Desayunar cereal con leche es una suprema gringada; pero tiene la ventaja de que mucha gente suele leer todo el texto que aparece en la caja. Lástima que Kellogg’s no aproveche para imprimir en el reverso una breve antología poética. Pero eso hay que hacer con los alimentos empacados: leer de pe a pa, pues si uno se queda en la pura portada será casi siempre víctima de un engaño.
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Ahora que tomé el avión de vuelta a Madrid, me sirvieron una ensalada que incluía un sobre con quesque aderezo italiano. La portada del tal aderezo incluía el texto “100% natural” y “mezcla auténtica con los sabores de antaño de la campiña italiana”. Puras mentiras cuando uno se toma el trabajo de leer la letra pequeña de los ingredientes: aceite de maíz, ácido cítrico, agua, ajo natural, apio en polvo, azúcar, benzoato de sodio, cebolla fresca, glutamato monosódico, goma de xantana, jarabe natural, mostaza, orégano, paprika, pimienta blanca, pimienta negra, pimiento deshidratado, sal, vinagre de color, vinagre de manzana.
Más allá de que se perciben ingredientes poco naturales y muy poco italianos, no pude sino imaginar a alguna signora Giuseppina preparando el tal aderezo de antaño en la campiña italiana, y pidiéndole a su nuora “un po più di glutammato monosodico, gomma di xantano, acido citrico e un pizzico di benzoato di sodio” para que el aderezo quede listo según la tradición de la nonna.
Igualmente engañoso resulta el producto llamado Mi Primer Danone que muestra un bebé sonriente y sano en la portada, pero con letra pequeña, entre los componentes aparece el laboratorio del doctor Jekyll: citrato sódico, maltodextrinas, ésteres cítricos de mono, diglicéridos de ácidos grasos, tocoferoles, palmitato de ascorbilo, almidón de maíz y otras bondades para que el niño se vaya acostumbrando a comer porquerías.
Casi todos los productos que dicen “Sin azúcar añadida” tienen azúcar añadida, pero con otro nombre; y casi todos los que dicen “100% natural” incluyen mejunjes que natura nunca concibió.
También con letra pequeña, muchos productos dicen: “Contiene una fuente de fenilalanina”. Cuando en claro español debería decir con letras enormes: “Te puedes quedar tarado si tomas esto”.
A pesar de lo que parece, este no es un texto contra los alimentos chatarra, sino, otra vez, un alegato en favor de la lectura, así sea de etiquetas.
Una de cada diez mil personas nace con fenilcetonuria; o sea, que consumir fenilalanina le causa deficiencia mental. En cambio, todos nacen con tabula rasa intelectual; o sea, que la falta de lectura causa cretinismo en el cien por ciento de los casos. Habría que declarar un estado de emergencia.
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