Con el pretexto de que el domingo 28 de abril, en el Auditorio Nacional, será el narrador del espectáculo dancístico Pedro y el lobo, con música orquestal de Prokófiev, jugamos ping-pong con Mario Iván Martínez.
- Te recomendamos Tania Pérez Salas: el talento es el trabajo Laberinto
—Hablando de diversión infantil, ¿no está perdida la batalla contra la tecnología?
¡Claro que no! Falta aumentar la oferta y descentralizarla.
—¿Al interpretar Diario de un loco, de Gógol, nunca sentiste que se te iba el avión?
La frontera entre cordura y locura es muy tenue, pero Cri Cri siempre me aterriza.
—Llevas mucho cacareando tu obra sobre Van Gogh.
Ha requerido de muchas lecturas y viajes a ciudades europeas donde vivió, y a los museos que albergan su obra. Estreno el 8 de julio, en el Helénico.
—¿Sientes pasos en la azotea?
Por partida doble, porque voy a interpretar a Vincent y a su hermano Theo.
—Dos cuadros de Van Gogh que te vengan a la mente.
Uno donde aparece una Biblia de su padre y, al lado, La alegría de vivir, de Émile Zola, algo muy simbólico. Y unos girasoles que pintó en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, dedicado a Gauguin.
—¿Crees que Van Gogh cambiaría su genio pictórico por tener éxito con las mujeres?
Eso hubiera enriquecido su obra.
—¿Es genialidad o jalada que Cordelia, en El rey Lear, sea interpretada por una actriz de piel negra?
Es un miscast que obedece a presiones sindicales. ¿Por qué cuando hacen La cabaña del tío Tom no me ofrecen el protagónico?
—¿Eres güero de rancho o fifí?
Güero de rancho con apariencia fifí.
—¿Te costó trabajo hacer el papel de Yago en Otelo?
Todos tenemos algo perverso.
—¿Nunca has tenido tu época de amargado, al estilo Malvolio de Noche de epifanía?
No una época, múltiples.
—¿Por qué chirriones no incursionas en la ópera?
Mi voz se presta para la polifonía medieval, renacentista, pero no tiene el volumen de las bocinas vivientes que cantan ópera decimonónica.
—Define a Oscar Wilde con tres adjetivos.
Genialidad, exquisitez, decadencia deliciosa.
—Recomienda una obra de Wilde que no sea El retrato de Dorian Gray.
De Profundis.
—¿Quién es tu novelista mexicano favorito?
Mexicana: Elena Poniatowska.
—¿Y dramaturgo?
Hugo Argüelles.
—¿Extrañas En familia con Chabelo?
Extraño la posibilidad de tocar sensibilidades muy remotas.
—¿Qué sería lo primero que catafixiarías de los males de México?
La corrupción.
—¿El Ariel de Como agua para chocolate lo tienes deteniendo alguna puerta?
Lo tengo en un buen lugar de la egoteca, junto a los tres que ganó mi madre.
—Define en tres palabras a tu mamá, Margarita Isabel.
¡Ay, Dios!: constancia, dignidad, amor.
ASS