Mi voz no quedará desierta,
se escuchará en la voz del viento,
se repetirá en el timbre de los pájaros,
en el susurro de mis hijos.
La muerte me verá a la cara
y seguirá su camino,
los perros echarán lagañas de miedo,
porque venceré a la muerte
y al olvido.
Aunque mi cuerpo sea desaparecido
e intenten borrar mi nombre,
no moriré.
Decías como rezo, padre.
Y aquí estoy,
repitiendo tu voz,
buscando que nunca mueras,
que nuestra palabra se haga nido
y nunca se calle.
ÁSS