El Javis y la Revo: sobrevivientes del rock, el sexo sucio y la ciudad perdida

Estos son los secretos de una banda que vivió la estigmatización y persecución de los jóvenes que gustaban del rock. Y se vio obligada a transicionar a la balada para permanecer en la industria.

Actualmente la banda de rock tiene una actividad prolífica en plataformas digitales. | Equipo MILENIO
Jorge De Montanaro
Ciudad de México /

En 1971, cuando Enrique Guzmán, Angélica María y César Costa ya iban de salida en el gusto de las juventudes, el rock mexicano vivió un lanzamiento discográfico inesperado. Conocido entre los rockeros de cepa como El Psicodélico, destacaba por la estridencia de su guitarra y ese sonido influenciado por el flower power y el verano del amor de 1968, un rock recién extraído de la mina.

Llama la atención su portada con un grabado de José Guadalupe Posada del general Emiliano Zapata sobre tela de yute y el nombre de la banda: La Revolución de Emiliano Zapata. Además del peculiar nombre, a modo de broma por el bigote de su vocalista, Óscar Rojas, tan parecido a aquel mostacho del caudillo del sur y que, en realidad, Rojas usaba como protesta: su padre no le dejaba usar el cabello largo como los “jipitecas”, nuestra versión de los hippies sesenteros de California.

Su nombre en español se distinguía de otros grupos de su generación donde la mayoría portaban un nombre en inglés como bandera, ejemplos sobran: Los Spiders, Three Souls in My Mind, Dug-Dugs o Peace and Love. De aquel álbum disruptivo se desprenden un par de temas, Nasty Sex y Shit City, utilizados muchos años después por Alfonso Cuarón como parte de la banda sonora de sus películas Y tú mamá también (2001) y Roma (2018).

Con la alineación de Rojas en la voz, Javier Martín del Campo en la guitarra, Francisco Martínez Órnelas en el bajo, Carlos Valle Ramos en la guitarra y Antonio Cruz Carbajal en la batería, vendieron más de 100 mil copias en Europa, quizás la primera banda de rock mexicano que alcanzó aquellas latitudes y tuvo importantes repercusiones dentro del llamado movimiento de “La Onda”.

Eran los años de la contracultura, que bien se plasmó en La verdadera vocación de Magdalena (1972), película de Jaime Humberto Hermosillo, que tocaba temas delicados para entonces, como eran la virginidad, el conservadurismo y el recato desmesurado de las familias frente a las inquietudes de la juventud, como la música.

Debido a la represión y censura contra el rock mexicano en el sexenio de Luis Echeverría, tras la mentada de madre al presidente que se transmitió por radio desde el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en 1971 –y que las portadas de los diarios calificaron como una orgía donde los asistentes bebían y fumaban mariguana desnudos–, las disqueras dejaron de apostar por el género, los promotores cortaron de tajo las contrataciones para conciertos, los llamados “masivos” o “toquines”.

"Toquín" de 'La Revo'. | Especial

Muchos grupos, como La Revolución de Emiliano Zapata, fueron “invitados” a interpretar baladas como la única forma de permanecer en la industria. Quienes se negaron fueron perseguidos por el sistema represor de esos años, la Guerra Sucia. Así, después de un par de discos de “transición”, tuvieron que lanzar baladas, Cómo te extraño (1977) y Mi forma de sentir (1979), temas que se colocaron en los primeros lugares de las listas de popularidad en México, Estados Unidos y América Latina, piezas que aún son recordadas y cantadas por no pocos fans.

Hoy La Revo, como los recuerdan sus seguidores, siguen activos y rockeando. El Javis –Javier Martín–, un peso completo en la industria musical que ha transitado con éxito como intérprete, compositor, arreglista y productor, nos abre la puerta de su estudio en Guadalajara, Jalisco, para platicar con DOMINGA acerca del rock, la vida y el amor.

Su primera gira fue en un camión urbano

Javier Martín del Campo nació en 1951 en San Luis Potosí, una ciudad que transpira música hasta por los muros de su centro histórico con músicos callejeros que inundan sus calles, pero también se llena de silencio cuando la procesión de Semana Santa. Después su familia se mudó a la Ciudad de México. Y cuando adolescente, una nueva mudanza lo llevó a Guadalajara, que en los setenta se disputaba con el entonces Distrito Federal la denominación de cuna del rock mexicano. Guadalajara ya podía presumir la internacionalización de Carlos Santana, que es jalisciense.

