La estructura impersonal

En “Los destructores” Graham Greene vislumbró el nihilismo violento actual.
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Quizá el aspecto más revolucionario del Leviatán de Thomas Hobbes fue la idea de que cada miembro de la sociedad renunciaba a ejercer su poder individual por medios violentos, para delegarlo en el Estado, que sería una especie de supraentidad compuesta por la suma de los miles de individuos que abdicaban de sí mismos en aras de un bien común. En el fondo no se trata siquiera de un acto altruista, sino que es por el propio interés que cada cual renuncia a solo mirar por sí mismo.

Tres siglos y medio después, si bien continuamos viviendo bajo regímenes que más o menos se fundamentan en un postulado similar, la narrativa dominante tiende a denostar a todo lo que tenga que ver con colectividad, en favor de la individualidad y la competencia, y no es ningún secreto que el discurso del éxito insta a la gente a aplastar a los rivales y no escatimar medios para conseguir los propósitos propios. El problema es que a nivel político los asuntos más acuciantes siguen precisando de una especie de solución hobbesiana, pero cada cual vive en su pequeña isla de Robinson Crusoe, y por más que ahí uno se conduzca bajo principios éticos muy loables, está claro que resulta insuficiente para transformar males tan arraigados como la pobreza o la corrupción endémica pues, como señala Mark Fisher en Realismo capitalista: “En lugar de afirmar que todos, es decir cada uno, somos responsables del cambio climático, podríamos decir que nadie en verdad lo es y que ese es el problema. La causa de la catástrofe ecológica está en una estructura impersonal que, aunque es capaz de producir todo tipo de efectos, no es capaz de quedar sujeta a responsabilidad”.

Eventos como la caravana de migrantes o las protestas de Francia ofrecen una pista de que a nivel intuitivo la gente está cansada de un pacto social que de manera estructural beneficia a unos pocos en detrimento de la mayoría, pues aunque la gran fortaleza de la estructura impersonal sea precisamente ser impersonal, en algún punto las tensiones son tales que inevitablemente es llamada a rendir cuentas.

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