La moda masculina, sinónimo de audacia en los diseños

Este 2017 parece que será clave para instalar las 'fashion weeks' de ropa para hombre, una posibilidad que hace dos décadas parecía imposible ante un mercado incierto y sin interés

Thom Browne
Moncler Gamme Bleu
Bobby Abley Mens London
Moncler
John Lawrence Sullivan
Henrik Vibskov Ansgar Werrelmann
Henrik Vibskov Ansgar Werrelmann
Alex Mullins
Alex Mullins
Wantlr van Bereindonc
Wantlr van Bereindonc
José Abdón Flores
Ciudad de México /

Desde que se inventó el concepto de moda a principios del siglo XX, el vestuario masculino ha permanecido prácticamente inalterable. Un hecho hasta cierto punto comprensible si se toma en cuenta que el fenómeno se desarrolló en torno a la indumentaria de la mujer. Sin embargo, cuando se trata de innovar, las propuestas más audaces y singulares provienen de la moda para hombre, un universo con menos compromisos financieros y más siluetas por explorar.

Pasarelas para ellos

La ropa masculina ha ocupado un lugar secundario en las vitrinas de la historia. Pantalones, camisas y sacos para hombre son más simples pero más complicados de confeccionar que faldas y vestidos. Los sombreros pasaron de moda hace décadas y difícilmente volverán a estarlo; misma situación para el chaleco. Hacer corbatas es un juego geométrico de pliegues que a pocos interesa, mientras los zapatos no han cambiado demasiado desde que las aceras cubrieron las ciudades. En sí, esa vestimenta no solo es discreta sino que siempre ha sido comprada por cuestiones de necesidad más que de estética. Para los hombres, lo más cercano a la moda como fenómeno fue durante muchos años mandarse hacer un traje con el sastre. Tomarse medidas, escoger telas y forros, y decidir cuántos botones debería llevar un saco era la esencia de la moda masculina. Sin embargo, esto cambió a partir de los años 70 por la sencilla razón de que se generó un mercado.

La evolución y consolidación de este mercado ha sido un proceso lento que aún hoy continúa. Pese a que el número de clientes potenciales es igual o superior al de la moda femenina, y su poder de compra aún mayor, el sector sigue teniendo un futuro incierto.

La moda masculina como la conocemos hoy proviene de dos vertientes principales: la alta sartoria italiana y el tailoring inglés, que no son sino dos maneras de referirse a la ropa hecha a la medida por un sastre especialista. Las casas italianas como Corneliani, Canalli, Ermenegildo Zegna o Brioni son básicamente sastrerías con filiales planetarias. Las firmas inglesas son más conservadoras y se concentran todas en Saville Row. Sastrerías como Gieves & Hawkes, Anderson & Sheppard o Richard James representan un Londres añejo y clásico. Es a partir de estas dos escuelas y de otras influencias sobre todo étnicas que evolucionó la moda masculina. Este desarrollo condujo, con los años, a imitar el modelo utilizado para dar a conocer la moda femenina: una semana de la moda, o fashion week que es el término popular para estas manifestaciones. Londres, París y Milán adoptaron pronto este modelo para presentar las novedades del vestuario masculino. En un principio eran un puñado de desfiles. Hoy día, la semana de la moda masculina en París ofrece 50 desfiles durante cinco días, lo que la convierte en la más importante del orbe.

Moda alternativa

Pese a las cifras al alza del sector, en realidad diseñar moda hombre es una empresa con un alto grado de riesgo. El interés de ellos por la ropa es significativamente menor al que demuestran las mujeres. El dandismo, como fenómeno de moda, ha sobrevivido gracias al mito, no a la práctica. Y si bien en las pasadas dos décadas el cuidado varonil en cuanto a la manera de vestir es mayor, lo que prevalece es una marcada indiferencia. El tiempo ha demostrado dos cosas al respecto: que se trata de un sector aislado y que siente por la ropa en boga una inclinación pasajera. La recién creada fashion week de Nueva York es un claro ejemplo de ello.