“Mi primer contacto con la música fue en mi ciudad natal, San Luis Potosí. Yo creo que tuvieron fiesta mis papás, o algo así, pero ese día se quedó a dormir mi primo Gerardo Ávila Muriel y a la hora que nos levantamos vimos las huellas de la fiesta y dos guitarras, fue lo primero que nos llamó la atención. Entonces, ni tardos ni perezosos, las agarramos y empezamos a jugar con ellas, y nos dimos cuenta de que se nos facilitó tocar, por decirte, Popotitos”.
La portada del disco "La Revolución De Emiliano Zapata". | Especial
“Agarramos las guitarras y nos salimos así, sin permiso, y nos fuimos de gira a un camión urbano y con tal suerte que ganamos veinte pesos pesos cada uno, que en ese tiempo era bastante. Tenía como seis o siete años. Luego mi familia se fue a vivir al D.F. y ahí yo recuerdo que mi mamá, Guadalupe Muriel, nos llevaba a mí y a mis hermanos y hermanas al cine a ver las películas de Bill Halley y sus Cometas. No eran conciertos pero la gente se paraba y bailaba. Ya en Guadalajara a mi hermana se le ocurrió tomar clases de guitarra y de volada me apunté. Unos seis meses después mi hermana lo abandonaría, pero yo seguí”.

En esos años de adolescencia y clases de guitarra ya comenzaban a reunirse bandas como La Fachada de Piedra y Los Spiders para ensayar en los garajes de la colonia Jardines del Bosque, diseñada y planificada por Luis Barragán en 1955 al poniente de la ciudad. El Javis recuerda: “Sí, había casas locochonas. Y ahí es donde empezó La Revolución”.

Hay una avenida, La Arboleda, que tiene un jardín de eucaliptos, ahí fue donde empezaron a guitarrear. Se acercaban a las casas donde ensayaban los grupos del barrio, soñando con ser como ellos. Hasta que ganaron un concurso convocado por una estación, Radio Internacional, a presentar una canción original en inglés y la banda se presentó con Nasty Sex, una canción que “guaguaseaban” hasta que el hijo de un diplomático inglés les ayudó a ponerle letra en la lengua de Lennon y McCartney.

Más o menos en el tiempo en que grabaron también hicieron un mini Woodstock, ese festival de música de California, en el Parque las Estrellas. Ahí organizaron un concierto. Y los firmó Polydor ¿y qué pasó después?

–Tocábamos en Jardines del Bosque así, sin grandes aspiraciones, o sea, sí soñábamos. Pero no soñábamos con hacer algo grande sino queríamos tocar como los Spiders que eran de los grupos que admirábamos. Se graba Nasty Sex en la estación de radio y tres meses después ya andábamos de gira por toda la República –dice y de Shit City, recuerda, nació inspirada en la ciudad perdida que recibía a los visitantes por tren poco antes de llegar a la estación Buenavista.

¿Cuáles eran los lugares donde se presentaban?

En Guadalajara había tocadas casi todos los fines de semana, se organizaban fiestas en casas, en casas abandonadas, en casinos, salones. Ya había chavos que organizaban tardeadas y fue una época bien padre. Porque entre las bandas nos llevábamos muy bien, a veces alternábamos con los Spider, con La Fachada y después de la tocada nos íbamos a cenar. Ahí todavía no había represión al rock, ahí todo era paz y amor, vamos a decirlo así.

¿Cómo fue recibido el álbum en Estados Unidos y Europa?

–Llegamos a ir a Los Ángeles. Nunca fuimos a Europa pero de Polydor nos mandaron unas medallas de oro por la venta de 100 mil copias en Europa. Nunca fuimos a constatarlo, pero era lo que nos decían. Se vendió bastante bien por allá.

La banda vendió más de 100 mil copias en Europa. | Especial

La imposición de la balada. La banda tuvo que evolucionar

Mientras La Revolución de Emiliano Zapata tocaba en Monterrey, en septiembre de 1971, el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro tenía lugar en el Estado de México, muy cerca de Valle de Bravo y también se transmitía por radio. Un evento que reunió a miles de personas, muchas más de las previstas, que fue organizado por un grupo de juniors encabezados por Luis de Llano Macedo.

