Entre la poesía y la reflexión sobre los desafíos de la lectura en México, Juan Domingo Argüelles ha dado cabida al análisis de algunos problemas con el uso del lenguaje, a través de un título como Las malas lenguas, al que ahora se suma ¡No valga la redundancia!, en el que el escritor nos pone al tanto de las redundancias, pleonasmos, ultracorrecciones y sinsentidos que abundan en nuestro idioma.
“La gente está abandonando la lectura del libro impreso y las personas que están en internet suelen mantener un vínculo permanente con otras a través de redes sociales; esto se ha limitado a una comunicación comprensible entre ellas mediante emojis o abreviaturas, y no necesitan más para poderse comunicar.
“El problema es que cuando salen de internet se encuentran con la realidad: de lo virtual pasan a lo real, y esa realidad les demuestra que no es suficiente esa forma de comunicarse que tienen en internet para comprender los libros o llevar a cabo un diálogo, una conversación mucho más elevada”.
De acuerdo con Juan Domingo Argüelles, estos libros de lexicografía básica tienen un propósito de sus trabajos relacionados con la lectura, bajo la certeza de que los problemas en la comprensión residen en que ignoramos el significado de las palabras y “somos cada vez más perezosos para consultar los diccionarios”.
“Las personas utilizamos entre 600 y 2 mil 500 palabras en una conversación en la que nos comprendamos perfectamente, a pesar de que hay más de 20 mil palabras activas en español y otras 40 mil pasivas, que se usan muy poco”.
Y si tenemos un vocabulario tan precario, los problemas van más allá del aprendizaje en la educación básica, explica el escritor: cuando entramos a un libro como Diálogos de Platón, una persona con un vocabulario tan precario encontrará 10 palabras en cada página cuyo significado desconoce, y como no va al diccionario, no comprende nada o solo la mitad de lo que debería.
“Definitivamente es la escuela el problema principal: antes teníamos una escuela –y no todo tiempo pasado fue mejor– en la que había un conocimiento de las reglas gramaticales y de las ortográficas; hoy, las personas no saben distinguir entre una palabra esdrújula y una palabra aguda, entre palabra grave y una aguda, y cuando las personas ponen acento los colocan donde suponen debe ir”.
Juan Domingo le da seguimiento al manejo de la lengua desde el ámbito de lo cotidiano con ¡No valga la redundancia!, un volumen de alrededor de 500 páginas con ejemplos de la manera en que usamos el español.
bgpa