Cuando niño, y de eso hace ya más de 50 años, podía encontrar en lotes baldíos de Monterrey a este lagarto al que nos enseñaron a llamarle camaleón. Monterrey, en ese entonces, tenía la asombrosa cantidad de habitantes de 260,000.
En realidad, no es una especie relacionada con los camaleones, más bien con las iguanas, es el reptil del estado de Texas conocido científicamente como (Phrynosomacornutum). Los lagartos cornudos de Texas están cubiertos de escamas córneas. Los cuernos más grandes coronan sus cabezas: dos forman la frente, mientras que más sobresalen de la mandíbula y hasta la porción temporal del cráneo.
Dos hileras de púas alinean las porciones laterales de su torso, separando las púas más grandes del lado dorsal de la parte inferior escamosa. Hasta pareciera que tienen aquella presencia de los grandes lagartos que habitaban la Tierra hace 65 millones de años.
Los lagartos cornudos de Texas viven un estilo de vida solitario y solo interactúan con otros miembros de su propia especie cuando buscan pareja o compiten por zonas de alimentación.
Se les encuentra principalmente en Texas, Nuevo México, en los Estados Unidos; y Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, en México.
La dieta de los lagartos cornudos de Texas se compone principalmente de hormigas cosechadoras. Uno solo puede consumir entre 30 y más de 100 hormigas por día.
A pesar de la feroz apariencia, los lagartos cornudos de Texas son criaturas extremadamente dóciles.
Algunas personas nativas americanas consideran a los lagartos cornudos como sagrados. El animal es un motivo común en el arte nativo americano en el suroeste de los Estados Unidos y México. Algunos mexicanos creen que el lagarto cornudo de Texas es un signo de suerte o que les traen suerte. Algunos incluso llevan a los lagartos con ellos en todas partes, lo cual es extraño, pero creen que, si encuentras uno, habrá suerte en tu futuro.
El lagarto cornudo de Texas es el reptil estatal de Texas y, como la “rana cornuda”, es la mascota de la Universidad Cristiana de Texas y se puede ver en el sello de la universidad.
Aunque aún no se clasifica como una especie en peligro de extinción, las urbanizaciones de las ciudades complican su búsqueda y observación.
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