Una mentada de madre a Luis Echeverría provocó que el evento fuera sacado del aire radial. Posteriormente hubo una estigmatización y persecución de los jóvenes que gustaban de esa “música de locos”, como la llamaban los medios oficialistas. Traer el pelo largo era motivo de “revisiones de rutina” por parte de la policía. Meses más tarde, un decreto presidencial cancelaba los eventos masivos. Pero llegaría el “corto circuito”, con el que se cerró la puerta al género por la indignación gubernamental contra los estudiantes del 68 y del 71, los rockeros se verían obligados a transitar a la balada casi por decreto presidencial.

–No por decreto presidencial exactamente –dice y ríe–. Pero sí, de alguna forma fuimos obligados. Teníamos un representante que manejaba al Grupo Yndio y dejamos de tener trabajo, se empezaron a cortar los eventos, ahora sí por decreto, por lo de Avándaro más que todo. Pero cabe mencionar que aparte de las autoridades, la raza también estaba muy pesada. Por ejemplo, una vez tocamos en Oaxaca en un Club de Leones [asociación de beneficencia], muy bonito que estaba lleno de cristales, pero llegaron, se metieron y rompieron todo. Hubo portazo. También pasó en Veracruz. Empezó a pasar en muchos lados. No sólo fue la represión del gobierno.

De ahí salieron los “hoyos funkies”, sitios clandestinos que proliferaron principalmente en los cinturones de miseria del entonces Distrito Federal donde se juntaban hasta 20 mil personas para escuchar a bandas como Three Souls y las de Jaime López y Rockdrigo González, una respuesta underground a eso. El representante de la banda de alguna forma los “convenció” de cambiar de género. Javier confiesa que nunca lo pensaron como un cambio. Sino que era una experimentación, hacer una balada. Así grabaron Cómo te extraño en 1977, que resultó un éxito.

–A la fecha, una de las canciones más escuchadas de La Revo, y seguimos grabando así. Ese proceso duró uno o dos años. Cuando grabamos “Cómo te extraño” pues todavía grabamos cosas de rock y otras cosas interesantes, un rock más mexicano, que lamentablemente nunca se oyeron mucho como Nasty Sex o Ciudad perdida.

Una balada con mucho folk

Mi forma de sentir era una pieza que tiene una armónica guapa, cuerdas elegantes, un acordeón aparece muy discreto. Me parece una licencia que se dan los artistas de mandar mensajes sutiles, pues aunque suena como balada tiene mucho folk. Escrita en Mi, evoca la angustia por ese amor que se desea, por el que se podría morir.

–De alguna forma sí, fue el primer acústico, sin pensarlo, porque no se usaba, pero ya cuando empezamos a grabar la balada y todo eso ahí sí rompimos el esquema. Y la canción tiene su historia. Estábamos en el estudio y estaba Memo Méndez Guiú dirigiendo y de pronto dijo: “Hace falta una canción. Y dije: “Pues tengo esta”. La consideraba una canción muy personal, que le había compuesto a mi esposa y la tenía guardada en el cajón. Entonces la saqué, la toqué. Me dijo: “Va, esa va”.

Entonces, un programador de FM Globo, estación de música romántica en español, la empezó a tocar. Recuerda que en esa estación no solían decir el nombre del artista y la gente comenzó a llamar, “¿Quiénes son?, ¿quiénes son?”, se preguntaban. Y ese cuate le dijo a la disquera que la estaban pidiendo mucho y no le hicieron caso hasta la tercera vez que les avisó y sacaron el sencillo.

¿Este estilo musical fue la base para otros grupos que vendrían después, como Los Bukis, la antigua banda grupera de Marco Antonio Solís?

–Pues no, digo, no sé exactamente en cuanto a Bukis, pero el Grupo Yndio ya tocaba balada, casi todos esos grupos, Yonics, etcétera. Casi todos eran rockeros también.

¿Muchos fueron a la balada porque era la única forma o nomás se subieron al tren?

–En nuestro caso con el éxito de Cómo te extraño nos vimos obligados a seguir grabando en ese género. Pero aunque fuera en la balada también “rockeábamos”.

Mi forma de sentir” ¿duró mucho tiempo en la programación de la radio? Todavía en 1984 se escuchaba en Radio Variedades en la Ciudad de México.

–La canción se grabó en 1978 pero no fue hasta principios de los ochenta que el programador la descubrió.

Algo similar pasó con Maná y Rayando el sol, que pegó años después de su lanzamiento, cuando lo programaron en Stereo 97.7.

