La tribu mediática que somos, alimentada de espectáculo e información

La obra de teatro 'Network' y el libro 'La Ciudad de los vivos' nos relatan un mundo regido por el espectáculo y el rating.

'Network', obra de teatro protagonizada por Daniel Giménez Cacho. (Octavio Hoyos)
Daniel Francisco
Ciudad de México /

En la plaza pública siempre hay rituales donde se sacrifican reputaciones, donde se exhiben las vidas privadas. Mientras más profundo escarban los medios y las redes sociales en el historial de las personas involucradas en un escándalo, más expectativas, más atención y más audiencia consiguen.

En la obra de teatro Network (basada en la película de 1976) y en el libro La ciudad de los vivos de Nicola Lagioia se muestra que el espectáculo y la información van de la mano. Se retroalimentan, sus palpitaciones se aceleran cuando tienen un caso que explotar.


Daniel Giménez Cacho en 'Network'. (Octavio Hoyos)

El libro de Lagioia es la anatomía de un crimen y el retrato de Roma, una ciudad cruel y hostil. El autor desmenuza el asesinato contra el débil, un crimen en medio de una noche de alcohol, cocaína y olvido: “¿Por qué entonces este tipo de relato se extendía con tanto éxito, empujando a la gente a creer que Luca se lo había buscado o, peor aún, que compartía un destino con sus asesinos? ¿Era culpa de los periodistas? ¿Era su eficacia dramatúrgica? (Vivíamos en la era del storytelling, un periodo en que profesionales sin escrúpulos manipulan el material con que se fabrican las historias de ficción para crear aquiescencia y alimentar el odio) ¿O se trataba del hambre del público, siempre presa de los bajos instintos?”

La ciudad de los vivos nos recuerda que somos una tribu mediática, primitiva, que se conmueve con los relatos. Vemos la tragedia como una escenificación más, como las series que consumimos en las plataformas, como si lo que miráramos se tratara de personajes y no seres de carne y hueso; un show volátil, siempre y cuando sea el otro el protagonista. Y una vez agotado el detalle del crimen, lo que viene es asomarnos en las intimidades de los involucrados. ¿Los asesinos tenían conflictos con sus padres? ¿la madre tenía alguna enfermedad mental? ¿influyó la orientación sexual en el crimen? ¿la víctima se prostituía, era distribuidor de droga?


La hoguera arde acompañada de los comentarios en las redes sociales. Lo que queda al final del día es el olvido y la llegada de un nuevo escándalo.

En tanto, en Network se detalla esa angustia llamada rating. Números y más números. ¿Me ven? ¿comentan lo que publico? ¿genero polémica? ¿marco la agenda? En esa montaña rusa hay seres humanos que pierden la cordura (¿o tal vez nunca la tuvieron?) y deciden lanzarse al vacío, como si lo único importante en su vida fuera ser visto y aclamado.


DMZ

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