Rafael Acosta (Coahuila, 1981) cuenta que tardó alrededor de 10 años en escribir Seis ensayos sobre la violencia (UANL) debido a la complejidad de lo quería transmitir: escribir en verso cada uno de los relatos que se ubican en México.
“Es un libro muy peculiar. Son cuentos que están escritos en verso y lo pensé para contar otras experiencias de la violencia que se viven y se vivieron con la guerra contra el narco en México, enfocándose un poco más en la perspectiva de la gente que la sufre”, dice el autor a MILENIO.
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Una mujer atrapada en un pueblo abandonado, la venganza de un hombre, el tren llamado Bestia y sus horrores en Tamaulipas, en Escobedo, y zonas militares conforman historias en las que se respira la violencia.
Para Acosta, algunos victimarios son víctimas y “muchas de las personas que son combatientes en la guerra son personas que, por un motivo u otro, se ven inmiscuidos en ella sin haber decidido hacerlo. Hay muchas formas de participar en la guerra, pero en el libro traté de enfocar las historias más en la forma en la que se sufre que en la forma en que se ejerce la violencia”.
Conexión con el lector
Escribir las historias de violencia en verso fue complicado, revela el autor, cuyo libro tuvo muchas pausas.
“Lo necesitaba, además, lleva mucha reflexión. Algunos cuentos salieron rápido y otros tardaron años en cuajar. Pero el verso no suavizó la violencia; se trata de no presentar la violencia de una forma desnuda sino requerir otra capa de participación del lector, que no se acerque al cuento de una forma casual a experimentar el sufrimiento de los otros, sino que requiera de una participación activa en la lectura”.
En Seis ensayos sobre la violencia la acción sucede en el norte del país, una zona que le es más familiar al autor “y cuyo lenguaje me canta más. Es un libro que está enfocado en el lenguaje a través del trabajo del verso y del ritmo con el que se narra, por eso es que acabé narrando sobre todo el noreste del país”.
Acosta dice que hay muchas formas de escribir sobre la violencia, sin embargo “el enfoque en el sufrimiento me parece que requiere de una conexión más empática del lector con lo que está pasando en la página”.
“En realidad es una de las cosas que tiene la ficción, que es una forma de decir la verdad diciendo mentiras. Todos estos cuentos son una forma de sintetizar historias que son reales y plantearlas de una forma que tocan más historias sin haber sido una verdadera”.
Rafael Acosta explicó que algunas de las historias que cuenta son casi de orden fantástico.
“No narran tanto hechos que sucedieron pero a través de esto narran sensaciones muy vividas en la región, como una mujer y su perro en una ciudad abandonada de la frontera. No es algo que pasó pero te cuenta la sensación de muchas personas que se sentían así en la frontera que quedó abandonada en la guerra contra el narco, porque la violencia es como un pulpo y sus tentáculos nos tocan a todos”.
PCL