Con 24 años, Alberto Robledo, el periodista y músico lagunero se encuentra trabajando para mantener con vida al canto cardenche, un canto del corazón, que sale desde el alma y que tiene sus orígenes en la Comarca Lagunera.
El cardenche, surgió entre los sembradíos y el río, donde los jornaleros buscaban una manera de expresar lo que llevaban dentro, donde los enamorados cantaban sin instrumentos, sólo con su voz, narrando las letras más desgarradoras que se han escuchado.
Este canto comenzó a tomar fuerza y a ser reconocido de manera nacional e incluso mundial, por las diversas presentaciones de "Los Cardencheros de Sapioris", un grupo de laguneros que aún cuentan con los vestigios de antaño.
Fue en esta agrupación donde Alberto tuvo su primer acercamiento al canto, pues al ser periodista, contó con la oportunidad de entrevistar y ver en vivo a los Cardencheros, llamando su atención por el canto.
"El primer acercamiento lo tuve cuando trabajaba en el periódico, en algunos conciertos a los que fui de los Los Cardencheros. Cuando empecé a escucharlo me sentí extrañamente atraído, porque me gustó y a la vez no, me atrajo que fuera a capela, pero me parecía un canto muy doloroso, el sentimiento que tenía me desconcertaba. Pienso que es un canto muy profundo y muy verdadero", comentó Alberto.
Dos años después de haber escuchado por primera vez el cardenche, Alberto Robledo Cervantes decidió dejar su trabajo como reportero y se dedicó por completo a la música, comenta que es su verdadera vocación desde que tenía 14 años.
La primera puerta que tocó fue Puebla, después Ciudad de México, para finalmente llegar a donde actualmente reside, San Miguel De Allende, Guanajuato.
Alberto partió de Torreón dedicándose al Jazz, cargado con su guitarra, su clarinete y su acordeón, sin saber que el sentimiento de estar lejos de su familia lo devolvería a sus orígenes, comenzando a cantar cardenche.
"Fueron cuestiones que llegaron a mi, estoy lejos de mi familia, estoy lejos de las personas que conozco, con las que crecí y viví muchas cosas, entonces el canto cardenche habla de todas esas cosas, es como un coyote que se sienta a aullarle a la luna, que está lejos pero está ahí como quiera y que te permite estar cerca de alguna manera, a mi personalmente me hizo sentirme cerca de casa", afirmó.
Su camino en el cardenche comenzó cuando en Ciudad de México, donde conoció a Sergio Carrillo, un bajista que también es de Torreón y quien tenía nueve años explorando este canto.
Después de esto, continuó con su preparación y tomó algunas clases con Alberto Villa, director del coro acardenchado de la Ciudad de México, para posteriormente formar un trío cardenche con Sergio y con Andrés Suárez.
"Estábamos los tres en un momento de nuestras vidas donde se nos estaba siendo difícil llevar nuestra existencia a cuestas y el canto cardenche tiene eso que te lleva, es como un soporte, un hombro para llorar, pero no lloras, cantas que es lo mejor de todo".
Al tratar de mantener con vida un canto como el cardenche, Alberto se encontró con un reto, la esencia misma del canto.
"Es un canto difícil de digerir porque casi todas las personas tenemos dificultad al enfrentarnos con nuestros sentimientos, entonces el cardenche te pone frente a ellos y ahí, creo, que nos topamos con la primer dificultad, la de aceptarnos y entendernos", destacó el músico lagunero.
Además señala que en el centro y sur del país el canto ha sido bien recibido por la mayoría de los músicos, pues además de estar con un trío cardenche, se encuentran dado talleres de este canto.
Estos talleres los ha impartido en San Miguel de Allende, Ciudad de México, Querétaro, Xalapa, así como en Torreón.
Finalmente el músico lagunero destacó que esta labor se ha llevado de la mano con los Cardencheros de Sapioris, con quienes el trío se ha entrevistado en más de una ocasión, echando entre todos algunos cardenches y compartiendo la responsabilidad el conservar esa tradición de letras que hablan del pasado, mismas que se aferran por seguir en el presente.
Con información de Brenda Valles