La radio fue una de las principales plataformas para difundir la música de la banda de rock. | Especial

Rompimiento y pausa en los noventa

En los ochenta el mundo comenzó a cambiar y se vio reflejado en la música y el rock. Por un lado, el fin de la dictadura en España con la muerte de Franco trajo La Movida que lanzó al mundo de habla hispana a grupos como Nacha Pop, La Unión, Duncan Dhu y otros que empezaron a sonar en las estaciones de radio capitalinas que tocaban baladas. La Movida llegó a Argentina con la caída de la dictadura en 1983 y de ahí salió Soda Stereo que tuvieron una proyección continental que alcanzó también a México bajo el sello “Rock en tu idioma”, estrategia comercial que llevó a las disqueras nacionales a buscar talento nacional.

De ahí salieron Neón, Caifanes y La Maldita Vecindad. Sin embargo, La Revolución de Emiliano Zapata prefirió mantenerse en el género de la balada pues ya tenían casi veinte años explotando esa veta. En los noventa, la agrupación mantenía un calendario de presentaciones en las principales ciudades de Estados Unidos con mayor población de origen mexicano. Y pasó lo que ocurre en todas las bandas, el hartazgo producto de la excesiva convivencia, diferencias por dinero y creativas los llevaron a una ruptura, además de en litigio por el nombre hasta hace unos años.

Nos la pasábamos casi la mitad del año de gira por Estados Unidos. Algunos ya estábamos medio cansados. Había un elemento que empezó a meter cizaña dentro del grupo y yo ya no estaba a gusto. Entonces tenía interés en hacer otro tipo de cosas. Durante las giras estuve comprando equipo para grabar. Puse mi estudio y de común acuerdo terminamos el grupo, en el 94. Y así, estuve como dos o tres años hasta que un día llegó Servando Ayala, que fue tecladista de nosotros y los Spiders, y me convenció de salir a rockear otra vez. Grabamos dos o tres discos como La Revo.

El guitarrista Javier Martín del Campo. | Fernando Aceves

El regreso del sexo sucio y la ciudad perdida

En 2015, La Revolución de Emiliano Zapata regresó a los escenarios por la puerta grande y tocó en el festival Vive Latino. Regresaron a tocar en vivo ante su público después de una pausa de casi 20 años y para festejar los 45 años de la fundación de la banda. El regreso causó tanta expectativa que la revista Vice grabó una larga conversación en el backstage entre La Revo y Los Caifanes que también se presentaron en el mencionado festival

–¿Cómo se sintió en esa tocada?

–Poca madre. Teníamos cierto temor de tocar Mi forma de sentir porque es un festival de rock. Total que le hicimos un arreglo ahí como más rockero a la rola. Y cuál fue nuestra sorpresa que la gente empezó a cantarla y, para acabarla, cuando empezamos estaba nublado, estaba bien nublado. Y cuando la letra dice “cada vez que veo salir salir el sol, como hoy” y de pronto se abrió el cielo, salió el sol. Fue mágico porque toda la gente se dio cuenta. Había rockeros, darketos, punketos y todos cantando. Poca madre, poca madre.

–¿Se considera usted el camaleón del rock mexicano?

–Yo creo que ahorita es tiempo de diversificarse, ¿me entiendes? Cuando cambiamos del rock a la balada mucha gente nos puso como traicioneros del rock y cosas por el estilo. Pero yo siempre he dicho, ya supérenlo. Y sí, realmente la música se ha diversificado y es lo que tiene que hacer uno, diversificarse. O sea, si me dicen: graba cumbia con [Carlos] Vives, claro que lo voy a hacer.

Pero luego de ese concierto en el Vive, que dio la oportunidad de escuchar en vivo al grupo que muchos asistentes conocían gracias a sus papás, también el regreso impulsó la creación de un documental: La Revo, Sing a Song of Love (2019); ópera prima de José Leos, que cuenta la transformación del grupo y las diferencias a causa de lo que algunos llamaron “traición” por el cambio de género musical, presentado con éxito en el Festival de Cine de Guadalajara.

La banda agarró un nuevo aire. En 2018 publicaron Romance, un álbum que dobla la apuesta por el rock con ese toque de blues que distingue a las bandas mexicanas de los setenta. Pensándote (2024) y Cómo te extraño (ft. Banda Toro) (2023) son sus más recientes sencillos. Actualmente las reproducciones de su repertorio rondan el medio millón de escuchas mensuales en las principales plataformas digitales. Javier Martín del Campo recibirá un homenaje el 9 de noviembre en el festival Rock por la Vida en Guadalajara.

GSC/AMP

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