Para el músico lagunero, José Manuel Portilla Fernández, tocar las percusiones es algo más que marcar la pauta del ritmo en una orquesta, figurativamente resulta ese sazón que debe llevar todo buen platillo musical, para llevar al paladar del oído un sabor acústico que se disfruta en cada bocado de sonido.
A diferencia de otros grupos de instrumentos que suelen afinarse, incluyendo algunas percusiones, las percusiones de afinación indefinida llevan el ritmo o el paso de la música que suena en conjunto, además de ser parteaguas o la culminación magistral de algunas obras. “Dicen que la batería es como la máquina del ferrocarril, no carga, solo arrastra”.
“Las percusiones son como la pimienta y la sal de un buen guiso, que sería una obra musical. Las percusiones aportan un cierto sabor envuelto en el ritmo. Aunque no produzcan melodía por carecer de notas, lo de nosotros los percusionistas es marcar una pausa, los músicos siguen el ritmo además de seguir al director”.
En su hogar no tenían ni la menor duda de que José Manuel sería músico, sin embargo, sus padres siempre procuraron que antes de estudiar música, iniciara una carrera universitaria con la cual tomara otras herramientas para desarrollarse de manera profesional.
Terminó la carrera de Médico Veterinario en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero jamás soltaría su gusto por la música que la tomó como suya desde su infancia, ahora lleva más de 20 años de colaborar con la Camerata de Coahuila, una orquesta que le ha brindado la oportunidad de disfrutar de lo que hace.
“Actualmente las oportunidades para vivir como músico son mayores que cuando yo empezaba, hay muchas más orquestas, más maestros y ahora los gobiernos suelen subsidiar las orquestas y el arte en general”.
Siempre presentes
Aún recuerda que en su hogar reproducía en el tocadiscos de su papá un disco de 16 RPM de larga duración, el cual tenía en su repertorio la Sinfonía No. 6 de Beethoven “Sinfonía Pastoral”, por lo que acentúa que su gusto por la músico se forjó desde su niñez, en la que no faltó su imaginación para soñarse como un director de orquesta.
Comparte que las percusiones siempre han estado entre sus gustos, incluso tiene presente cuando tomaba un par de tapas de botes de basura y las hacía sonar como si fueran dos platillos al ritmo de la “Canción del Toreador”, tratando de hacerlo en el momento justo donde entraban.
Sin duda, los platillos de choque son de sus percusiones preferidas. José Manuel Portilla dice ser afortunado en trabajar en lo que ama hacer y ama escuchar, todo desde un lugar más privilegiado que una primera fila, que es estar rodeado de la orquesta y además ser parte de ella.
“Pobres de los músicos que toman a la música como un trabajo. Yo disfruto cada concierto, inclusive cuando hay un movimiento que no toco, me pongo a disfrutar de la obra porque estoy más cerca que cualquiera, estoy en el lugar más caro de todos, ¿cómo no disfrutarlo?”.
Considera que la Camerata de Coahuila ha sido parte fundamental para un desarrollo musical en toda La Laguna, ya que a raíz de sus continuas presentaciones, ha despertado el interés de cada vez más personas que buscan aprender un instrumento y para desarrollarse de manera profesional.
“La llegada de la Camerata a Coahuila es un gran paso que representa tener en nuestro estado una orquesta propia que pueda estar tocando esa música. Es un tipo de música que hace crecer a mucha gente, la prueba está en que hay mucha más gente que tiene ganas de estudiar música, tenemos más escuelas y más orquestas”.
Asimismo, resaltó que el simple hecho de aprender a tocar un instrumento genera en los niños un mejor desarrollo tanto físico, mental y como buenas personas.
Además de disfrutar la música en su totalidad, dice ser un apasionado a la biología, la zootecnia, la historia evolutiva de la humanidad y sobre todo, de la historia de la música, temas que no pueden faltar entre sus conversaciones con sus amistades.
EGO