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Piensa él ahora mismo que piensa en Jack Kerouac, y piensa él ahora mismo que piensa en Jack Kerouac porque justo a la distancia ésta o ulula o curva y cruza algún tren que cruza alguna superficie breve de la ciudad de Zacatecas, y porque justo al comienzo apenas de The Dharma Bums o ulula o curva y cruza también algún tren que cruza alguna superficie breve de la ciudad de Zacatecas, es decir, justo la ciudad ésta donde él vive y desde donde piensa él ahora mismo que piensa en Jack Kerouac.
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Los cuatro duplos cuartos casi de luna que la cuarta cuota casi de luna extracta e insufla parcamente luego hacia su ventana lo distraen acaso en cuanto calcula que aquestos esos cuatro duplos cuartos casi de luna tienen ya toda la semana ésta apareciendo alrededor, amarrándose a la eucrática fila india de los arbotantes de neón que circundan su vecindario, aunque de nuevo y de inmediato piensa él ahora mismo que piensa en Jack Kerouac en cuanto recuerda que al comienzo apenas de The Dharma Bums viene y vuelve y vuelve y va también una luna debajo de la cual el protagonista de The Dharma Bums abre y calienta una lata de algo, y abre y bebe luego de una botella de algo y, distendiéndose, y relajándose, duerme.
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Decide entonces buscar en su incivil librero The Dharma Bums y releer el comienzo apenas, e inclusive escucharse leerlo a la orilla ésta de la augusta lobreguez que o planea o que intenta rodearlo, y lo encuentra rápido, y relee, y lee: “Saltando a un mercancías que iba a Los Ángeles un mediodía de finales de septiembre de 1955, me instalé en un furgón y, tumbado, mi bolsa del ejército detrás de la cabeza y las piernas cruzadas, contemplé las nubes mientras traqueteábamos rumbo al norte, a Santa Bárbara”, etcétera, y relee y lee, puesto que, compartiéndolo, distribuyéndoselo, el protagonista de The Dharma Bums especifica que “yo había comprado aquel queso hacía tres días, en Ciudad de México, antes del largo y barato viaje en autobús vía Zacatecas y Durango y Chihuahua, cerca de tres mil kilómetros hasta la frontera de El Paso”, y etcétera.
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Dios vacuo: de modo piensa que ningún tren, sino un autobús, cruza al comienzo apenas de The Dharma Bums alguna superficie breve de la ciudad de Zacatecas, es decir, que su inhumana amnesia piensa introdujo un ficticio tren al comienzo apenas de The Dharma Bums, un medio erróneo error gracias a cuya engreída cresta en recompensa él relee y lee que el protagonista de The Dharma Bums especifica también que cruza alguna superficie breve de la ciudad de Zacatecas un ignoto día de septiembre de 1955, es decir, cuando él no estaba ni en párvulos, lo que irremediablemente le suscita una aleve especie de desazón, de incredulidad, de indemnidad, de ternura.
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Releer contiguos párrafos del comienzo apenas de The Dharma Bums, olvidado el parvo tema de su inhumana amnesia, le recuerda luego que en Jack Kerouac percibía siempre él un cierto apego a poetizar la vida inane, ordinaria, a concebirla armónica, significativa, a sustraerla a su quizá congénita aspereza, a su quizá congénita impureza, a exponerla tanto en su trascendencia, en su virtud, como en su bagatela, tanto en su placidez como en su iracundia, en su furia: en síntesis, un cierto apego solo piensa que su relectura toda ésta le comprueba, confirma.
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Desde su ventana contempla atentamente el ya casi oscuro espacio que el ya casi claro espacio instaura, y de improviso un conturbador halo de nostalgia le humedece la aorta de otra época, de una remota época que el propio Jack Kerouac atiborró de imágenes de automóviles, de autopistas, de suburbios o de callejas de Iowa o de San Francisco, de vespertinos o de matutinos crepúsculos encima de fastuosas o de sórdidas azoteas de hoteles, de brizna o de lluvia, resta o suma o exrefrendo de la sinonimia incoercible que o describe o insinúa la incoercible idea del viaje en alternos términos de enigma, de clave, de ontológica circunstancia real, ilusoria, de algazara, o de pesadumbre, o de duelo, de júbilo.
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Conforme entonces piensa él en Jack Kerouac piensa entonces también en que acaso pueda decirse que entiende mejor ahora que antes el sentido de la recíproca coyuntura biográfica e histórica e ideológica que lo circunscribió, de la metafísica dialéctica que aún lo preserva, y piensa entonces él en Jack Kerouac como en un contemporáneo escritor poseso de una manifiesta voluntad de transmutar lo que escribe en acción, en instintiva lucidez en acción, en un sintáctico aflujo, en un semántico aflujo, en un adscrito o inmerso nudo gordiano desanudándose, escenificándose, metaforizándose y difuminándose en el indiviso poder de la verosimilitud de una trama al margen de las formales demandas de una lógica aristotélica, cartesiana, kantiana.
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Diciéndoselo lo complementa, y piensa entonces él en Jack Kerouac como en un contemporáneo escritor para quien el ejercicio de la escritura involucra un ejercicio de estirpe mística, no en cuanto a una impoluta santidad, sino en cuanto a una beatitud inclusive infecta, hierática, capaz de revelarle a su adlátere, cofrade, la cifra de la cifra última que dilucida la existencia, el sufrimiento que envuelve al frágil Yo a semejanza o a imagen de una cebolla, de aproximarlo a las nihilistas órdenes de una sabia ignorancia, de permitirle trascenderse hasta el límite de la frontera de lo divino, de permitirle trascenderse al unísono de aquesto eso disímil, símil, amorfo, divino.
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Concluye así en que quizá también debido a ello eventualmente Jack Kerouac menospreció o relativizó el comercial éxito, menospreció o relativizó la fama, el apogeo artífico, el lucro, y concluye así en que quizá también debido a ello eventualmente Jack Kerouac o personalizó o personificó el imago público de lo beat: al simbiótico tránsfuga del Sistema.
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La septembrina cuarta luna toda, más la septembrina ésta prodigalidad de los cuatro duplos cuartos casi de la cuarta cuota casi de luna, certifican la volátil solidez que caracteriza a su discontinua naturaleza e impregnan de fantasmagóricas orlas la habitación desde donde piensa él ahora mismo que piensa en Jack Kerouac y donde o ulula o curva y cruza el residuo solo de un tren que cruza a la distancia ésta que ahora abstrae él, coarta, y murmura: “Jack Kerouac, Ti Jean: honró honra a la vida”.
Posdata 1: Conjeturo que el protagonista de The Dharma Bums incluye a Durango y excluye a Coahuila. Sirva.
Posdata 2: Una epifanía es una epifanía es una epifanía es una epifanía.
Posdata 3: Tampoco hay ninguna explícita luna al comienzo apenas de The Dharma Bums, aunque sí implícita. Sirva.
ÁSS