Siendo una ciudad donde lo fashion está a la orden del día, Nueva York, cuya semana de la moda femenina es la más antigua (1943), nunca mostró interés por dedicar un espacio al universo del hombre. Inventores del marketing y del business, los estadunidenses no detectaron un área de oportunidad en sacos y pantalones. A decir verdad, la moda masculina en Estados Unidos —y en el continente en general— nunca alcanzó el estatus que tiene en algunos países europeos. Para nombrarla de algún modo, esta boga fue designada como “casual”, un universo donde han reinado por décadas las camisetas y los pantalones vaqueros. De modo que debieron pasar 75 años para que, finalmente, la Gran Manzana se uniera a las otras capitales con una semana dedicada a la indumentaria varonil. Esta decisión llega en tiempos álgidos para el sector, ya que muchas firmas están optando por hacer desfiles mixtos con el fin de maximizar rendimientos. La reacción no se ha hecho esperar, nunca como este próximo otoño/invierno 2016-17 han surgido tantas colecciones que solo pueden calificarse de audaces, osadía que a veces raya en lo artístico. Tal pareciera que los diseñadores, al saber de antemano que sus números estarán en rojo al final del año, optaron por crear sin presión alguna y lanzaron a pasarela atuendos fuera de este mundo. Esto ha ocurrido sobre todo en Londres, de donde provienen tradicionalmente los diseñadores más innovadores. Italia ha sido la plaza más conservadora en tanto París ha asumido la locura propia de estos tiempos, pero también el recato de las colecciones vendibles.

Es sabido que la moda es el reflejo de una sociedad, un mensaje cifrado en prendas que da por resultado una apariencia. Actualmente hay una generación de diseñadores británicos que sin resquemor alguno lanzan propuestas que harían correr de pánico a cualquier inversionista. Por ejemplo, a medio camino entre la saturación de colores, el overol de carreras y la pijama, Bobby Abley presentó una colección que seguramente no será la portada de Vogue Homme y pondrá de manifiesto lo infantil que a veces es el mundo. Alex Mullins, por su parte, optó por la ropa bicolor con un patrón vertical derecha-izquierda y decidió, en algunos looks, cubrir la cabeza del modelo con una frazada. El Northern Soul de los años 70 se hizo presente en los enormes pantalones diseñados por Arashi Yanagawa para su marca “John Lawrence Sullivan”. Este ex boxeador profesional incluyó también algunas siluetas femeninas de corte andrógino en la colección que, por cierto, tiene todo para ponerse de moda en la próxima década.

Desde hace algunas temporadas, la prestigiada marca de ropa de montaña Moncler ha lanzado una línea muy provocadora: Moncler Gamme Bleu. La razón es que al mando está Thom Browne, uno de los diseñadores más radicales e imaginativos de la actualidad. La fuerza de sus colecciones ha cimbrado a esta firma de origen francés. Para el otoño-invierno 2017, Browne decoró los atuendos alpinos con sogas de rappel conformando un look que recuerda a los supervivientes de las avalanchas. Rica en accesorios y motivos, es junto con Etro y DSquared, de las marcas rebeldes en Milán.

En París hay tres nombres que han hecho y seguirán haciendo moda alternativa a ultranza. Su statement sorprende no solo por lo estrafalario sino porque se trata de proyectos que han logrado sobrevivir pese a que, al verlos, lo primero que se piensa es “¿Quién se pone esto?”. Alguna tribu urbana lo hace, pues los tres siguen presentándose desde hace años y en sus desfiles faltan lugares para sentar a tanta gente. El estadunidense Rick Owens afincado en París se hizo famoso con sus siluetas dark; actualmente la silueta no ha variado tanto pero la tonalidad sí, y son los colores los que hacen ver sus creaciones recientes aún más radicales. Walter van Beirendonck, uno de los seis creadores belgas que revolucionaron la moda en los 80, sigue activo con colecciones que dan de qué hablar. Esta ocasión su desfile fue en torno al dios Pan; verdadero rito pagano, la ropa lunática incluyó guantes desmesurados y rostros cubiertos como los guerrilleros de un futuro próximo. El tercer diseñador en cuestión es el danés Henrik Vibskov, quien más que un desfile presenta un performance alusivo al concepto de su colección. “El alineamiento de las piernas a las 5 de la tarde” tuvo como de costumbre una colección rica en texturas y ropa deformada que busca el confort de la persona y el atractivo visual. En general, todas las colecciones hasta aquí citadas son una visión personal del mundo de estos diseñadores, quienes han sacrificado un objetivo financiero en aras de una búsqueda individual. Si bien estas propuestas son vistas como excentricidades, el futuro tal vez les depare una realidad más concreta.

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