“Hoy nos vamos a echar el Amar y vivir completito”, avisó La Marisoul apenas saltó al escenario atestado de girasoles. Poco más de un año después de presentar el disco en el Lunario, La Santa Cecilia volvió para “cerrar el ciclo donde empezó”, en la Ciudad de México.
Mientras Alan Parsons seducía con su concierto sinfónico a los miles que llenaron el Auditorio Nacional, a unos metros la banda radicada en Los Ángeles prometía “una noche de nostalgia y romance”.
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Las 12 canciones del álbum —casi todas covers— fueron grabadas en vivo en distintas locaciones de la capital, en espléndidas colaboraciones junto a figuras como Eugenia León, los Rebel Cats, Noel Schajris y las soneras veracruzanas de Caña dulce y caña brava, quienes abrieron el concierto con “una alfombra de flores” de zapateado y jaraneo.
El concierto arrancó con una lastimera pero enérgica interpretación de “Amar y vivir”, en voz de la frontwoman, que se llevó elogios abundantes cada vez que su garganta desgarraba el espacio con alguna ranchera.
“Nuestro juramento” caló hondo en la multitud, pero “Nunca más” —del disco Buenaventura (2015)— nos trajo de vuelta a la realidad fronteriza.
Caña dulce y caña brava regresó al escenario para cantar “Volver a los 17” y minutos después “Como Dios manda” encendió las gargantas de los enamorados.
Cuando Tania Libertad salió a cantar “En el último trago”, La Marisoul resumió la sensación que quedó en todos los asistentes: “¡Ay, cabrón!”.
La gira del Amar y vivir le ha mantenido la agenda llena en los últimos meses a La Santa Cecilia. Entretanto, la banda participó en un homenaje a Chavela Vargas en Costa Rica, en conciertos benéficos, en el soundtrack de Coco y en numerosos festivales.
Aún les quedan varias fechas en Estados Unidos antes de concentrarse en su próximo material, con el que ya prometieron volver.