Corría el "apocalíptico" año 2000 en el pueblo de San Pedro, Coahuila. Era una noche fría de invierno y para Eusebio, conserje en la clínica del ISSSTE, su rondar nocturno era tranquilo y sin mucho trabajo.
Eusebio, un hombre de alrededor de 50 años, delgado, poco pelo y de nariz 'curiosa' por su forma de bola, no era creyente de los fenómenos paranormales, pero estaba a punto de toparse con algo fuera de lo común, que lo haría pensar que, entre la vida y la muerte sólo hay una pequeña línea que se puede traspasar.
Antes de iniciar sus labores nocturnas, decidió cenar y tomarse su 'cafecito'.
Se sentó en uno de los pasillos cercanos a las oficinas administrativas, ahí fue cuando se dio cuenta que no estaba sólo, que alguien o algo lo vigilaba.
Lo malo, que la mirada que sentía no era agradable, aparte de que no podía ver si alguien lo observaba.
Después de un "buen taco" y su cafecito, reposó por unos minutos la cena, ya después tomó sus herramientas de trabajo y comenzó con sus recorridos de aseo por los pasillos de la clínica.
Limpiaba y silbaba para mitigar el frío y los nervios, los cuales sentía desde aquella extraña mirada que lo acechaba. Estaba lleno de temor e intranquilidad.
Pasada la medianoche comenzó la limpieza en el pasillo donde se ubica el área de pediatría. Eusebio estaba inquieto y a pesar de que su cuerpo estaba en movimiento por el trabajo, sentía un frío intenso aun estando dentro del edificio.
-Qué frío siento, es como si estuviera a la intemperie, no me explico esto y creo que estoy pensando en voz alta.
De repente, el conserje abrió los ojos y sus cejas pobladas se echaron hacia arriba, acababa de ver la figura de un niño, uno que salía de los cuartos de Pediatría.
Eusebio pensó que era un pequeño paciente, porque estaba seguro que portaba la bata azul que normalmente usan en el hospital. Después caminó hacia donde estaba la silueta.
Para el conserje, lo que vio fue un niño hospitalizado, pero su preocupación creció cuando se asomó al cuarto de donde supuso, había salido el menor, pero sólo estaban dos niñas internadas.
No le tomó mucha importancia hasta que nuevamente, volvió a ver al niño, ahora parado en el mismo pasillo, de espaldas como esperando a que el conserje lo regañara por haberse levantado de su camilla.
Al niño se le podía ver su bata en color azul, de cuerpo delgado y cabeza agachada.
Eusebio se acercó al menor para ver qué le pasaba o saber quién era.
Al dar un paso de manera cautelosa, parecía como si el niño se alejara más, el pasillo parecía infinito hasta que a punto estuvo de alcanzar al pequeño, que en un abrir y cerrar de ojos se desvaneció en lo profundo del pasillo.
La impresión de ver al niño fue mucha para el conserje y ya no pudo estar tranquilo durante su turno.
Se hizo de mañana, había terminado sus labores, ni siquiera pudo dormir un poco como acostumbraba cuando el trabajo era leve.
El conserje contó a sus compañeros lo que había visto, unos le creyeron, otros no, lo que sí, mencionaron que no sólo Eusebio ha visto al espíritu de ese niño rondar los pasillos del ISSSTE.
También hay relatos que en ese edificio, se escuchan ruidos extraños y se siente que alguien vigila, pero ese alguien no es de este mundo.