“Que tal sí…”, con esa frase y mientras se enfrentan en el ajedrez, la diseñadora María Luisa Passarge y el fotógrafo Rogelio Cuéllar es como imaginan, sueñan y deciden arrancar proyectos que saben no serán sencillos, pero los apasionan, como La tabla de los elementos, una exposición y libro de arte.
“Se nos van ocurriendo los proyectos. Nos gusta involucrar a muchas personas y amigos. Ser promotores de cultura es agotador y al mismo tiempo estimulante; cuesta trabajo y hay que hacer cosas que no siempre sabemos, pero siempre vamos para adelante”, dijo María Luisa Passarge.
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Rogelio Cuéllar camina por su estudio entre obras de arte, negativos, fotografías y esculturas, se detiene y es claro: “La tabla de los elementos es una cabeza de locomotora, es el momento del despegue y de proyectarlo. La exposición es una de las mejores representaciones en la cultura, ciencia y arte, y queremos que viaje por el mundo”.
Para La tabla de los elementos se convocaron a 118 artistas como Vicente Rojo, Pedro Friedeberg, Paloma Torres, Jazzamoart y Emiliano Gironella, solo por mencionar algunos.
Foto: Ariel Ojeda
A todos los artistas les dieron un bastidor y les pidieron su interpretación del elemento de la tabla periódica de los elementos. El resultado fueron pinturas, piezas de cerámica, escultura y otras creaciones artísticas.
“El reto no fue tomar 118 retratos en dos meses, fue llevar mi pizarroncito con un gis para que cada quien pusiera el símbolo de su elemento y hacer el retrato”, interviene Cuéllar, quien no deja de pasear por el espacio e insiste en que hable María Luisa Passarge.
Pero ¿cómo inició todo?, la diseñadora comentó su obsesión con Oliver Sacks, neurólogo, quien era una apasionado de la tabla periódica de los elementos químicos.
Exhibición y publicación
El proyecto se diseñó para ser una exposición y un libro de arte; sin embargo, con la pandemia se retrasó la publicación, además de que no conseguían dinero para hacerlo, hasta que el gobierno del estado de Hidalgo apoyó con la impresión a La Cabra Ediciones.
“Nunca hacemos cuentas o planeamos bien, vamos viendo en el camino lo que necesitamos. Afortunadamente logramos un apoyo de la UNAM y de los propios artistas que plasmaron lo que les movía o se imaginaban de cada elemento, porque hay algunos que ni se sabe cómo son”.
Foto: Ariel Ojeda
Sobre los artistas, Cuéllar dijo: “Algunos nos rebasaron y otros nos decepcionaron: ¡en serio! No voy a decir nombres. Los artistas no cobraron y nos las dieron (las obras) en comodato, hicieron un avalúo y la mayoría nos las han donado para continuar con proyectos”.
Primera escala
Por ahora, las obras de la exposición se encuentran en espera, empaquetadas en la casa del fotógrafo. Los artistas recibieron la promesa del canciller Marcelo Ebrard de llevar la exposición a París, Madrid, Washington, Tokio, China e India.
Días después de la entrevista, fueron invitados para presentar su libro en París y exhibir ocho piezas de su proyecto. “Ya está moviéndose la exposición. Ya están comprometiéndose la Secretaría de Relaciones Exteriores y viene un representante de la UNAM. ¡Todo va muy bien y estamos contentos!”, aseguró Cuéllar vía WhatsApp desde Francia.
La Embajada de México en Francia realizará la presentación del libro La tabla de los elementos, con la participación de Rogelio Cuéllar, María Luisa Passarge y el canciller mexicano de manera remota. El evento se realizará hoy a las 14:00 horas en la Casa de México de la Cité internationale universitaire de Paris.
Retratos, paseos y otras historias
La charla con MILENIO se prolonga y Rogelio Cuéllar cuenta de sus paseos en la calle con su inseparable cámara Hasselblad, pero eso sí, advierte que no se toma “selfies” y no cree en los archivos digitales.
“Yo creo que es importante que Rogelio ya publique un libro suyo, me gustaría sacar uno con la fotografía que no se conoce de él, que es la de paisaje urbano. Tiene cosas increíbles”, dijo María Luisa Passarge. Pero antes, el libro que romperá la sequía de Rogelio Cuéllar es uno de retratos, con la característica que incluirá las increíbles historias de cada una de sus fotos.
Foto: Ariel Ojeda
Rogelio Cuellar contó una de las anécdotas que seguramente estará en el libro:
“¿Cómo se va construyendo un retrato? Te cuento el día en que le tomé una foto al artista Antoni Tàpies. A él no le gustaban las fotos pero Vicente Rojo me dio su teléfono y después de algunos problemas logré verlo en su estudio que estaba en el sótano, era invierno y sin luz: ¡moles!"
"¿Qué quieres hacer?", me dice.
“Maestro, un retrato”, le respondí y él se sentó en silencio.
“¿Qué es una tela en blanco? ¿Cómo se rompe la angustia?”, le pregunté.
"¡Joder, la pinche angustia!, pues la mancho, la piso… ¿qué no ve que está parado sobre una obra mía?", me respondió.
“No sabía que estaba la obra en el suelo (risas) pero después de eso me dio dos horas, ¡Cómo chingaos no!”, ríe Cuéllar.
-Pero ¿a poco se acuerda de todas las historias?
"Claro, ya lo dijo Gabriel García Márquez: 'La historia no es como sucedió sino cómo lo cuenta uno'”.
Al final, Rogelio Cuéllar vuelve a tomar su cámara de una mesa repleta de papeles, fotos y distintos objetos, se la cuelga al cuello y se enfila a la puerta de su departamento, donde confiesa, se hacían las mejores fiestas, y dice: “Vamos a tomar unas fotos al parque”.
hc