“El sexo y la música te acercan a lo divino”: Verónica Maza

Entrevista

En su nuevo libro, Sinfonía del placer, la periodista y educadora sexual explora lo que nos enseña la música en el sexo y viceversa.

Verónica Maza, autora de 'Sinfonía del placer'. (Foto: Jorge Menéndez)
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Educadora sexual, la gente la conoce especialmente por su columna “El sexódromo” de Milenio Diario. En su reciente libro, Sinfonía del placer. Lo que nos enseña la música en el sexo y viceversa (Turner, 2019), Verónica Maza Bustamante conjuga dos de sus intereses más personales. Para ella, como apunta en la introducción, “La música y la sexualidad humana bien comprendidas tienen la capacidad de cambiar el mundo”. 

En la siguiente conversación, ahonda en algunos de los temas que trata el volumen.

—Hablas del libro como la culminación de una etapa. ¿Cuánto tiempo te llevó hacerlo?

Escribirlo me tomó cinco meses, pero es un trabajo que llevo haciendo desde hace 28 años, cuando comencé a escribir sobre música.

—Por mera asociación, nada más viendo el título, para mí la relación sexo y música me lleva al ritmo.

No lo había pensado, pero sí. Cuando uno tiene un encuentro erótico está presente el ritmo. Creo que justo cuando el ser humano descubre la cuestión del ritmo en su vivencia erótica es cuando empieza a convivir con la música y el placer.

—Cuando haces el repaso del sexo en las culturas antiguas, hablas del papel fundamental de la mujer.

Así es y pongo que muchos investigadores actuales dicen que no deberíamos llamarnos homo sapiens sino gyna sapiens, porque las mujeres evolucionaron mucho más. En éste y en mis otros libros he tratado de hacer un ejercicio feminista. La mujer no es el “sexo débil” e históricamente se ha demostrado que hemos estado a la par e incluso a veces hemos sido más cabronas que el hombre.

'Sinfonía del placer' es editado por Turner. (Foto: Jorge Menéndez)

—Pasemos ahora a la cuestión terapéutica. Escribes que en algún momento la ciencia se te apareció en tu función como educadora.

Con este libro mis conclusiones me llevaron a investigar una parte de la ciencia porque siempre decía: “obviamente la música y el sexo están ligados al placer”. Pero pensaba que debía haber una cosa fisiológica, una cosa hormonal similar cuando estamos viviendo algo erótico y cuando estamos escuchando música. Esa investigación se fue dando poco a poco, aunque ya desde mi columna, “El sexódromo”, lo tenía claro. En la tarea de educadora sexual en mis conferencias, y hasta en mis pláticas casuales para explicar la sexualidad, me he valido de la música como una herramienta explicativa.

—Sí, pero creo que también la música puede ser un auxiliar para tratar algunas disfunciones como la eyaculación precoz valiéndose, como decía antes, del ritmo. La música no sólo como una cuestión de acompañamiento.

La música siempre se agradece como un soundtrack, pero como herramienta terapéutica te platico que acabo de estar en un congreso y ahí di unos talleres. Uno de ellos está basado en el libro y me fue súper bien. Cuando te clavas en la letra o en el ritmo o en lo que te recuerda una canción, todo eso se vuelve una buena herramienta para cualquier educador sexual.

—Me gustó que aclararas que podemos conceder que el sexo nos lleva al cielo, ya lo dicen los poetas, pero luego la gente se clava y quiere estar haciéndolo todo el tiempo para ver supuestamente a dios. Un aspecto más sencillo y cotidiano es ver al sexo y la música como elementos para paliar el estrés.

Esa parte que mencionas es muy interesante y salió sobre la marcha porque en los últimos años he seguido el budismo y fue una herramienta más para trabajar los temas de la música, el sexo y el placer. El budismo te acerca a la idea de quién eres y a todas las posibilidades que tienes como ser humano viviendo hacia afuera y hacia adentro como un ser infinito. Cuando unes esas tres cosas en una práctica como el budismo llegas a un nivel espiritual muy padre porque eso se contrapone a la típica idea de que el sexo es pecaminoso o instintivo. Yo digo que no, que en realidad somos capaces de controlar como queramos lo que llamamos impulsos. Un camino espiritual como éste te ayuda a entender que el sexo, como la música, no te alejan de lo divino sino que te pueden acercar a ello.

ÁSS

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