La reivindicación con Tampico. Esa es quizá la frase más adecuada a la figura de Rockdrigo González en el penúltimo día de su homenaje en Tamaulipas.
Amanda Lalena lo refleja así de manera unipersonal, pero sin querer, también refleja la esencia de este festival que el ITCA realizó a un ser ignorado en su tierra.
La hija del 'Profeta del Nopal' es parte del libro Sacerdote Rupestre/Tiempos Híbridos promovido por el instituto y trabajado hasta el cansancio y la pasión por Nora de la Cruz.
La escritora asume el riesgo de impregnar la esencia del hombre sobre la del mito.
El sujeto que huyó de su tierra, que abrazó los sueños y luego, apropió los sueños de una ciudad para ensamblarlos en letras perfectamente acomodadas a la idiosincrasia del chilango y del provinciano, siempre desde una visión de la urbe.
El libro desmenuza las sensaciones en torno a la identidad golpeada, sufrida, sensible de Rockdrigo, a su constante insistencia en abrir su sentido artístico y aparte de lo que se piense, el clamor humano que trató de transmitir bajo el concepto rupestre, no solo hablando del aspecto musical, sino del social.
Desde la voz de la hija, desde el clamor del amigo o la visión de los que ni lo conocieron, ahí está repleto en el libro de Nora, en la sensibilidad de entender al provinciano con enfoque artístico.
Luego la petición de que Rockdrigo regrese a Tampico como estatua y festival formal y al hombre tampiqueño que se volvió chilango.