José Luis Cuevas, eterno 'enfant terrible' del arte mexicano

Este lunes se confirmó el fallecimiento del pintor y grabador José Luis Cuevas; aquí un perfil de uno de los artistas mexicanos más importantes del siglo XX.

Francisco Masse
Ciudad de México /

Este lunes falleció el pintor, grabador, dibujante y escultor mexicano José Luis Cuevas, a los 83 años de edad —o a los 86, si su hermano dice la verdad. A continuación, un breve perfil biográfico en torno a su vida y obra.

La biografía de José Luis Cuevas dice que nació el 26 de febrero de 1934 en la Ciudad de México, en los altos de la fábrica de lápices y papeles "El lápiz del águila", administrada por su abuelo paterno. Pero su hermano Alberto aseguró que en realidad había nacido en 1931, y que José Luis "se quitaba años".

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Según él mismo contaba —era un incansable narrador de su propia biografía—, decidió ser artista frente a los murales de Montenegro y de Rivera. Cuevas se considera uno de los pilares de la Generación de la Ruptura con el muralismo mexicano, y uno de los más destacados representantes del neofigurativismo.

En 1944 ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado 'La Esmeralda', pero una fiebre reumática lo obligó a dejar sus estudios. Tres años después, realizó sus primeros grabados, asesorado por Lola Cueto. Su formación fue esencialmente autodidacta.

En 1952, su hermano lo llevó al manicomio de 'La Castañeda', donde los enfermos mentales son sus primeros modelos. Su primera exposición individual fue en 1953, en la Galería Prisse, con la que obtiene buenas críticas. En 1960, su segunda exposición individual fue en la Galería David Herbert, de Nueva York.

Durante las décadas de 1950 y 1960, Cuevas ganó notoriedad como artista debido a su participación en múltiples exposiciones en México, Estados Unidos y Europa, en las que entabló amistad con notables coleccionistas y artistas.

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Se le atribuye la creación de la toponimia "Zona Rosa" —que se refiere a una porción de la colonia Juárez, de la Ciudad de México, donde pinta un "mural efímero—, en honor a la artista cubana Rosa Carmina.

Su obra se caracteriza por retratar personajes retorcidos y deformes, que buscan plasmar la angustia y la soledad humanas, y por ello tomó como modelos a pordioseros, prostitutas, locos y enfermos.

En julio de 1992, se inauguró en el Centro Histórico de la Ciudad de México el Museo José Luis Cuevas, presidido en su patio central por 'La Giganta', una escultura monumental de ocho metros de altura, diseñada específicamente para este espacio.


José Luis Cuevas se hizo merecedor a infinidad de premios y reconocimientos nacionales e internacionales a lo largo de su carrera artística. Además participó en un gran número de exposiciones individuales y colectivas, así como en numerosas bienales, y muchas de sus obras cuelgan en los muros de algunos de los principales museos del mundo.

También fue colaborador frecuente en diversos medios periodísticos. En el terreno personal, en 1961 contrajo matrimonio con su esposa Bertha, quien murió en el año 2000 y con quien procreó tres hijas: María José, Ximena y Mariana. En 2003, contrajo nuevas nupcias con Beatriz del Carmen Bazán, quien fungiría como directora del Museo José Luis Cuevas.

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En el año 1992, por un proyecto escolar, tuve la fortuna de conocer a José Luis Cuevas en su casa de San Ángel. Era un conversador nato, amable y considerado con cualquier persona, que posaba con gallardía ante las cámaras, cubriendo siempre con un ademán característicos de su mano derecha una cicatriz que, según él mismo contaba, le dejó la mordida de un chango.

En esa ocasión, nos narró las peripercias que sufrió durante una conferencia en la que tuvo que salir corriendo de la Academia de San Carlos y, guiado por una joven estudiante, tuvo que refugiarse en el Hotel Moneda, ubicado en la calle del mismo nombre.

Desde luego, esa anécdota tuvo un final con tintes sexuales. Cuevas decía —o, al menos eso nos contó esa tarde— que él dibujaba "en un continuo estado de erección" y sus historias estaban plagadas de episodios eróticos, seducción y proezas sexuales, cuya veracidad importaba menos que la leyenda que construían a su alrededor.


FM

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