La psicóloga Paulina Vázquez Roldán define al arte como una necesidad humana de expresión que ha sido su forma de sanar sus experiencias. Autora de libros como Sólo el arte te salva (2015), Cartas de desaparición (2016) y participante en la antología Cihuayaomeh In Xochitl in Cuicatl (2016); presenta su libro Yo soy el mundo: La voz, el silencio y el amor.
En este poemario que contiene más de 100 poemas escritos en diferentes facetas de su vida, la poeta invita a dar un salto en el mundo de lo sensible dedicando sus versos al amor, la naturaleza, la belleza, el erotismo, la sensualidad y el ser mujer.
- Te recomendamos “La literatura especulativa confronta la realidad”: Gabriela Damián Miravete Cultura
Si bien el libro fue escrito desde la mirada femenina, la escritora asegura que también los hombres, al ser más sensibles de lo que suelen aparentar, a través de este poemario pueden percibir la realidad desde otros matices no masculinos.
El origen del poemario
“Dentro de la salud mental hay un término llamado PAS, Personas Altamente Sensibles, que siempre he tenido; en mi necesidad de expresarme comencé a escribir desde muy joven todo lo que sentía y observaba, siento que si no escribo me muero y llegó un punto en el que tenía que hacer algo con esos escritos para seguir avanzando, liberarme de eso.
“¿Por qué Yo soy el mundo? Porque no puedes poseerlo, pero sí ser parte de él, elegí ser el mundo al reconocerme en el otro, creo que cuando te vinculas con algo que ves y transforma algo dentro de ti, te incentiva a crear algo más”.
“Tú como persona no puedes experimentar todo en carne propia, ni verlo o sentirlo todo, pero haciéndote consciente de lo que te rodea, esa otredad o naturaleza en sí misma, puedes habitar por un momento lo que ocurre en tu entorno. Considero importante sensibilizarse con la otredad y que así puedes entender situaciones que no has vivido”.
La poeta también cuenta que todos los poemas fueron escritos a mano en primera instancia y que pasarlo a lo frío de la computadora fue un reto pues muchos se fueron modificando en ese proceso.
El proceso creativo
“Estoy viviendo la ruptura de mi proceso creativo porque seguía el discurso del poeta maldito, donde parece que debes sufrir para hacer arte y tener una musa, un amor inalcanzable. Mis primeros textos reflejaban mucho sufrimiento y pesimismo, quise romper con ese ciclo.
Paulina continuó. “Si la poesía sirve para decir con diferentes palabras lo que no podemos expresar de forma tan lineal ¿Por qué solo hablar del sufrimiento? ¿Puedes sostener lo que estás diciendo? Creo que es válido en ocasiones, pero debes tomar responsabilidad del impacto que pueda ocasionar en la persona que lo lea”.
“Para mí parte de la creatividad está en congregar las cosas que has conocido y vivido, no en el sentido de plagio sino emanar lo que tú ya recibiste como información, por ejemplo, hay un poema que habla de la pintura La venus del espejo de Velázquez, el poema busca transmitir lo que te preguntarías al estar frente a la pintura. También en otro caso tomo de inspiración del disco El canto de amor a la vida de Rafael Lechowski”.
La escritora comenta que en ocasiones ha sido criticada por una falta de métrica en sus poemas, a lo que responde que su prioridad fue plasmar los versos que merecían decirse, pues el permitir fluir la palabra por sí misma ya la considera poesía. Pero también aclara no estar en contra del uso de estructuras, ya que las considera útiles para salir de los bloqueos creativos.
Retos como autora independiente
“El entorno en el que publiqué la primera versión fue muy pesimista, después acudí a una imprenta y lo presentaba totalmente por mi cuenta; entonces años después encontré la Editorial Musa, lo que me gustó de ellos es que posicionan el libro en varias plataformas digitales, está en librerías Gandhi, El Sótano, Amazon”.
Años previos a la publicación de Yo soy el mundo, Paulina publicó una primera versión del libro que dista de la actual no solo por abarcar menos de la mitad de los poemas que ahora contiene, sino porque en él buscó ilustrar el erotismo de los poemas con fotos de desnudos artísticos propios, una idea que decidió dejar atrás para esta versión porque sintió que era el morbo lo que lo vendía, ahora prefirió apostar en que los detalles eróticos se encuentren únicamente en las estrofas interiores del poemario y no en desnudos como primer impacto.
El arte visual del libro
Con una inspiración en El jardín de las delicias del Bosco, la pintora Carolina Pavia crea un mundo surrealista lleno de criaturas mágicas en la portada y contraportada que, de hecho, son una sola pintura, Carolina también ha afirmado que mucha de su inspiración viene de sus sueños.
En las ilustraciones internas se encuentra el trabajo de Mariana Martínez, especializada en retrato por lo que significó salir de su zona de confort. Y también se puede apreciar el trabajo de Mariana Ortiz, quien no se dedica profesionalmente a la ilustración motivo por el que de igual manera significó un reto.
Las diferentes personalidades de las tres ilustradoras convergen en sus interrelaciones con los poemas que acompañan y complementan. Otro atractivo visual que se puede apreciar en el lomo del libro es un sigilo compuesto por runas que dicen el nombre de la autora, quien consideró utilizar únicamente este sello y no su nombre como intento de despersonalizarlo.
El libro también cuenta con algunas hojas en blanco delimitadas por ilustraciones de naturaleza donde Paulina pretende que lo que uno escriba no tenga menos importancia que lo escrito por el autor:
“Siempre me dijeron que los libros no se rayan, pero estas hojas te invitan a ser parte del libro, escribir o dibujar, tu libro nunca será el mismo porque estará intervenido por tus vivencias”.
Otros proyectos
Paulina actualmente trabaja en la grabación del audiolibro de Yo soy el mundo, que próximamente estará disponible en YouTube y Spotify. En él buscará musicalizar algunos poemas además de que al darle voz a sus palabras resaltará la forma correcta de leerlos, pues de no hacerse con el ritmo en el que fueron escritos podría no encontrarse la rima.
“Tomo al arte como una especie de deidad, es el eje de todos mis proyectos”.
La autora de Yo soy el mundo, en su carrera como Psicología tiene un posgrado en terapia familiar sistémica con especialidad en terapia de parejas, dicho titulo lo desempeña en su proyecto Amar por convicción, una plataforma para hablar de amor libre, formatos relacionales, psicoterapia para mujeres o para parejas, consultorías y tarot terapéutico, un complemento que no consiste en adivinación o sugestión, sino una herramienta para ayudar a manifestar el subconsciente y escucharse a uno mismo antes que a los demás.
En su constante proactividad, Paulina también es creadora de las marcas Muérdeme y miau de chocolates y postres, así como de Numagic que busca llevar la magia a lo cotidiano en jabones artesanales o aceites corporales.
PCL