A unos pasos del mercado principal de Mixcoac está la casona de alta puerta, larga barda y ancha historia. Me lleva a reconocerla Sergio Palma, uno de sus ángeles guardianes… sobrevuelan por ahí Santa Gabriela Anónima y otros más. Todos a una, como en Fuenteovejuna. La última vez que la recorrí fue cuando alguna preposada… hará más de 20 años, ya que el anfitrión al que entrevisté era el entonces nonagenario Jorge Mondragón, uno de sus dos fundadores.
Sara García devela la placa inaugural (Archivo de La Casa del Actor).
Jorge Mondragón, uno de los dos fundadores de La Casa del Actor
Parece estacionada. Diferente, sólo una magnífica escultura de Cantinflas a la entrada —su otro esencial fundador— y un elevador donado por los comediantes convocados al llamado solidario de Jorge Ortiz de Pinedo —actual vicepresidente del Patronato— y que lleva a un segundo piso que se concluyó en 2015 con la herencia liberada 25 años después de la muerte de la escritora tabasqueña Caridad Bravo Adams; huésped en vida y benefactora después. El teatro cuenta con las mismas 200 butacas verdes. En la lavandería, doña Sandra de toda la vida, sigue ocupando la misma máquina industrial... última compra que les hizo Mario Moreno.
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Mario Moreno Reyes en el vestíbulo... con gabardina de bronce
Caridad Bravo Adams. Huésped en vida; benefactora después
El más largo de sus pasillos, es como un túnel que pasa profundo por debajo de una montaña de trayectorias, para quienes veneramos las de estos seres... túnel iluminado por los nombres en las puertas: Rosa de Castilla, Luz Huerta —de las Hermanas Huerta—, Olivia Michel, la vedette Wanda Seux, Humberto Dupeyrón, Aarón Hernán (ex líder de la propia ANDA). Antes ahí fueron cobijados —literalmente— Andrea Palma, Amelia Wilhelmy (La Guayaba), Esther Fernández, el cómico Schilinsky, Tun Tun (el de Tin Tan), la dulce Carmelita González, la imponente Rebeca Iturbide, el querido Joaquín Cordero... y tantos más.
Rosa de Castilla. Una de las grandes intérpretes de la música mexicana en el siglo XX.
Olivia Michel. Actriz y guionista. Debutó en 1954. Filmó más de 40 películas
La famosa vedette Wanda Seux.
Uno de sus huéspedes es Aarón Hernán, quien este 2020 cumple 90 años; fue Secretario General de la ANDA de 1998 a 2002.
Andrea Palma. La primera diva de México.
Manolín y Shilinsky
Tun Tun con Tin Tan.
Rebeca Iturbide, imponente (1924-2003)
Ahora por una ventana se ve a una mujer con hilo y aguja... cosiendo en paz. Es Elisa Fonts y fue payasita de circo... domadora de elefantes. Pronto cumplirá 90 y quiere vals. Y ya en el jardín, ahí está en una banca, frente a una palma... junto a un rosal florido, envuelta en un cálido ropaje de franela azul, uno de los dos rostros más bellos de la historia del cine mexicano: Alma Rosa Aguirre. Quisiera darle un beso, pero ella está dormida... y yo no soy príncipe.
Hasta aquí, el dulce cuento. Lo que sigue es la realidad.
Alma Rosa Aguirre, uno de los dos rostros más bellos de la pantalla mexicana. Participó en 32 películas.
El 20 de febrero de 1944, portando una chamarra de ante color beige, apareció Mario Moreno en Tiziano número 34. Y tomado en cada brazo por dos ancianas para inaugurar La Casa del Actor, dio un mensaje. Serio, breve. Sus palabras ese día no jugaron. Dijo lo que todo artista encontraría en esa casa: “... ya no morirá de soledad, pobre, enfermo y olvidado; porque ya tiene un hogar y una familia que somos todos nosotros.”
Eran la categoría y humanidad, hoy perdidas, que entonces mostraba un Secretario General de la ANDA.
Mario Moreno... el memorable día con la chamarra de ante beige.
Cantinflas inaugura con las primeras huéspedes: Enriqueta Monjardín y Elvira Tubet; a la izquierda, Jorge Negrete (Archivo La Casa del Actor).
Su primer patronato lo conformaron Cantinflas como presidente; Fernando Soler, vicepresidente; Virginia Fábregas, como secretaria; Jorge Mondragón, como tesorero; María Tereza Montoya y Jorge Negrete como vocales.
Lejos de la voracidad de estos tiempos, la novela de la Casa del Actor comenzó en 1940 con una escena callejera que bien podría haber filmado Chaplin... cuando al salir de dar una función en el teatro Colón, el célebre mimo mexicano descubrió que la anciana que pedía limosna en la banqueta era Elvira Tubet, gran actriz española de zarzuela en otros tiempos. Fue el detonador. Decide pagarle un cuarto modesto de hotel y hace lo mismo con Enriqueta Monjardín, famosa tiple olvidada de varias décadas atrás. Cantinflas comienza a pasar la charola entre políticos y empresarios, y Jorge Mondragón (el actor que inauguró el Palacio de Bellas Artes junto a María Tereza Montoya en el 1934) conseguía el terreno. Lo negoció en 38 mil pesos. Contribuyeron para hacer 'la vaquita', además de Mario Moreno, Emilio Azcárraga Vidaurreta, Javier Rojo Gómez (era el regente de la ciudad) y el temible Maximino Ávila Camacho.
