Hay cierto impulso de aniquilación en las relaciones fraternales. Pocos vínculos humanos son tan propensos al eterno retorno como el que se forja entre hermanos: ahí donde una cosa se quiebra, otra comienza de inmediato a construirse. Esa compleja rivalidad les concedió a Jérémie y Yannick Renier el argumento de su primer largometraje como directores, que se estrenó en cines mexicanos este 5 de abril.
Carnívoras nos presenta a Mona y a Sam, dos mujeres unidas por vínculos de sangre, pero separadas por jugarretas de la fortuna. Mona (Leïla Bekhti) ha soñado toda su vida con triunfar como actriz, pero una y otra vez ve las puertas de la industria cerrarse despiadadas frente a sus ojos. En cambio, Sam (Zita Hanrot) parece tenerlo todo: una carrera en ascenso en el cine francés, una casa envidiable y una familia que se pronostica dichosa.
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Un rodaje agotador sumerge a Sam en una neurosis que la conmina al autoexilio. Mona se halla entonces frente al banquete de realidad que siempre había añorado.
En entrevista, los realizadores hablan sobre la génesis de su ópera prima y ahondan en los altibajos de la hermandad.
—Es curioso que dos hermanos cuenten la historia de dos hermanas que se mueven en la misma industria. ¿Cómo se desarrolló esta relación con sus personajes?
Parecía natural que nuestra primera película hablara de un tema que conocemos bien y que nos concierne. Los dos somos actores, ambos con una reputación y una formación profesional diferente. Como muchos hermanos y hermanas, nuestra relación es una mezcla de amor, rivalidad, admiración, envidia y muchas otras cosas. Por supuesto, todo esto lo usamos para crear a Mona y Sam, pero, más específicamente, exploramos las sombras y las áreas más dolorosas de la relación fraterna y rápidamente los personajes encontraron su propia realidad.
—¿Cómo se les ocurrió el argumento de la película?
El punto de partida para escribir el guion es, ante todo, el deseo de trabajar en pareja. Luego surgió la idea de hablar de la rivalidad entre dos hermanas cuando regresamos del Festival de Venecia, donde presentamos Nue Property, de Joachim Lafosse, en la que los dos actuamos juntos por primera vez.
Estábamos caminando, cargados con el equipaje en el aeropuerto de Treviso, junto al equipo de filmación, cuando Jérémy recibió una llamada. Naturalmente, me ocupé de sus maletas para que él pudiera contestar y que pudiéramos seguir caminando. Luego nos dimos cuenta de que el resto del equipo nos estaba mirando: para ellos, esta situación banal era injusta debido a la diferencia de notoriedad entre nosotros. Primero nos divirtió y luego sentimos había ahí potencial para contar una historia.
—Imagino que, en términos de creación, tienen muchas cosas en común, pero seguramente también tienen diferentes formas de entender el cine. ¿Cómo combinaron sus personalidades? ¿Fue un problema para filmar?
Nuestras diferencias no han sido un problema, e incluso tenemos la impresión de que esto enriqueció este proyecto. El período de escritura y maduración de la película nos permitió hacer coincidir nuestros deseos en torno a una historia en común, dejando de lado los egos de cada uno. Y luego, a diferencia de las dos hermanas de Carnívoras, hablamos mucho; nos ayudó a calmar las tensiones y los desacuerdos. Y a transformar, gracias a nuestra complicidad, nuestras diferencias en potencial creativo.
—Es difícil etiquetar la película en un solo género, ¿en qué pensaban al definir la estructura?
Nuestra intención era hacer una película que coqueteara con diferentes géneros, para ofrecer al espectador una historia humana densa y poderosa. De ahí la importancia para nosotros de la precisión de las actrices, por supuesto, pero también de la calidad de las imágenes y la puesta en escena.
—Retratan el oficio de actor como algo doloroso…
Para una actriz o un actor, pasar la vida siendo vigilado puede ser realmente doloroso. Afortunadamente si la persona en cuestión tiene una herida profunda —como el personaje de Sam—, el resultado exacerba los aspectos positivos y negativos de cada uno y los directores pueden elegir trabajar con los actores acompañándolos o usándolos.
—La película aborda diferentes temas: sacrificio, ausencia, moral, lealtad. Suena muy ambicioso…
Tal vez, pero parecía inevitable abordar estos temas desde el momento en que decidimos hablar sobre la familia y su interrupción. Y, como en muchas historias de hermanos y hermanas, de Abel y Caín hasta Rómulo y Remo, lo mejor está muy cerca de lo peor.
ÁSS