La profecía de Nicholas Negroponte, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien en su libro Ser digital le dio 20 años de vida al libro en papel, y ya transcurrieron 25, no se hizo realidad.
Ahora que vino la contingencia sanitaria y con ello el cierre de las librerías, se pensó que la venta de libros digitales crecería exponencialmente. Datos de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) hablan de que se llegó a 10 por ciento, y hasta ahí.
Para el escritor y ensayista Juan Domingo Argüelles lo anterior muestra que, al menos en el mercado editorial en lengua hispana, se lee muy poco en formato digital, bajo el entendido de que el libro formativo por excelencia, “el libro cultural está en papel y la gente sigue leyendo en papel.
“Esta crisis ocasionada por la pandemia tampoco va a generar que dejen de salir los libros en papel: los editores están esperando las circunstancias favorables para sacar sus libros en papel, algunos sellos pequeños o grandes grupos están en una situación crítica, pero lo único que los puede salvar es el libro en papel”.
A propósito del lanzamiento de La prodigiosa vida del libro en papel, aparecido en forma digital por una colaboración entre la Editorial Cal y Arena y Bookmate, el también poeta asegura que el hecho de que la gente lea mucho en internet no quiere decir que “esté leyendo libros.
“Leer libros es un ejercicio que implica también una formación cultural y, así como necesitamos que vaya gente a la ópera, primero debemos formar públicos: necesitamos también formar lectores y no lo vamos a hacer ni con ideologías ni con obligaciones para leer, sino en función de que demos herramientas indispensables y que, a partir de esa formación, ellos exploren otras cosas para leer”.
Si bien en La prodigiosa vida del libro en papel, Juan Domingo Argüelles reconoce que lo importante de la lectura no reside en las formas o soportes, sino en la solidez de los contenidos, al mismo tiempo es un convencido de que la lectura en internet es una cosa y la de libros es otra: “está perfecto que la gente lea mucho en internet, pero suele leer cosas muy triviales o banales”; al mismo tiempo, reconoce que nunca se había escrito tanto como ahora, “pero hay que ver qué escriben”.
En ese sentido, advierte del peligro de comparar ambas plataformas: si antes se leían 10 libros y ahora se leen 30, porque cada alumno entrega 30 reportes de lectura, en realidad “eso no es leer, todos sabemos que cuando entregan esos reportes, van a internet y entregan el reporte de un libro no leído”.
Lectura: encuestas e inversiones
Argüelles está convencido de que debe invertir para formar lectores. Refiere que las encuestas de lectura se conciben como un retrato para conocer avances y retrocesos, pero solo están hechas para justificar inversiones, para reprocharle a los que se fueron que no lo hicieron bien o “para beneficiar a aquellos que, obviamente, quieren decir que hicieron bien su trabajo porque emplearon el presupuesto en lo que debían hacer”.