La casa, que entonces contaba con 48 habitaciones, tres baños comunitarios y su teatro, se inaugura con aquellas dos viejecitas de 78 y 92 años. La ANDA que resolvía así un tema para el sector más desvalido de sus agremiados, se comprometió por estatutos a ser sostén fundamental de ese lugar de retiro, mediante reembolsos a comprobar de los gastos principales.
En la compleja papelería legal a la que tuve acceso, lo que está más o menos claro es que para blindarla en el futuro, se constituyó independiente como Institución de Asistencia Privada (así regulada y vigilada por las autoridades), aunque las escrituras se pusieron a nombre de la ANDA; pero con una “afectación irrevocable” de manera que nadie nunca pudiera disponer del lugar, ni modificar sus procederes y finalidades. Todos amarrados contra las malas hambres, por ejemplo, del presente; aunque que no es la primera vez que se desatan.
El problema, en un párrafo: La Casa del Actor se crea por sí misma. La ANDA se involucra y compromete a su mantenimiento (alimentación, ropa, medicinas)... por lo tanto se sabe con genuino derecho a pedir cuentas sobre esos gastos… y sí. Mas por haber otorgado esa ayuda a la que se obligó en sus estatutos, ahora la ANDA se asume como propietaria de la Casa del Actor. Y no.
Si nos remitimos a aquellas palabras inaugurales de Cantinflas, más bien, chatos... no en su valor material, pero sí en su razón de ser: la ANDA es de la Casa del Actor. Y no al revés. Perdón.
Cantinflas, una Noche Buena con la mamá de la histórica cantante Lucha Reyes (Archivo La Casa del Actor).
Desde la llegada de Jesús Ochoa en 2018 como Secretario General de la Asociación Nacional de Actores, su primer manotazo consistió en suspender los pagos a sus viejos de acá, que lo son de allá. Hace ya 21 meses.
Puede detectarse que el problema pasa por los egos, las soberbias y los rencores. Como testimonio de esto último, es cierto, hay una gigantesca placa en la casona que a la letra dice “... durante los cuatro años de gestión del Comité Técnico de Jubilación de la ANDA, comandado por Lilia Aragón... arbitrariamente intentaron desaparecer este digno recinto, arrebatando a los huéspedes todos sus derechos y atentando incluso contra sus vidas. Diciembre 2009”. Y firma, Maty Huitrón, Presidenta Vitalicia. De arreglarse las cosas, esa placa, por ejemplo, tendría que quitarse. No contribuye a estrechar de nuevo las manos. Digo.
Maty hizo mucho bien por la casa... más de 30 años. Y hasta su último suspiro, envejeció con ella. Es natural que en cualquier administración que dure 30 años, se vayan normalizando ciertos vicios administrativos. Nada que, en dado caso, no se pueda corregir.
Hace 600 días Jesús Ochoa les cerró la llave. No han pasado los 900 que duró el Sitio de Leningrado en la Segunda Guerra, pero sí muchos más de los 75 que se necesitaron en el de Tenochtitlan... y guardadas las proporciones, el objetivo es el mismo: dejar sin provisiones a los habitantes... hasta rendir al enemigo.
La Casa del Actor no está ni manca ni agónica. Cuenta con algo de ahorros para aguantar un tiempo... le caen las rentas de un edificio de oficinas en la colonia Juárez en el que se invirtió parte de la herencia que dejó Caridad Bravo Adams; y cuenta con respaldo del Nacional Monte de Piedad. De manera que las acciones emprendidas por Ochoa, que ya lo hizo personal, van más allá del tema del dinero.
Baste revisar las imágenes de su agresiva irrupción a la rueda de prensa que el Patronato ofreció para hacer pública la acción de quitarles a los indispensables cuidadores (que no enfermeros), que venía pagando directamente la ANDA... a las dos veintenas de huéspedes, que durante toda su vida, por cierto… cotizaron.
Jesús Ochoa comunica fin de pago a los cuidadores (Exclusivo Milenio).
Lo cual es un atentado... contra la dignidad, sí, la de los huéspedes, pero principalmente la de Jesús Ochoa, admiradísimo gran actor, que más allá de los procesos legales, literalmente no se ha tocado el corazón para vociferar en su defensa desde una oficina de la ANDA, que un día tendrá que dejar: “¡esa casa es nuestra!” Aún con razones contables por cuestionar, no ha tenido el tacto de presentarse con el respeto que merece el lugar... obnubilado por una silla de líder pasajero, haciendo sorna como su personaje del ‘Cochigordo’ en ‘El crimen del Cácaro Gumaro’... las mismas risas, la misma sorna, la misma especie... la misma clase.
La Casa del Actor se inconforma por retiro de cuidadores (Exclusivo Milenio).
Jesús Ochoa protagoniza zafarrancho: “Vamos a regresar... esta casa es nuestra” (Foto: Alfonso Manzano).
Con sensibilidad, memoria y mirada en su propio futuro, es tema que puede resolver Jesús Ochoa (de quien se sabe que hace años tiene un refugio para ayudar a jóvenes de Sonora que buscan ganarse el pan en la Ciudad de México). Pero no ‘el Cochigordo’.
De manera que una domadora de elefantes, borde sueños. Y Alma Rosa los sueñe... bella y serena. Entre las flores.
lnb/ehh