargado de esa evocación fue José Luis Martínez S., uno de sus más cercanos en los últimos años, al grado de estar convencido de que convivir con José de la Colina era vivir una aventura, estar siempre alerta, punzante y con un sentido del humor, quizás a la espera de cualquier comentario.
“Tuve el privilegio de largas conversaciones con él, fuera del trabajo profesional, y a veces se me quedaba viendo y decía ‘¿por qué no nos casamos?’ nunca logré convencerme del todo y cada uno se quedó con su mujer, pero esas eran las cosas que él tenía: hablaba mucho de la anécdota como género literario, que él cultivó con todos sus detalles”.
Ante la presencia de María, la viuda de don José de la Colina, su hermano Toño -14 años menor que el colaborador de MILENIO y el único nacido en México-, además de su hijo Tomás y de sus nietos, la fotógrafa y documentalista Paulina Lavista se dio a la tarea de reconocer la importancia de ese grupo de amantes del cine, “muchos de ellos hijos de españoles, que se unen a otro grupo de mexicanos, que se reúnen para traer a México el Nuevo Cine”.
“Pepe fue muy importante en la difusión de la cultura, porque él fue director de varios suplementos, de manera que su labor periodística y su agrupamiento alrededor de éstos jóvenes que son los pioneros de las nuevas ideas, sirvieron para plantar una base de lo que sería la cultura de la última parte del siglo XX y de principios de este”.
Javier García Galiano recordó a un hombre esencialmente crítico, a un personaje que vivía en un estado crítico, una “crítica que venía de la curiosidad, acaso compulsiva, siempre atento a las cosas y creo que eso lo inducía, al mismo tiempo, a hacer un examen muy riguroso de todo lo que iba conociendo: comúnmente, cuando conocía algo nuevo ya estaba haciendo un juicio al respecto”.
Un mediodía para recordar a José de la Colina, en la sala Ponce de Bellas Artes, donde entre el reconocimiento a su sentido del humor, a su memoria, a su erudición, pero también a sus estallidos, se llegó a una coincidencia entre los participantes de la mesa y quienes estaban en el público: “Todos adoramos a Pepe”.
myrd